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Persiguiendo la historia

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El Presidente volvió a cargar en contra de su antecesora. | Cedoc

La voz comparte tiempo y espacio con un video.  Las imágenes del video son directas, obvias, no son una abstracción que busca acomodarse con lo dicho, sino justamente lo mismo que se escucha. Una bandera mientras alguien la hace flamear, gente durmiendo en la calle, Christine Lagarde con Juliana Awada, gente buscando frutas y verduras en la plaza o Macri bailando exponen la dicotomía que sigue configurando el centro del modo en que se representa el mundo dual hoy de la política Argentina: los anteriores versus los que están ahora. En lo brutal del anuncio se esconde la necesidad de seguir cerrando el cerco que conforma un universo que solo compartiría el kirchnerismo con el macrismo, viviendo unos del conflicto con el otro; solo que mientras el macrismo confirma insistentemente a Macri como candidato, el kirchnerismo ha iniciado su equivalente funcional del “Plan V” con un cúmulo asombroso de preguntas en aumento.

Existe en esta decisión un reconocimiento de debilidad. Cristina Kirchner comenzaba a mostrar una imposibilidad evidente de aumentar su intención de voto frente a Macri, que cada vez que lograba hacer algo con el valor de dólar, es decir, dejarlo aparentemente quieto, su poder electoral expresaba recurrentemente alguna recuperación. Bajo estas condiciones, una victoria iba a depender más del caos social y la suerte de la economía que de méritos propios. Por sus adoradores es tratado como un renunciamiento histórico, como un acto voluntario, como una iniciativa patriótica, pero es más bien un acto de necesaria sobrevivencia.

Aquí hay mucho de originalidad y protagonismo. El movimiento hacia una aparente periferia, cediendo el centro, coloca a la ex presidenta de nuevo en el eje de la discusión pública y sobre todo en la historia del país. Insistente en decir que fue la primera presidenta mujer electa, podrá ahora agregar que ha sido también el primer caso de renuncia al poder, aunque de una manera de nuevo tipo. En el mismo movimiento que se remueve poder, queda a un costado como garante de la identidad. Se habla en estas horas solo de ella, de su gesto, de su originalidad, de su trascendencia, y eso es probable que sea un motor relevante en toda la acción.

Para Macri y Peña hay nuevas preguntas, aunque probablemente no tantas. Cristina estará finalmente en la fórmula presidencial, de modo que ese combustible de identidad se encontrará disponible para ellos. Una salida total de escena habría producido la necesidad de nuevos esfuerzos por adaptar los miedos hacia su regreso en una ingeniería conceptual que la trasladara desde la ausencia hacia la presencia. Pero eso ya está resuelto por la necesidad de ella de no abandonar nunca el protagonismo. Ella lo anuncia, el número dos, cuenta sobre el número uno, y ya con eso tienen para entretenerse.

El peronismo ha ido aprendiendo este año que con ejercicios de unidad su apuesta electoral es contundente. Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba expusieron la importancia de ocultar al kirchnerismo, y de unir al peronismo en su vertiente local con los aportes del Frente Renovador de Sergio Massa. Esta acción se representa también en el registro de esos episodios provinciales, aunque con una diferencia fundamental. En esos casos se trató de un acuerdo partidario, de decisiones conversadas, mientras el anuncio de Cristina es desde la pura intimidad. Más que el producto de un acuerdo político, esta notificación se ilusiona con traer, en su misma oferta, votantes desde los jardines de los otros. No es de unidad, es de copamiento del mercado y, como tantas veces, solo y únicamente basada en la decisión de una persona.

Los radicales se encuentran utilizando el espacio de los medios de comunicación masivos para reclamar que Macri no sea él también alguien que decide solo. En este cierre de comportamientos autónomos, la política de nuestro país se abre a la ciudadanía garantizando su clausura sistémica entre la única comunicación posible de Macri versus Cristina. Si la convención radical ratifica su apoyo a la oferta del gobierno nacional, dará a Cambiemos una ficción de novedad modificando el personalismo de la insistencia en Macri, en un acuerdo de partidos. Eso es lo que no tiene por ahora para ofrecer el peronismo.

Cristina sigue construyendo su huella en la historia de este país; lo que no queda claro es si eso incluye en la misión de este año una victoria electoral. Margarita Stolbizer podría prestarle su frase: “Yo ya gané”, y eso puede ser, al contrario de lo que se cree en las intenciones, el inicio de la reconversión del peronismo.

 

*Sociólogo.