COLUMNISTAS
los k buscan aliados entre dueos de diarios

¿Operación papel higiénico?

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Al final, la sangre no llegó al río. Guillermo “Lassie” Moreno ladró y tarasconeó, pero caminó a cucha. Igual, cuidado con el perro. Pero serán los jueces quienes resuelvan el pasado de Papel Prensa. Y el futuro de Papel Prensa está en manos de los legisladores.

La espuma kirchnerista bajó. Y bajó tanto que, ahora, los mismos que hace unos días se entrenaban para defenderse como gatos panza arriba del salvajismo K hacen cola para acusar a los K de blanditos, de timoratos o de acobardados por las reacciones que ellos mismos suelen generar.

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Habrá que ver con qué independencia y profesionalismo aquellos jueces soportarán las presiones que ya se les están viniendo encima. En este rincón, las principales figuras del Estado. En el otro, los conglomerados mediáticos más fuertes del país.

Habrá que ver con cuánta mesura estratégica o con qué carga de locura electoralista se calzarán las gafas los diputados y senadores, en un ambiente donde lo bueno y lo malo hace rato que no se definen por lo que significan en esencia, sino por de dónde vienen o a quién benefician.

Están mal las patoteadas barrabraveriles protagonizadas por encumbrados funcionarios, ya sean en persona o por Twitter.

Que los Tribunales y el Congreso trabajen está, básicamente, bien.

¿Deberían trabajar en cosas más urgentes que en la regulación del mercado del papel para diarios? Seguro que sí. Pero la inmensa mayoría de ellos se han dejado enroscar tanto en la pelea por la libertad de prensa, que debería caérseles la cara si esquivaran hoy este debate, que viene a ponerle el moño a lo que el oficialismo inició al votar, con apoyo opositor, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

El nuevo proyecto de ley enviado por CFK a Diputados tiene apenas dos carillas, envueltas en otras treinta y nueve repletas de datos y adjetivaciones contra Clarín y La Nación (accionistas privados de Papel Prensa) más una decena de extensísimos documentos grabados en un CD, que va adjunto.

Tiene sus trampas, sus tejemanejes y sus razones. Más que un proyecto de ley es, en realidad, un llamado a armar un proyecto de ley que incluye a todas las empresas que editan diarios en todo el país.

A la inversa del mecanismo utilizado para llegar a la llamada Ley de Medios (infinidad de asambleas de corte partidario, militante y/o estudiantil en las cuales la inmensa mayoría de las empresas del sector fueron dejadas afuera), ahora se convoca indiscriminadamente a los dueños de diarios a que conformen un consejo consultivo del cual deberían surgir los lineamientos para fijar nuevas reglas de juego para el mercado de ese insumo básico para su industria.

De ese modo, y vaya paradoja, los Kirchner buscan contar entre sus principales aliados a infinidad de medios a los que combatieron, pero pueden resultar muy útiles enfrentándolos a los intereses de sus competidores más grandes, con Clarín a la cabeza. La mayoría de esas empresas que publican diarios lo hacen en el interior del país, donde los legisladores viven y se someten de tanto en tanto al voto popular.

En su artículo 1º, el proyecto llama a declarar “de interés público” la fabricación, comercialización y distribución de pasta celulósica y de papel para diarios.

Los Kirchner, como todos sus antecesores, aunque tal vez un poco más, han confundido infinidad de veces el interés público con el interés propio, al menos, en términos partidistas. Ello no quiere decir, de todas maneras, que el verdadero interés público haya dejado de existir.

Los diarios marcan la agenda. Son el primer eslabón de la cadena informativa. Contribuir a su independencia es a todas luces de interés público, por más que los Kirchner o quienes los sucedan pretendan (o logren, incluso) distribuirlos como un coro y terminen usando la libertad de prensa como papel higiénico. Que una cosa ocurra y la otra no, depende del Congreso.