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Reportaje a Emilio Apud

“Pagamos una décima parte de lo que cuesta producir la energía”

El ex secretario de Energía cuestiona al Gobierno por no prever la falta de inversión en el sector. Critica los acuerdos con China y Rusia en esta materia y propone un mayor desarrollo en tecnología nuclear. Destaca el acuerdo energético que firmaron los candidatos presidenciales, con la excepción de Scioli porque “no lo autorizaron”.

Opinión. “La Presidenta va a viajar a Moscú y es probable que traiga otro compromiso que nos va a atar las manos para elegir libremente cuál es nuestra política energética y cuáles son las tecnologías
| Néstor Grassi

Se ha realizado esta semana el seminario “La energía en Argentina”, organizado por los ex secretarios que se han desempeñado en este campo tan valioso y lleno de implicancias para presente y futuro.

El objeto ha sido reunir elementos de juicio técnicos y económicos para formular una recomendación fundada y consensuada tanto a las fuerzas políticas como a los candidatos presidenciales que competirán en las próximas elecciones nacionales y que se aplicarían en el período 2016-2019.
Queremos detalles sobre el tema:

—¿Todos los precandidatos presidenciales firmaron esta declaración de compromiso?
 —Con la excepción de Scioli (FpV), todos han firmado –nos confirma el ingeniero Emilio Apud (ex secretario de Energía 2001)–. Algunos ya no son candidatos (como en el caso de Binner) pero la lista incluye a Stolbizer, Sanz, Macri, Massa. Todos han firmado y están de acuerdo con los puntos que hemos planteado. Creemos que, con este seminario, hemos enriquecido esos 14 puntos también con la visión de gente de los sectores empresario, académico y económico que fueron invitados. Yo he coordinado el panel sobre hidrocarburos en el que estuvo presente el ingeniero Aranguren (acaba de renunciar como presidente de Shell para el mes de junio) que, me parece, tiene la intención de jugar también en política.

—Usted me decía que el gobernador Scioli era el único que no había firmado la declaración de compromiso…
—Bueno, tuvimos una reunión y él nos puso gente del Ministerio de Obras Públicas. Luego, parece que tuvo problemas y no estuvo autorizado para firmar este tipo de compromiso como lo han hecho los demás representantes y candidatos por otros partidos políticos.

—¿Cómo se realizaría entonces la “diversificación de las fuentes primarias de energía” que mencionan en esta declaración?
—Tenemos una matriz energética muy sesgada hacia los hidrocarburos. Casi el 90% de toda nuestra energía son hidrocarburos, de los cuales la mitad es gas natural y el resto, derivados líquidos del petróleo. A nivel mundial también hay preponderancia de hidrocarburos pero son 60%-40%. Aquí estamos en 90%-10%. Es mucho. Aunque tengamos petróleo, supongamos que se desarrollan los nuevos yacimientos, etc., y siempre conviene (por una cuestión de factores ambientales y no solamente económicos) buscar algo que baje, de alguna manera, la emisión de anhidrido carbónico. Si bien nosotros somos muy chicos (tenemos el 0,6% de la demanda mundial de energía), de todos modos hay que ser solidarios con el problema que está afectando al mundo en el tema del cambio climático. También hay que tener en cuenta la salud de la gente. Se habla mucho de cambio climático pero estar chupando anhídrido carbónico (en las emisiones de fábricas, usinas, autos, camiones, etc.) no es bueno. Tecnológicamente, entonces, hay otras alternativas. Por ejemplo, nosotros tenemos las hidroeléctricas porque solamente la mitad del agua de los ríos que contiene energía (aún potencial sea de montaña como de llanura) ¡ha sido aprovechada! Se pueden desarrollar mucho más otras centrales hidroeléctricas.

—Pero esto significaría enormes inversiones, ¿no es cierto?
—Sí. Son inversiones muy altas y también de períodos de ejecución altos. Una central hidroeléctrica no puede hacerse en menos de siete años desde que se concibe, y los capitales son muy elevados aunque, después, cuando empieza a funcionar, no usa combustible y producir energía es prácticamente muy barato. Luego, también tenemos la energía eólica. Poseemos uno de los mejores vientos del mundo pero, por ejemplo, Uruguay tiene mucha más energía eólica que nosotros.

