Está saliendo caro e implica subordinar la lucha por los derechos humanos a la coyuntura política, pero la decisión política de Néstor Kirchner de aliarse con Hebe de Bonafini y sus Madres de Plaza de Mayo tuvo un resultado positivo: las sacó de la situación de alienación en la que se encontraban y las incorporó al juego del poder.
Lo explica bien el ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schoklender, en su libro y en los reportajes de los últimos días, cuando revela que durante los noventa el principal organismo de derechos humanos acumuló armas en el sótano de su sede, se relacionó con grupos armados extranjeros y hasta perpetró asaltos para pagar sus gastos.
Schoklender explicó que consideraban que la lucha armada se habían convertido en la única salida frente a una democracia que no los conformaba en lo más mínimo ya que era una pantalla para apuntalar un modelo neoliberal que beneficiaba a las minorías.
Es la antigua concepción de una izquierda autoritaria que separa entre democracia formal, liberal, elitista, y democracia material, socialista, igualitaria. Schoklender cuenta que todo cambió para ellos cuando asumió Néstor y Hebe fue recibida en la Casa Rosada. La elección de Bonafini como aliada política y escudo ético de su gobierno está magníficamente relatada en el libro del escritor y filósofo José Pablo Feinmann sobre su relación con el ex presidente.
Es una época de sueños difusos, magros, de poca monta, también para la izquierda: tanto Hebe como Schoklender se contentaron con los juicios a los militares, el retiro del cuadro de Videla y el macizo financiamiento oficial a las Madres y otras organizaciones sociales, y dejaron de lado sus ansias de una democracia material, socialista, igualitaria.
Mirando las cosas con un espíritu navideño, al menos Néstor incorporó a la política a un grupo de ancianas y de jóvenes que podían haberse vuelto un peligro para la democracia. Como había hecho Carlos Menem, que con igual lógica peronista sumó a otro grupo parecido pero del otro sector, los “carapintadas” liderados por Aldo Rico.
(*) Periodista, autor de Operación Traviata y Operación Primicia