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Arde Cambiemos: quién le teme a Duran Barba

Radicales y “lilitos” hacen cola para pegarle al ecuatoriano por sus elogios a CFK. Como Mauricio Macri, también “culpan al otro”.

El principal asesor de Cambiemos, Jaime Duran Barba.
El principal asesor de Cambiemos, Jaime Duran Barba. | Noticias Argentinas

Juntos por el Cambio tiene convulsiones. El virus del fracaso en la gestión y la posterior derrota en las urnas atacó sobre todo al hemisferio radical de la alianza que, contrariamente a su cultura de buenos modales, viene manifestando frecuentes ataques de furia, mientras por el lado macrista pareciera que aquí no pasó nada.

El último brote fue contra Jaime Duran Barba, el consultor que de algún modo “inventó” al Mauricio Macri post Boca Juniors, es decir, al fashionista hijo de papá volcado a la política para gobernar primero la ciudad más rica del país durante ocho años y después el país entero por otros cuatro sin que ardiera Troya.

“Que se vaya a pedir laburo al Instituto Patria”, saltó el diputado cordobés Mario Negri ni bien Duran Barba se animó a decir lo que a esta altura del partido debería caerse de maduro para cualquier persona capaz de no hachar con fanatismo sus dos dedos de frente: “Cristina Kirchner es la mujer más brillante de la historia argentina”.

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Habla muy bien de JDB el haberse animado a lanzar lo que para algunos puede representar un elogio intragable, pero más bien constituye una desapasionada descripción socio-política. El consultor estrella de Mauricio y Marquitos durante una década y media es capaz de esforzarse por hacer lo que ellos no: ver la realidad, al punto de asumir que se perdió y que, si se perdió, es porque alguien ganó; y que si aquél que ganó lo hizo tras una decisión sorprendente y audaz de CFK, habrá sido porque la doña que eligieron como contracara no estaba tan demolida como ellos pretendían. Ni ellos eran tan piolas.

El inicio de un nuevo gobierno suele ser el momento más lejano a la próxima elección. La campaña que viene aún queda lejos. Y tal es otro buen motivo para valorar la sinceridad profesional del ecuatoriano.

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Debería ser ahora el tiempo de las autocríticas, que Macri y Patricia Bullrich se resisten a hacer especulando, mínimamente, con mantener el mando (y los votos). Pero también los radicales cambiemistas, que hasta antes de las PASO mutaron su eterna moderación en blandura y seguidismo, cayeron en la trampa de “echarle la culpa al otro”, como si Macri hubiera gobernado solo contra el mundo.

Si hubo un habitué de la Casa Rosada verdaderamente exitoso en los últimos cuatro años, ése fue Jaime Duran Barba. Su función era ganar, no gobernar. ¿Alguien creía, una década atrás, que alguien tan vacuo como Macri llegaría a presidente? Pues bien, el inefable Jaime lo hizo. Y todo en base a un análisis pormenorizado y hasta diría científico de la sociedad post posmoderna en que vivimos.

Podrá cuestionársele cierta gran cuota de oportunismo cínico y el desparpajo de un estilo provocador. Sin embargo, él no estaba ahí para insuflar valores, ya que nadie lo eligió para ninguna función pública. Estaba para “vender Macris”. Si los políticos que lo contrataron optaron por confundir la capacidad de gestionar consensos y gobernar con ir saliendo del paso a cualquier precio y convertirse en una máquina electoral, la falla fue de ellos. No de Duran Barba.

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Es más: si el consultor ecuatoriano no hubiera tenido razón en que la economía iba a pesar ma non troppo en las últimas elecciones, Macri no se habría repuesto del knockout de las PASO con el misticismo seudo evangelista del “Sí, se puede”, ni cosechado el 41 por ciento de los votos.

Tal vez los radicales teman que Duran Barba “reviva” a Macri. Deberían considerar si ese miedo convulsivo no es apenas un síntoma de su propia debilidad y reciente obsecuencia.