—¿Por qué? Siempre me lo pregunto cada vez que, por ejemplo, en la Patagonia observamos los vientos impresionantes que tienen allí. ¿Cuál es el motivo para no aprovecharlos en mayor medida?
—Bueno, lo mismo pasa con la alimentación. Nosotros tuvimos las vacas y nos dedicamos a comer carne dejando de lado el pescado, las verduras, etc. Le reitero esta semejanza: tenemos energía para autoabastecernos y estamos importando algo. Entonces, las alternativas se dejan de lado, sobre todo por una visión cortoplacista. En Israel, por ejemplo, no tienen petróleo. Recién están descubriendo algo en alta mar. Tampoco en Alemania. Entonces, buscan alternativas para no tener que importar hidrocarburos. Fíjese, entonces, que nosotros tenemos energía eólica y (con un poco de inteligencia y recuperando la confianza de los inversores) se puede desarrollar bien. Además, tenemos la energía nuclear. Hay mucha gente a la cual no le gusta la energía nuclear pero, sin embargo, es una de las energías más limpias que hay porque no tiene elementos contaminantes que emitan nada a la atmósfera. Solamente un poco de vapor de agua. Y, siempre en energía nuclear, también tenemos un conocimiento y una experiencia que nos coloca en el primer lugar de Sudamérica.

—Exactamente ¿por qué?
—Desde los años 50 y 60 estamos con desarrollo nuclear y hemos desarrollado prototipos experimentales con los que hemos ganado licitaciones internacionales en Australia, en Egipto, etc. Es decir: hay un know how, un conocimiento muy importante y poseemos la materia prima porque también tenemos el uranio… En fin, habría que convencer a los ecologistas de que tener minas de uranio no es nada malo. También sabemos cómo enriquecer el uranio. En el Instituto Balseiro se han descubierto métodos utilizando láser para enriquecer uranio y además hemos suscripto todos los tratados de no proliferación de armas. Es decir, no podemos enriquecer por encima de cierto nivel, contamos con la confianza del mundo que antes no teníamos y poseemos tres centrales nucleares: Atucha I, Atucha 2 y Embalse Río Tercero. Fíjese que, por ejemplo, Atucha I hace más de cuarenta años que está funcionando y Embalse Río Tercero, ¡más de treinta! Atucha 2 empezó ahora y esperemos que ande bien. Usa una buena tecnología de la que hay que migrar hacia otras tecnologías. Hemos conseguido una planta monstruosa de agua pesada, que es el material para refrigerar y moderar las reacciones.

—¿Esto es en Arroyito?
—Sí. Cerca de El Chocón. Se utiliza la energía abundante que hay allí y también el agua potable de los ríos Limay y Neuquén. Yo diría que en el desarrollo nuclear el punto débil es la exposición final de los elementos radiados. El desecho nuclear, en las centrales, tiene un efecto muy peligroso por las radiaciones de distintos tipos de elementos que posee y que duran cinco o diez mil años. Entonces, hay que confinarlos en algún lugar para exportarlos. Por ejemplo, Francia importa y los recibe. Nosotros no hacemos eso pero hay lugares en Chubut (con formaciones de piedra muy interesantes) donde se podrían colocar. Entonces, tenemos todo el ciclo completo. Incluso, también podríamos exportar tecnología. Pero no porque lo necesite el sector energético (como le señalé recién, tenemos energía hidráulica, eólica, petróleo, gas, etc.) sino para mantener encendida la llama del desarrollo nuclear aun para otras aplicaciones.

—¿Para la medicina?
—Sí. De allí salen isótopos, por ejemplo. También para la alimentación, para la industria. Y esto es muy importante. Siempre se asocia la energía nuclear con explosivos pero también tiene otros usos. La energía nuclear es muy interesante: justamente uno de los puntos del seminario trató específicamente de la energía nuclear a través de un programa que debe ser aprobado por el Congreso Nacional y todas las fuerzas políticas pero que no tiene nada que ver con lo que está haciendo este gobierno cuando, con tal de conseguir unos “yuanes”, ¡se casa con China! Justamente, la semana que viene la presidenta de la Nación va a viajar a Rusia y es probable que traiga otro compromiso que nos va a atar las manos para elegir libremente cuál es nuestra política energética y cuáles son las tecnologías que más nos interesan. Yo no descarto a China ni a Rusia pero ¿por qué, a ocho meses de irse del gobierno (después de no haber hecho nada en este sentido durante 12 años) nos quieren dejar atados a una tecnología que no conocemos? Tampoco conocemos los precios a los cuales se va a llegar. Es muy fácil decir “yo te financio”. Ahora, ¿cuál es el precio de esta financiación cuando uno compra en cuotas? Sí, doce cuotas pero, a lo mejor, el precio de contado sería la mitad.

