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Pettovello y el síndrome Posse

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En jaque. El desplazado Pablo de la Torre y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. | instagram

Sin paz. A medio año de su arranque, casi no hay semana en la que el Gobierno logre escapar de un vértigo desgastante. Acaso sea producto de la disparidad entre sus desmedidas ambiciones de transformación y las enormes limitaciones de una parte clave de su funcionariado a la hora de gestionar.

Como enésimo botón de muestra, en apenas cuatro días fue despedido el jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Ascendió a su lugar quien estaba a cargo del Ministerio del Interior, Guillermo Francos, quien 24 horas después conseguía parir en el Senado los dictámenes de mayoría para que se aprueben la ley Bases y el paquete fiscal. Y al día siguiente la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, intentaba descomprimir la crisis por la asistencia a comedores y la falta de distribución de alimentos acopiados con la salida del secretario del área social, que incluyó denunciarlo ante la Oficina Anticorrupción.

Todo esto se desarrolló con Javier Milei, su hermana Karina y el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, en un nuevo viaje a EE.UU., para reunirse en California con los referentes de las principales compañías globales de tecnología. Ojalá sirva más para atraer inversiones que para alimentar la vanidad presidencial.

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Minutos antes de que el avión oficial iniciara el vuelo Buenos Aires-San Francisco, el Presidente oficializó la cesantía de su amigo Posse al frente del gabinete. Su eyección reprodujo una suerte de modus operandi: desde la cercanía de Milei se filtra la decisión de que está afuera. Enterarse por rumores de palacio o por la prensa ha sido una constante.

Posse no fue la excepción al resto del medio centenar de altos cargos designados por esta administración que dejaron de estar en sus despachos. Una destitución o renuncia cada tres días y medio. Todo un récord desde el regreso de la democracia, hace más de cuatro décadas. Y la cifra va a ir in crescendo, se augura.

La conjetura tiene su lógica. Por estas horas, por estos días, la motosierra libertaria examina la continuidad de funcionarios de peso en la Jefatura de Gabinete, en la AFI (donde un amigo del asesor premium Santiago Caputo reemplaza al caído Silvestre Sívori) y en las empresas públicas. Todas son designaciones de Posse.

La motosierra examina la continuidad de funcionarios de Jefatura

Fuimos explicando en este espacio el cúmulo de cortocircuitos que distanciaron a Karina Milei y al asesor Caputo de Posse, lo que terminó limando su vínculo de dos décadas con el Presidente. Está hoy extendida en el Gobierno la idea de que se puede no tener relación alguna con Milei, pero es imposible permanecer sin llevarse bien con su dupla más cercana.

Esas tensiones internas tienen una exacerbación doble. Por un lado, el autopromocionado “bilardismo” presidencial, donde lo único que manda son los resultados. Por el otro, el sostenimiento del relato oficialista de que ellos no son como la casta y relevan a quien sea, independientemente de cercanías o amistades. Eso explica tanto la profusión de chivos expiatorios como lo escuálido que puede ser el paraguas protector mileísta: está abierto hasta que deja de estarlo.

Convendría que tomara nota de ello la ministra Pettovello, tan próxima a la hermandad presidencial y al joven Caputo como cuestionada por la indisimulable ineficiencia para el manejo de su atosigada cartera de Capital (in) Humano.

La más reciente demostración sucedió con el súbito desplazamiento de Pablo de la Torre de la Secretaría de la Niñez, como se rebautizó al desjerarquizado Ministerio de Desarrollo Social. La destitución trata de calmar las aguas ante el escándalo de las cinco toneladas de provisiones retenidas en dos depósitos del ministerio de Pettovello, tal como reveló hace diez días el medio El Destape, con documentación obtenida vía un pedido de acceso a la información pública.

El Gobierno atravesó diferentes escalas en sus desmentidas, amparado en que presuntamente todo era parte de una operación para ocultar los enjuagues que la Justicia está comprobando entre fondos y alimentos enviados a comedores o beneficiarios y cooptados por grupos piqueteros en los últimos años.

Así, las autoridades fueron matizando sus reacciones. De que no había alimentos guardados o que no estaban por vencerse, pasaron a que la mayor parte era yerba o estaban destinados a atender situaciones de catástrofe (pese a que tampoco se enviaron). De pronto, admisión del problema, de productos próximos a su vencimiento y de su pronta distribución a través del Ejército. El giro de 180 grados se completó con echarle la culpa a De la Torre.

Curiosamente, o no tanto, el elenco gubernamental ni siquiera alcanza a ponerse de acuerdo en las razones de la destitución del funcionario. “Por lo que me contó la ministra, la información que le habían brindado sobre estos alimentos en depósitos no incluyó que algunos tenían vencimientos, como el caso de la leche en polvo”, sostuvo Francos. Sin embargo, la subsecretaria Legal de Capital Humano, la (¿ex?) massista Leila Gianni, argumentó que se echó y denunció a De la Torre por “contrataciones irregulares mediante la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), pago de sobresueldos y la transformación de esos pesos a dólares”. Es diferente acusar a alguien por ineptitud que por corrupción.

El giro de 180 grados se completó con echarle la culpa a De la Torre

Hay más contradicciones al respecto. Gente que trabaja o ha trabajado en el Gobierno coincide en que Pettovello centraliza en exceso las decisiones en Capital Humano. Esa concentración resta ejecutividad y ha llevado a múltiples crisis, como con las universidades nacionales, las paritarias sindicales o los conflictos gremiales, amén de la cuestión alimentos y comedores. “Es raro que con lo controladora que es Sandra se le pasara algo de lo que ahora dice que hacía De la Torre”, plantea una fuente oficial.

En ese sentido, dos apuntes. Los convenios con la OEI, revelados hace dos semanas por el diario La Nación, a través de los cuales se pagaban sueldos (si no estaban nombrados) o sobresueldos (si lo estaban) exceden a la Secretaría de la Niñez y abarcan otras áreas de Capital Humano, todos con el aval de Pettovello. Serían más de un centenar, de acuerdo a fuentes confiables.

Hay otra consideración que podría ser explosiva para la ministra. De la Torre le habría avisado hace dos meses de la existencia de los productos sin repartir en los depósitos de Villa Martelli y Tafí Viejo y de la premura en hallar la manera de repartirlos. Si hay prueba documentada de semejante advertencia y se presenta, Pettovello estará aún más complicada.

“¿Quieren saber por qué la operan a la ministra Pettovello con tanta furia? Está sacando a la luz lo peor de la corrupción política: robarles el alimento a los segmentos vulnerables del país.

Están desesperados y dispuestos a lo que sea con tal de frenarla”, posteó Milei el viernes en su enésima defensa. A no confiarse, ministra. Posse también se sentía intocable.