COLUMNISTAS
Alerta solidario

No todas somos afganas

1-11-2020-Logo Perfil
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La situación de las mujeres en Afganistán no puede ser analizada fuera de la caótica e imprevisible situación actual en el país. Tras la suspensión de los vuelos de evacuación, miles de mujeres junto a sus hijos emprenden viajes peligrosos para escapar por las fronteras terrestres. Lo importante es huir, no importa cómo ni adónde.

Con el ascenso talibán las mujeres corren el riesgo de perder todos sus derechos, desde ser obligadas a usar el burka, no poder estudiar y  ser violentadas en todas las formas posibles como lo fueron cuando estuvieron en el poder en la década del noventa. Recordemos que, entre otras cosas las mujeres necesitaban de la figura indispensable del protector masculino, sufrían lapidación por adulterio, abusos a niñas obligándolas a casarse y crímenes políticos La pregunta es qué pasará ahora con las mujeres y niñas con los talibán nuevamente en el poder­­.  Muchos especialistas hablan de la posibilidad de una crisis humanitaria sin precedentes en el país, donde habrá muchas víctimas, en primer lugar mujeres. A pesar de los discursos del nuevo gobierno sobre inclusión y respeto a las mujeres, hay muchos y fundados temores sobre el futuro. La desesperación por huir del país por parte de la población civil es una muestra de ello.

Los feminismos del mundo deben mantener un estado de alerta solidario sin reproducir las lógicas coloniales de Occidente. Esto es exigir que se respeten los derechos de las mujeres para que ellas puedan decidir por sí mismas. El “todas somos afganas” termina siendo un discurso homogeneizante de redes sociales y además, no lo somos, no todas somos afganas. Los feminismos reclaman las condiciones para que las mujeres decidan. Nos ponemos en el lugar del otro, lo que es la base de la universalidad de los derechos humanos.

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“Es muy importante que hablemos por nosotras mismas y que dejemos de ser habladas por los demás. No solo hombres, sino también otras feministas, mujeres no musulmanas. Que nosotras podamos tener voz, ese es el camino” dice Melina Sánchez Blanco, investigadora feminista musulmana que trabaja en el Programa de estudios sobre Medio Oriente de la Universidad Nacional de Córdoba. Y, en ese sentido, recuerda la ocurrido hace algunos años en Europa con el debate sobre el velo usado por las musulmanas que llegó a prohibirse en algunos países con el objetivo de  “liberar” a las mujeres.

Cualquier autoridad afgana necesitará de la ayuda exterior para sobrevivir y mantener la unidad del país, será entonces cuando se pueda exigir como contrapartida el respeto a los derechos de las mujeres y los derechos humanos.

Después de veinte años los Estados Unidos se retiran de Afganistán de un modo mucho más escandaloso de lo que fue su llegada.

El periodista y escritor español Arturo Pérez Reverte, que además  es corresponsal de guerra, informó que los militares estadounidenses abandonaron a sus perros de servicio en jaulas en el aeropuerto; publicó la imagen en su cuenta de Twitter  y escribió “dejaron a sus perros que enloquecen de hambre y sed”. El Pentágono lo desmintió en sus redes. Pero más allá de a quién le creamos, es una imagen que da cuenta del fracaso de la intervención y la desorganización de la retirada.

Es indiscutible que hubo muchos avances importantes en los derechos de las mujeres en ese lapso: pudieron ser vistas, empezar a hablar y opinar, expresarse, estudiar y ocupar cargos y posiciones antes reservadas solo a los hombres. Hoy hay 3,3 millones de niñas que reciben educación y, según la Organización Mundial de la Salud el 87% de la población pudo acceder a centros de salud.

También es cierto que la lucha por los derechos de las mujeres afganas fue una de las caras de la ocupación, la misma ocupación que hoy se retira sin siquiera firmar un acuerdo que garantice sus derechos más elementales.

Ahora la comunidad internacional debe actuar para evitar tragedias mayores que sufrirá toda la población, pero en particular las  niñas y mujeres.

*Escritora y periodista.

Producción: Silvina Márquez.