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Para debatir el futuro, nace la “Carta Abierta” del peronismo

Las elecciones del 28 de junio parecen haber acelerado un debate interno en el peronismo, que una vez más se presentó como oficialismo y también como oposición. Cada vez más dirigentes coinciden en que, desde la muerte de Perón, no sólo no supieron reorganizar el partido, sino tampoco rescatar la masa crítica del pensamiento de su creador y conductor, para convertirla en algo vital, moderno, e incluirlo en el contexto del país y del mundo actual. Antonio Cafiero anuncia la creación de un grupo de intelectuales, una “Carta Abierta” de los históricos para poner en marcha una discusión programática.

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La elección del 28 de junio parece haber dejado algo más que una nueva conformación en el Congreso de la Nación y una herida en el corazón del poder kirchnerista. Al menos desde el discurso la mayoría de los dirigentes peronistas de todas las líneas coinciden en que ya no pueden esperar la reorganización del partido y hasta asumen, aunque a regañadientes, que no se toleraría otra interna justicialista en una elección nacional tal como viene ocurriendo. Aunque evalúen eso más como un problema propio de cara a las futuras presidenciales (para cuando ven a la oposición mejor plantada), que como un nuevo desgarro para la Argentina.

Del ’55 para acá decenas de preguntas se hicieron sobre el peronismo para tratar de entenderlo. Y hasta para tratar de descubrir qué hacer con la enorme masa social que entonces le era fiel. Pero desde la muerte de Perón, considerando las proscripciones y saltando el espacio trágico de la dictadura, los peronistas no sólo no fueron capaces de reorganizar el partido al que le caben las generales mundiales de crisis partidarias. Fueron incapaces de rescatar la masa crítica de pensamiento peronista, las ideas de su creador, esa formidable articulación de teoría y práctica (que no se entienda esto como juicio de valor), para convertirlo en algo vital, moderno e incluirlo en el país y el mundo actuales.

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Un francés amigo le dijo a Jorge Todesca, justicialista porteño y ex viceministro de Economía, que el libro que todavía no se pudo escribir es Qué es eso del peronismo. Lo dijo en su idioma por cierto (¿Qu’est-ce que c’est le peronismo?). A muchos dirigentes el dilema no les importa. El peronismo no es de derecha ni de izquierda, el peronismo es lo que es. Además de contener una sustancia doctrinaria, tiene algo cuasi religioso. El peronismo tiene algo de fe, explica Antonio Cafiero. Sin embargo, acepta que a esta altura necesitan una discusión programática antes que líderes y anunció la conformación de un grupo de pensadores e intelectuales, para constituirse en una alternativa desde la historia peronista a Carta Abierta. El grupo de intelectuales, que aún debate si llamarse Reconquista, o Renovación, quedó conformado el 13 de julio. Preparan una especie de nuevo decálogo de verdades o coincidencias básicas para poner a la consideración del resto.

El grupo reúne a figuras históricas, dirigentes e intelectuales de distinas extracciones internas del grueso cauce peronista, nucleadas en torno a Cafiero.

Están, entre otros, Eduardo Amadeo, Carlos Campolongo, Jorge Castro, Ginés González García, los filósofos Silvio Maresca y Mario Casalla, la historiadora Araceli Bellota, y los sociólogos Enrique del Percio y Catalina Pantuso.

De dónde vino, adónde va. No es objeto de esta nota hacer un análisis de lo que fue. Pero releyendo, escuchando viejos discursos y testimonios, revisando la gestión de aquellos años, se les podría informar a las generaciones más jóvenes que el peronismo era algo más que el ramillete de frases que muchos de sus dirigentes estuvieron utilizando como ponchos, debajo de los cuales no se sabía muy bien qué había. Y que ahora faltan posturas consolidadas sobre el rol del Estado, el tipo de inversión privada interna y externa, la lucha contra la pobreza y por la promoción social, la salud, la educación, la juventud, el medio ambiente (del que hablaba Perón en el último tramo de su vida) y la posición frente al mundo.

La idea del ancho río, a veces recostado a la derecha y otras a la izquierda, que fue desdibujando sus márgenes, fue usada por uno de los hombres influyentes en el espacio de Francisco de Narváez para explicar los últimos 25 años. En estricto off the record dijo que el justicialismo “perdió su esencia doctrinal y eso permitió que Kirchner fuera peronista y Menem también”. Sobre el futuro dice que De Narváez cree que hay que “modernizar al partido y generar una completa reafiliación”.

Carlos Brown, presidente del Movimiento Productivo Argentino creado por Eduardo Duhalde, es un poco más categórico sobre lo de las márgenes del río: “El peronismo es esencialmente centro-derecha, me parece”. Reconoce que necesitan “juntar todas estas cosas que están sueltas y ordenarlas”, que “de ahí tiene que salir el candidato que aglutine” y que “Duhalde sería la persona indicada para esa tarea”. Dice que “eso es lo que se está intentando con cautela” y que “no va a ser fácil”. Durísimo con Kirchner, también es descarnado con sus compañeros que lo toleraron: “Su manera autoritaria es la ruptura, la división. Y eso sólo se aguanta en época de jolgorio”.

