COLUMNISTAS
Ranking mundial de arqueros

No sorprende, pero duele

En esta semana que se termina, se dio a conocer públicamente un ranking mundial de arqueros que confecciona la Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol. Decidí detenerme en él por una razón poderosa: entre los mejores diez arqueros del mundo, no hay ningún argentino.

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En esta semana que se termina, se dio a conocer públicamente un ranking mundial de arqueros que confecciona la Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol. Decidí detenerme en él por una razón poderosa: entre los mejores diez arqueros del mundo, no hay ningún argentino. No sorprende, aunque duele. Es que ésta es la tierra de Amadeo y Fillol, de Roma y el Loco Gatti. De Pepé Santoro y de Agustín Cejas. Ahora, no tenemos mucho para discutir.
Para definir esta lista, votan 90 expertos de Europa, periodistas de las revistas deportivas más prestigiosas del mundo. En primer lugar está el italiano Gigi Buffon, seguido por el arquero del Chelsea, Petr Cech, y tercero está Iker Casillas, el fantástico arquero del Real Madrid y de la selección española. A este podio le siguen Van der Sar, Rogerio Ceni, Reina, Dida, Palop, Julio César y Lehmann. Podemos discutir la lista. Lehmann perdió el puesto en el Arsenal, Julio César no siempre es titular en el Inter, Van der Sar y Dida son capaces de generar amor y odio en un segundo… la pregunta que se impone es si algún arquero argentino está en condiciones de estar en lugar de alguno de estos diez.
Tenemos un periodismo deportivo tendiente a alimentar que todo lo mejor es argentino. Algunos lo creen honestamente, pero la censura brutal que existe hoy en el periodismo que cubre fútbol hace que muchos serviles de la TV nos digan todo el tiempo que acá estamos bárbaro, y el que no lo dice tiene problemas, si es que no lo echan.
Abbondanzieri es el arquero de la Selección argentina y el mejor ubicado, duodécimo. Está jugando mal en el Getafe, su equipo, y tiene casi 35 años. Ustari, que se perfilaba para ser su sucesor, fue arruinado por una venta absurda... al equipo donde juega Abbondanzieri. Entonces, Ustari juega poco y nada. Y cuando juega, está sin ritmo de competencia (los arqueros también la necesitan), lo hace mal o se lesiona, tal como es su estado actual.
El tercero que se nos viene a la mente es Mariano Andujar, el de Estudiantes. A Basile eso de andar mirando fútbol con aplicación no le gusta mucho. Sin embargo, lo llamó para el partido que la Selección perdió en Colombia. Agustín Orión, el arquero al que el Pelado Díaz le tiró la “1” de San Lorenzo en cuanto pisó el club, es otro que podría acercarse a este nivel. Quedan Lucchetti (eterno postergado, excelente arquero), Chiquito Bossio (bueno, aunque irregular), se asoma Nicolás Navarro, el pibe de Argentinos Juniors, el Navarro de Racing… Y no siguen las firmas. Assmann todavía está muy verde, el cordobés Montoya apareció brillantemente en Belgrano, pero aún no se acomodó en Vélez, Saja está sin lugar en el plantel en San Lorenzo. ¿Lux? Si bien es titular en el Mallorca, sus actuaciones no son como para ir a tocarle el timbre a Basile. Costanzo –alguna vez arquero de Bielsa– está transitando una prematura jubilación en Suiza, no sabemos siquiera si está para jugar en un equipo de primer nivel.
Uno siempre piensa en el arco de la Selección como medida de estas cosas. Hablar de Fillol sería ser injusto con todos, porque su presencia era tan indiscutida como la de Maradona como número diez. Después, cuando Bilardo lo sacó de la Selección, el puesto fue de Nery Pumpido. A su manera, sin el nivel del Pato, Pumpido también daba tranquilidad. Con Nery, el arquero no era un problema. Los problemas comenzaron después.
Islas podría haber sido el referente por un montón de años, pero su carácter y sus enfrentamientos con Pumpido y Goycochea lo desviaron del objetivo real. Su renuncia al Mundial de 1990 fue su renuncia a la gloria. Justamente, Goyco atajó los penales en Italia ’90 y pasó a la posteridad, pero jamás fue indiscutido. A tal punto, que perdió el puesto con el propio Islas en el Mundial de 1994, un día antes de debutar contra Grecia.
Cuando Passarella fue el técnico argentino para Francia ’98, tampoco la tuvo fácil. Passet, Nacho González, Pablo Cavallero, Burgos, Bonano y Cristante fueron algunas de las escalas para llegar a Carlos Roa, finalmente titular en el torneo. Tampoco Roa reunía condiciones como para que no alzáramos la voz en una discusión de café. Al 2002 llegamos con Cavallero, Burgos y Bonano (nada nuevo) y al 2006 fuimos con Abbondanzieri, Leo Franco (el gol alemán de Klose parece haberlo condenado a la ausencia eterna) y Ustari. Como se ve, el conflicto no es nuevo.
Este ranking nos dio una bofetada. Nos refrescó un problema que vivimos escondiendo debajo de la alfombra del conformismo. Como damos por sentado que Basile llama y pone a Abbondanzieri y los otros dos son de relleno, perdimos de vista que no tenemos grandes arqueros. Sólo contamos con algunos muy buenos, varios buenos y muchísimos que no dan la talla. Deberíamos mirar para adentro y pensar en las bases. ¿No será que por la locura de formar delanteros que den dinero fresco nos olvidamos de formar arqueros? Piensen en lo que generó la sucesión de Roberto Ayala. Ahora está Demichelis, pero es mejor que no se resfríe. Tampoco hay defensores de sobra.
En el caso de los arqueros es aún peor. El Pato Abbondanzieri está debajo del nivel que lo llevó al equipo argentino, la principal promesa del arco celeste y blanco –Ustari– ve los partidos del Getafe sentado en el banco y entre los demás no hay uno solo por el que se rompa una lanza.
Nos van a decir que no debemos creer en rankings. Tienen razón. Pero si cada uno de nosotros hiciera su ranking de arqueros del fútbol del mundo, estaría cercano al que hizo esta gente. Y si quisiéramos incluir un argentino entre los primeros diez, discutiríamos a morir con cualquiera.
A no confundir: eso es escasez, no abundancia.