La infodemia que contamina buena parte de los espacios periodísticos y de difusión en redes sociales parece haber ingresado en una nueva fase: la de ocupar creciente influencia en el marco de la grieta, que parecía haberse cerrado con la dramática aparición de la epidemia de Covid-19 y la consecuente actitud colaborativa de quienes deben administrar los recursos humanos, sociales y económicos de la tragedia.
Tal parece que para algunos –no son pocos– resulta conveniente transmitir informaciones falsas o sesgadas para hacer más sólidas sus posiciones, que nada tienen que ver con el buen ejercicio de la profesión periodística y la responsabilidad personal en las redes vía internet.
Lo que está hoy en pleno desarrollo es una verdadera guerra de guerrillas en torno a la morigeración de las privaciones de libertad con motivo de la epidemia. Ya no se trata solo de operar con fake news: también –y en mayor medida– de influir desde la opinión y con manipulación de datos (en muchos casos desembozada). Por cierto, en un contexto de tensión de quienes viven la cuarentena con angustia y creciente desazón, añadir desinformación agrava el problema y presenta un nuevo virus: el de la desesperanza. Este ombudsman quiere transmitir a los lectores de PERFIL algo de tranquilidad en relación con los contenidos del diario: aunque el grueso de la avalancha de datos falsos, sesgados o incomprobables ha crecido en esta última semana, resulta claro que en estas páginas no hay espacio para operaciones políticas o ideológicas a favor de una u otra posición en torno a los presos, sus condiciones de detención y la peligrosidad de su alojamiento fuera de las cárceles.
Estar atentos a la información confiable es una exigencia de hoy y de siempre. No se trata de subordinar la verdad al comportamiento social sino todo lo contrario: la verdad es un concepto inalterable, y más aún en situaciones como las que hoy se viven en todo el mundo. La problemática de la sobrepoblación y la precariedad de las instalaciones penitenciarias, que en la Argentina alcanza proporciones alarmantes, es objeto de análisis en casi todos los países. Italia, España, territorios de los Estados Unidos, Colombia, México, Chile –por solo mencionar algunos– llevan adelante programas destinados a proteger a la mayoría de los internos, a los agentes que los custodian y al personal sanitario que los atiende. Es decir que no se trata –como se quiere instalar en la opinión pública– de la postura dictatorial, autoritaria, de un gobierno sino de una política carcelaria ajustada a los tiempos de la pandemia.
Por cierto, poner en libertad a presos antes del cumplimiento de sus condenas o –incluso– de sus sentencias conlleva el riesgo de la reincidencia. En tal sentido, lo que se les demanda a los tribunales que deciden esos supuestos beneficios es que apliquen criterios selectivos en relación con la gravedad de los hechos consumados, y a los funcionarios ejecutivos que impongan un control estricto, severo, sin fisuras, de esas libertades limitadas. Un asesino, un violador o abusador, un condenado por actos de corrupción o por haber cometido delitos de lesa humanidad, no pueden ser tratados de igual modo que quienes solo están presos por delitos menores.
El sentido común y los procedimientos judiciales deben ir a la par. Y los medios, los periodistas y quienes son vehículos de información desde las redes sin ejercer este oficio tienen el deber de reflejar tanto las buenas decisiones como las malas, con la mayor claridad y la más ajustada responsabilidad social.
Correo. El lector Federico Yurcovich me consultó vía mail si será posible leer los textos que ocupan cada domingo el espacio Cartas a PERFIL, que se publica en esta misma sección. Pasé su inquietud a la jefatura de redacción, que respondió que la web está saturada de contenidos producto de la integración del diario en sus dos soportes. Además, las cartas son del diario impreso y publicarlas en perfil.com haría que también tuviéramos que destacar, de alguna forma, los mensajes que nos llegan por notas del diario subidas a la web de lectores web, vía home y redes sociales.