Déficit fiscal, dólar e inflación. En ese orden se encolumnan las preocupaciones de la Casa Rosada en materia económica. El año 2017 cerró con un déficit del 3,9% del PBI y, aunque se sobrecumplió la meta fijada del 4,2%, el número es preocupante si se piensa que, en definitiva, se trata de dinero que falta para equilibrar las cuentas. Esa es la obsesión de Mauricio Macri. Mientras la Argentina se financie con deuda en dólares y los nubarrones internacionales se mantengan, pedir plata prestada será una práctica que saldrá cada vez más cara. Un experimentado economista que suele ser crítico del Gobierno aseguró que “el control de daños ya comenzó y permitirá transitar los próximos meses con relativa tranquilidad. Caputo (Luis) de esto sabe, y ya había salido a cubrirse colocando 10 mil millones de dólares a principio de año”.
Los avatares del dólar estuvieron a la orden del día en el comienzo de la semana. Sin embargo, un dólar en torno de los 20 pesos no es algo que desagrade al Gobierno, que con esta nueva devaluación resuelve varios problemas y, a su vez, les tira un guiño a los empresarios. Un ex presidente del Banco Central de muy buena relación con Federico Sturzenegger asegura respecto del dólar que “se trata de movimientos controlados y que, si bien el Central no salió a jugar fuerte en las últimas ruedas, lo hará en las próximas semanas solo si la presión sobre la divisa continúa. Habrá más movimiento durante el verano”. Respecto de la autoridad del presidente del Central, sostuvo que lo ve “cansado, pero firme y con el desgaste lógico de cargar con los reproches de un sector del Gobierno que lo acusa de enfriar la actividad por su política de tasas. No creo en los rumores de cambio, pero sí en el control interno”.
¿Tú también? La pericia de Luis Caputo quizá sea su mejor carta para defenderse puertas adentro de Cambiemos y capear la crisis personal por la aparición de cuentas offshore no declaradas. El ministro de Finanzas es hoy un hombre casi indispensable para la administración de la política económica del Gobierno. Este rol clave es el que le permitió pasar con algo más de tranquilidad sus días en Chapadmalal.
Para los que también sigue habiendo reproches es para el ministro de Trabajo, Jorge Triaca; para el de Agricultura, Luis Miguel Etchevehere, y para los que no dejan todo en la gestión. Tal cual lo hemos descripto en esta columna dos domingos atrás, el Presidente sigue furioso por el costo político que tuvo que pagar por los errores de ambos ministros. A nivel humano, para Triaca lo peor ya pasó; el reto cara a cara y el pedido de explicaciones ya tuvo lugar. Su involucramiento para convencer a los ‘gordos’ de dejar solo a Hugo Moyano le permitió rehacerse internamente, aun cuando su situación es todavía compleja ya que una de las hermanas del ministro de Trabajo fue imputada por el fiscal Jorge Di Lello por el delito de negociaciones incompatibles con su función. Se trata de Lorena Triaca, quien fue titular de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional antes de la purga de familiares. La denuncia sostiene que, mientras Lorena Triaca ejercía el cargo, “era socia de una firma que contrató con el organismo que ella dirigía”. El monto de esa contratación superaba los 7 millones de pesos. Diríase que sobre mojado, llovido.
Desde el entorno de la ex funcionaria, dijeron que “nunca fue socia de la empresa Unify, sino que recibía un salario como empleada y más tarde llegó a ser directora”.
La diferencia de tiempo entre la renuncia a la empresa, su posterior designación en el cargo público y la contratación de la misma firma fue ínfima y se trata, cuando menos, de una influencia reñida con la ética o indecorosa.
Miradas. Hay quienes ven al ministro de Trabajo cada vez más complicado dentro del Gobierno y quienes aseguran que su estrella se apaga en favor del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, quien podría empezar a cercar la cartera de Trabajo con su propia gente.
Etchevehere trató de hacerse el distraído y dejar atrás el tema del famoso bono de La Rural, pero en Chapadmalal el asunto estuvo latente bajo el pedido de “cuidar los detalles y dejar todo en la cancha”, describió un allegado a uno de los participantes.
Quien salió absolutamente fortalecido de este retiro fue el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
El Presidente está enojado con todos estos hechos, que le han producido un deterioro a su imagen y a la del Gobierno. La conferencia de prensa del viernes en Chapadmalal tuvo que ver, en parte, con ese enojo. Fue llamativo que ninguna de las diez preguntas que se le hicieron tuviera que ver con la inflación.
El principal enemigo que tiene el Presidente es, al margen de la realidad, las torpezas de su gobierno. Las dificultades que está teniendo para reducir la inflación son un talón de Aquiles que hace difícil su gestión. Pero los “errores” de sus funcionarios han hecho mucho para ahondar el malhumor social.
Paradojalmente, los principales aliados del Gobierno son sus adversarios. Ahí está Hugo Moyano. La marcha que encabezará el próximo miércoles será multitudinaria. Sin embargo, le servirá políticamente de poco.
El aislamiento en que lo dejaron los grandes sindicatos es una debilidad que lo afectará de aquí en más. Que Luis Barrionuevo, quien fue el anfitrión del clásico asado en Mar del Plata en el que el líder de los camioneros pergeñó su ofensiva contra el Gobierno, lo haya dejado solo habla de una soledad que lo obliga a buscar apoyos que lo debilitan. Su acercamiento al kirchnerismo es un buen ejemplo de ello. Es una suma que resta. El Gobierno lo sabe; la Justicia, también.
Por eso investiga ahora cosas que debió haber investigado hace años.
Lo notable, además, es que la bravuconada del líder de los camioneros ha liquidado al triunvirato de la CGT, ahondando una crisis de conducción cuyo devenir nadie imagina.