Es público que el ex gobernador y ex presidente se reúne y/o recibe en procesión a dirigentes variopintos de su partido. Julio Bárbaro, que como la mayoría fue funcionario de más de un gobierno, lanzó la piedra hace unos meses cuando dijo que el peronismo se había muerto. Ahora, no sólo reafirma esa postura, sino que afilando el bigote dice que “los que van a ver a Duhalde están reorganizando un sistema de vida. Añoran más los cargos que las ideas. Se reúnen porque sueñan recuperar el poder perdido” (y no es el único que lo critica). Bárbaro sostiene que “como pensamiento el peronismo está tan muerto que cualquiera se dice peronista. Y el mismo Perón lo disolvió cuando cambió que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista por un argentino para otro argentino. Las conquistas del peronismo ahora son propiedad de la sociedad”.

Doctrina, bombos y Queen. La aparición de una oposición articulada, con dirigentes que parecen concitar adhesiones fuertes, apura los tiempos del peronismo, que se siente amenazado. Uno de los escenarios es el de alianzas o frentes. Algunos ven al peronismo sin candidatos exclusivos y como parte de un frente partidario.

Hasta el 10 de diciembre el virtual vicejefe de Gobierno de la Ciudad es un peronista. Diego Santilli llegó a la Legislatura de la Ciudad en alianza con Mauricio Macri. Coincide en que el PJ necesita “un debate programático para decidir qué Argentina quiere en los próximos 30 años”, y que si bien es cierto que “a veces para reorganizar los partidos se necesitan figuras, en la crisis en que está el peronismo no necesita un candidato”. Santilli, como la mayoría, zafa del dilema ideológico. “Tiene que haber un discurso programático y después uno ideológico. Esto debe salir de una mesa amplia con gobernadores e intendentes. Pero no entender que el peronismo tiene distintos pensamientos es no entender al peronismo”, asegura.

“El justicialismo va a un proceso muy lento de cambio. Tiene que renovarse con prudencia y tiempo y eso lo saben todos sus dirigentes. Pero no es cierto que la sociedad va a la derecha porque quiere consensos y moderación”, sostiene Guillermo Seita, ex jefe de la JP Lealtad y ex secretario de Medios de Menem, que se fue dando un portazo con 70 páginas de renuncia cinco meses después de la reelección del ’95. Después de 12 años de estar alejado de la política, Seita dice: “El peronismo tiene una experiencia muy larga en subirse a la ola y cabalgarla. La sociedad argentina no va a derecha o izquierda, va hacia más república, más federalismo y a cambios en las formas”.

Qué va primero. Algunos confiesan no saber qué debería ser primero, si la reorganización o la consolidación de figuras o posibles candidatos. Todesca cree que “el gran desafío es lograr una estructuración superadora del partido” y que sea partido, “porque movimiento era mientras estaba Perón”. Otros más pragmáticos, como un dirigente bonaerense no duhaldista, aseguran que “primero necesitamos ideas, porque no puede haber discusión si los dirigentes políticos se manejan por encuestas. Si hubiera ideología habría menos encuestas. Macri sólo será candidato si Reutemann no lo es. Y a Macri lo buscarían sólo por las encuestas. Hasta que no defina sus candidatos el partido no se reorganizará”.

“La teoría dice que primero deberíamos tener las líneas programáticas. La historia dice que esas líneas se generan sobre figuras fuertes. Y el único que en este tiempo puede sumar en el PJ es Carlos Reutemann”, dice la senadora Roxana Latorre.

“Reutemann se define como de centro-centro izquierda”, explica Latorre, “es un profundo admirador del Estado benefactor de los países nórdicos. Pidió que protejamos a los jóvenes dirigentes de la política tradicional porque está revisando lo que Perón planteaba del trasvasamiento generacional. Y ya dijo que cuenten con él para el mediano y largo plazo, no para la cosa cortita. Su gran construcción política es una construcción humana”, dice la senadora santafesina.

Entonces… Algunos evalúan un frente con Reutemann, Macri y De Narváez como cabezas visibles. Dicen que Macri es desarrollista, aunque de su gestión se ve sólo la parte del desarrollo inmobiliario. Que Reutemann es productivista. Otros gobernadores podrán también decir lo suyo. Pero empezó a correr una norma que no será escrita en ningún manual del peronismo: el próximo candidato tendrá que ser de una provincia grande. Scioli está prácticamente descartado.

Aunque desgajadas, en la Argentina sigue habiendo mayorías peronistas “por cuestiones afectivas”, como dice Bárbaro. Por nostalgia de lo que fue y también por lealtad. Muchas de sus consignas como la justicia social o el universalismo dejaron de pertenecerles exclusivamente. Justamente por esto los hombres y mujeres justicialistas son los únicos que pueden saldar los asuntos pendientes y contestar las preguntas que aún no tuvieron respuesta. Y eventualmente volver a izar alguna bandera.