“‘Come ajo; bebe alcohol; el virus se transmite por las líneas 5G…’ Estas y algunas otras falsedades corren por internet, redes sociales y otras plataformas de comunicación mundiales. La información falsa y poco fiable se propaga de forma viral hasta el punto de estar poniendo en riesgo muchas vidas. También es el nido donde proliferan los estafadores”.
Lo dice la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyos organismos pertinentes (la OMS, las relatorías de Salud, ayuda humanitaria, derechos humanos) han multiplicado sus esfuerzos en el marco de la pandemia y en todo el mundo.
La más reciente definición llegó el viernes en palabras de la alta comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien ratificó algo que ya esbozara días atrás (ver la columna del Ombudsman del domingo 19, página 45, https://www.perfil.com/noticias/columnistas/la-pandemia-tambien-ataca-a-la-prensa-independiente.phtml), en relación con las restricciones, amenazas y otras violaciones que ejercen gobiernos de distintos puntos del mundo contra medios de comunicación y periodistas. “Algunos Estados han usado el brote del nuevo coronavirus como pretexto para restringir la información y sofocar las críticas”, subrayó en un comunicado Bachelet, quien añadió que el libre flujo de información en la actual crisis sanitaria es vital para la lucha contra el Covid-19.
“Los medios libres son siempre esenciales, pero nunca habíamos dependido de ellos tanto como durante esta pandemia, cuando tanta gente está aislada y teme por su salud”, concluyó.
La inquietud de la ONU en relación con la difusión de noticias falsas y de supuestos (y peligrosos) remedios para neutralizar el virus muestra una gran influencia de estas informaciones erróneas o falsas, que están siendo comunicadas por medios tradicionales y –en mayor medida– por las redes sociales. “Este fenómeno de la desinformación está poniendo en riesgo vidas, ya que hay personas con síntomas de estar enfermos por el coronavirus que prueban remedios no comprobados con la esperanza de ‘curarse’ a sí mismos. El miedo es el caldo de cultivo de la desinformación, los rumores y las falsas esperanzas. Sin embargo, la información veraz y fiable puede darnos una visión de la realidad en la que puedan nacer esperanzas ciertas”.
En tal sentido, la ONU recomienda seguir la información de organismos oficiales y también de la Unesco, que está centralizando los datos correctos. En un trabajo publicado la semana anterior, el área de Salud de la ONU cita a Guy Berger, director de Políticas y Estrategias sobre Comunicación e Información de la Unesco, y uno de los principales expertos de esa agencia de la ONU en materia de desinformación, quien explicó que las falsedades relacionadas con todos los aspectos de Covid-19 se han convertido en algo común.
Tanto en la comunicación desde el área de Salud como de la de derechos humanos, la inquietud de la ONU es creciente, y así lo puntualizó el viernes Michelle Bachelet: subrayó que “en la actual pandemia algunos líderes políticos han emitido declaraciones contra periodistas que han creado un ambiente hostil hacia estos profesionales, dificultando su labor”. No identifica a esos líderes, pero cita un informe del Instituto Internacional de Prensa en el que “se contabilizaron más de 130 ataques a los medios de comunicación desde el inicio de la pandemia, entre ellos cincuenta casos de censura y restricciones al acceso a la información”. Al menos cuarenta periodistas “han sido detenidos o se han presentado cargos contra ellos en los cinco continentes por publicar artículos críticos con la gestión gubernamental de la pandemia, o simplemente por cuestionar la veracidad de las cifras oficiales de afectados”. Bachelet puntualizó que “en los casos más dramáticos, algunos periodistas han desaparecido y varios medios fueron cerrados por las autoridades”. Y concluyó: “No es el momento de culpar al mensajero, y en lugar de amenazar a los periodistas los Estados deben promover un sano debate en torno a la pandemia y sus consecuencias”.
En situaciones tan dramáticas como las que estamos viviendo, aparece en algunos líderes, dirigentes políticos y formadores de opinión una peligrosa tendencia a violentar el ejercicio de las libertades más allá de lo que aconseja el buen procedimiento. El equilibro y la protección del periodismo como protagonista de la comunicación responsable es indispensable, y en tal sentido –mal que les pese a los firmantes del manifiesto liderado por Mario Vargas Llosa y firmado, entre otros, por Mauricio Macri– el gobierno nacional y buena parte de la dirigencia de signos diversos están sosteniendo una moderada política de restricciones y una abierta relación con los medios.