COLUMNISTAS
opinión

“Ay, pero Macri”

20240519_torres_macri_stanley_embajada_cedoc_g
En público. En la embajada de Estados Unidos, junto al embajador y su mujer, y al gobernador Torres. | cedoc

Sin acto. Sin imágenes. Apenas un comunicado formal distribuido por redes sociales. Así asumió por zoom esta semana Mauricio Macri como presidente del PRO, la fuerza que tiempo atrás le plantó cara al kirchnerismo y hoy luce fagocitada por el imán libertario de Javier Milei.

La falta de evento de asunción en la sede central partidaria de la céntrica calle Balcarce, donde además, funciona su Fundación Pensar, no será por la agenda atiborrada del exmandatario. En jeans y zapatillas, estuvo con su hija menor en la residencia del embajador de EE.UU., Mark Stanley, durante una celebración de la Global Penguin Society, que se dedica a la preservación de los pingüinos.

Acaso semejante vacío de ceremonial amarillo signifique una metáfora de su presente. Ni Macri logra hacerlo reaccionar.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Tras la debacle electoral de la primera vuelta de octubre, el PRO puso toda su energía en contribuir a que Milei venciera a Sergio Massa en el balotaje. Logrado el objetivo, se extendió la idea de que el flamante Presidente necesitaría de Macri & Cía para dar sus primeros pasos al frente de un aparato estatal que jamás había pisado.

Milei, quien mantiene un estrecho contacto personal con su antecesor, sólo se quedó con Patricia Bullrich y su compañero de fórmula, el (¿ex?) radical Luis Petri. Cierto es que sumó también a los exfuncionarios macristas Luis ‘Toto’ Caputo y Federico Sturzenegger, pero en ningún caso como parte de una negociación que sí creía tener encarada el expresidente.

Con las banderas de la libertad y el cambio, desde el 10 de diciembre el PRO se subsumió a los vaivenes de La Libertad Avanza, en especial en el Congreso. Eso pese a que ni siquiera consiguió la presidencia de la Cámara de Diputados para Cristian Ritondo.

El expresidente observa con desconfianza la campaña de afiliaciones de LLA

La bancada amarilla vota más alineada hasta que el oficialismo, que se dividió. Reluce en estas horas, sobre todo, ante la posibilidad de que la senadora PRO de CABA, la larretista Guadalupe Tagliaferri, apoye algún cambio en la ley Bases y el paquete fiscal que sus colegas de Diputados respaldaron sin exhalar. A Tagliaferri, considerada una suerte de traidora, se le vence el mandato el año próximo. Sin renovación, claro.

A la capacidad mileista de ningunear al PRO se sumó la hiperactividad de Bullrich para desplazar al macrismo de la zona de influencia. “Hay momentos en los que tenés que dejar que el protagonista sea otro”, sostuvo días atrás la ministra de Seguridad en relación al expresidente.

Las diferencias entre ellos van más allá de los egos. Con la vista puesta en las elecciones de medio término 2025, Bullrich y su sector creen que hay que confluir en un armado común con LLA. Macri está menos convencido: sostiene que en una legislativa podrían sumar más bancas si van en listas distintas y eso les permitiría mayor maniobrabilidad electoral, en especial en las provincias.

Hay un punto ahí. Si bien hay coincidencia en que Juntos por el Cambio es un sello muerto y está rota la alianza nacional con radicales y lilistas, en los distritos donde gobierna le sirve de paraguas para controlar las Legislaturas. Y el PRO tiene el récord de gestionar tres jurisdicciones (CABA, Entre Ríos y Chubut), que ascienden a una decena bajo el extinto JxC. La moción bullrichista tiene sus complejidades.

Para contribuir a los recelos, Macri observa con desconfianza el despliegue de la convocatoria para obtener afiliaciones de LLA que lidera Karina Milei, con el fin de tener una personería que le permita evitar los desaguisados electorales en los que debió embarcarse en 2023. El rally karinesco incluyó a la porteñísima cuna del PRO, gobernada por el primo Jorge.

El macrismo barrunta complicaciones extras. Y no se trata de que les resulte indefendible la presencia en la administración Milei de funcionarios como Daniel Scioli, que atraganta al protectorado libertario de Ritondo, María Eugenia Vidal y Diego Santilli. O el intento del ministro Caputo de recortar por la mitad la deuda del Estado con las generadoras eléctricas. O el acto que ayer sábado desarrollaron Bullrich y dirigentes de su cercanía con Sebastián Pareja, armador político libertario, en Luis Guillón.

Si a Milei le va bien, se llevará todo el crédito. Si le va mal, el PRO pagará el costo

El enredo principal es a corto plazo. Lo que se plantea como hipótesis de subsistencia es que, independientemente de las consabidas narrativas sobre los supuestos beneficios a la patria, si a Milei le va bien, se llevará todo el crédito. Y si le va mal, pagará un costo que podría afectar al PRO. Una vuelta de tuerca al lema clásico de que el triunfo es de uno solo y la derrota, de muchos.

Estas especulaciones exceden los ejercicios teóricos. Encuestas de opinión que circulan por la Casa Rosada y las oficinas macristas expresan un apoyo abroquelado del electorado PRO a lo que va de mandato mileista. Esto es: a Milei lo banca el votante amarillo. ¿Cuál sería entonces su razón de ser? ¿Se muta de un exculpatorio “ah, pero Macri” a un problemático “ay, pero Macri”? Un aporte más a la confusión interna.

Allegados al líder del PRO aseguran que pese a todas estas dicotomías, su libido política está puesta en que salgan las leyes que requiere el Gobierno. Piensa que ese espaldarazo provocará una salida más rápida de la recesión económica. Por eso abraza el bajo perfil y la decisión de participar del Pacto de Mayo, amén de su concreción en el calendario.

Bajo esa misma lógica es que Macri aceptó dejar de tener a Milei como único interlocutor con el Gobierno. Empezó a hablar con la hermana Karina y el asesor premium Santiago Caputo, quien le aclaró que nada había de verdad en presuntas acciones de espionaje ilegal en su contra, que adjudicó a portales de operaciones massistas. Con eso se lo ganó.

En ese mismo tren de aparente templanza pragmática, el expresidente trata de pasar página al pésimo momento que le hizo pasar el actual jefe de Estado en la famosa cena de la Fundación Libertad, hace unas semanas. Allí, Milei se mofó de varios economistas de la ortodoxia y criticó su gestión económica, con él presente. Convendría que alguien le avise al

Presidente que un calabrés no olvida. Tal vez tomen nota cuando averigüen de dónde salió la versión de que Macri podría ir de candidato a senador por la Ciudad dentro de un año.