—Volviendo a la vida cotidiana, ¿a qué se deben las innumerables situaciones de cortes de energía eléctrica que han provocado gran cantidad de denuncias?
—El sector eléctrico tiene tres partes: una es la generación, donde se produce la energía eléctrica. Otra es el transporte: me refiero a los grandes ductos en alta tensión, en 500 mil voltios. Por ejemplo, los grandes generadores del Comahue están en un lugar y el consumo, a mil kilómetros de distancia. Entonces, hay que transportar esa energía. El tercer segmento es el de la distribución. La energía que viene por esos grandes ductos (que son líneas de alta tensión) constituye las redes de distribución, que están en manos o de provincias o de cooperativas o de empresas concesionadas. En el caso que más conocemos (como es Capital y Gran Buenos Aires), están Edenor y Edesur. Tienen una concesión y el concesionante es el Estado nacional. Es el único caso en que, siendo un distrito que incluye a provincia de Buenos Aires y Capital, no está manejado ni por el intendente de la Capital Federal ni por el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo maneja el Estado nacional que, en realidad, son los restos de Segba.

—Perdón, pero las terribles fallas que hemos registrado se deben a poco mantenimiento o a falta de inversión?
—Hay poco mantenimiento porque no hay inversión. Y no hay inversión porque no hay dinero. En los años 2002/2003, la tarifa de energía eléctrica servía para expandir el sistema y atender la demanda por gastos de operación y mantenimiento. El problema es que, a partir de 2003 (había pasado ya el problema de la gran crisis económica de 2002, en el que no se habían ajustado las tarifas) ¡la mano venía mejor! Asumió Kirchner pero el trabajo pesado ya lo había hecho Duhalde con Lavagna, etc., y las cosas ya no estaban tan mal. Empezaron a ser altos los precios de las commodities, etc. Eso no justificaba congelar las tarifas. Sin embargo, por una cuestión de política del “modelo” cortoplacista y populista, decidieron no tocar las tarifas en 2003/2004/2005/2013/2014/2015.Es decir, ¡durante doce años no se tocaron las tarifas y todos los precios y los salarios subieron diez veces en ese lapso! Entonces, hoy estamos pagando como tarifa una décima parte de lo que cuesta producir un kilovatio/hora. ¿Qué ocurrió entonces? Bueno, al principio había un desfasaje de 10% o 20% y empezaron a detenerse algunas inversiones. Después, a parar algunos gastos de operaciones de mantenimiento y, hoy, no alcanza la tarifa ni para pagar los sueldos ni para pagar la energía que brinda Cammesa, la energía que distribuyen. Todo eso sale a través de subsidios, que no son suficientes. Es decir, si lo que no paga la tarifa lo pagara todo el subsidio, entonces no tendría por qué haber cortes. Se harían las inversiones necesarias. El subsidio es una parte chica que no va a las empresas distribuidoras. Va a la generación. Las empresas distribuidoras con ingresos de diez años atrás no pudieron hacer las inversiones de expansión…

—¿Cómo respondieron a esto los precandidatos presidenciales?
—Tengo entendido que están trabajando todos los equipos técnicos buscando cómo actualizar las tarifas. Nosotros lo incluimos en la declaración de compromiso que ellos (menos Scioli) han firmado y las tarifas tienen que reflejar el costo económico de producir la energía. Se supone entonces que firmaron después de haber leído todo eso. Políticamente y técnicamente, el secreto es hacer todo de golpe o en una forma secuencial en el tiempo. Y si se le pregunta a cualquier candidato, va a decir: “Bueno, ya veremos cómo actualizamos tarifas” pero lo que no se puede es seguir con este régimen de tarifas porque, además de no tener justificación técnica, es injusto porque están subvencionando lo que no les hace falta y ese subsidio lo está pagando toda la gente con inflación y con cepo. Un habitante de Jujuy nos está pagando la fiesta de 50 o 60 pesos por bimestre de energía. Hay que terminar con esto y si la gente no lo entiende no saldremos de esta trampa que es el congelamiento de tarifas. El resultado será que habrá escasez y cada vez más endeudamiento al tener que importar. Los cortes por lo que usted preguntaba son algo muy grave. Sobre todo en centros urbanos, con edificios y densamente poblados. No se corta solamente la luz sino elementos vitales como agua, ascensores y elementos para la salud. En resumen, digo que es un error comprar el discurso del Gobierno cuando dice que “la culpa la tienen las empresas”. El chivo expiatorio son las empresas. Y si fuera así, la culpa la tienen ellos porque deberían haberles sacado la concesión. Ahora bien, si es un contrato entre dos partes y la empresa tiene un montón de obligaciones para lograr un buen servicio a cambio de que el Estado le dé una tarifa económicamente razonable, si el Estado deja de darle esa tarifa razonable, el otro quedará libre de cumplir con su parte. Si llegan a sacarles la concesión, entonces vamos a estar en otra deuda a futuro en los tribunales internacionales.