De no mediar un sabotaje, una inesperada ocupación piquetera o una responsable intervención de la Justicia en defensa de los ciudadanos, mañana, 20 de diciembre, la ciudad se vestirá de ruido ensordecedor, nubes tóxicas de sulfuros y monóxido de carbono, ulular de sirenas y probables alfombras rojas de sangre. Oj-Alá me equivoque. Alá no lo quiere y el Dios de los judíos y los cristianos tampoco: tal vez ambos medien enviando una gran lluvia o una tormenta que impida esta celebración simultánea de la soberbia de los gobernantes, la irresponsabilidad de las autoridades deportivas, la vocación suicida de los pilotos, la ingenuidad del público, el despilfarro del capitalismo tardío y la inescrupulosidad de los dirigentes de la industria automotriz que fomentan esta clase de manifestaciones. Se trata de un evento pomposamente llamado: Master de Pilotos: la carrera que todos quieren ganar, organizado por el Gobierno de la Ciudad, una vez más al servicio de los intereses de la industria y de la publicidad encubierta a cambio de esta dádiva de pan y circo que se le presta a los sectores menos despiertos de la comunidad. A partir de las 17 y por más de seis horas, la avenida 9 de Julio se cerrará al tránsito y se abrirá a sucesivas muestras de “picadas” de 10 minutos de autos “tuneados” de TC, TC2000, Top Race, TN y Fórmula Renault, seguidas por lo que los organizadores pomposa y estúpidamente llaman “un show de trompos”, reedición de los rompecoches americanos de los años 50 y versión circense de que lo alguna vez fuera el deporte del automovilismo y que ahora es un negocio sucio y vil, por la incidencia que este tipo de actividades tienen en la estimulación de excesos de ruidos, de velocidad y de accidentes entre los pequeños tontos y pequeños suicidas miembros de esa franja apreciable de conductores argentinos que, en la intimidad, se identifican con los grandes tontos y grandes suicidas que pasan por campeones del volante. Claro que la nación suele recompensarlos. Aquí dos “testimoniales”: uno que perdió un brazo y otro que salvó su vida, fueron premiados con sendas gobernaciones provinciales. Pero apuesto a que el socialista Newbery y los peronistas Fangio y Gálvez mirarían esta operación del jefe de Gobierno con el mismo desprecio y malhumor que yo: en sus tiempos aún existía el deporte. Por mi barrio hay peronistas, trotskistas y lilitos que asocian el evento a algún festejo matrimonial. Si se tratara de la propuesta de la empresa K Electroingeniería de realizar el faraónico túnel bajo la avenida, los novios no estarán presentes, porque ya la razón y la legislatura le dieron sus No a la apurada licitación que promovía Macri.