“El kirchnerismo es menemismo con derechos humanos.”
Diego Capusotto
“El formato progresista de la era K es una peculiar combinación de derechos humanos con esencias de modelo neoliberal.”
Pino Solanas
En un país donde dos figuras del deporte gobiernan la Capital Federal y la explosiva provincia que la rodea, nadie debería sorprenderse demasiado de que haya sido un humorista quien, mientras inventaba al lisérgico Bombita Rodríguez, se hiciera un tiempo para formular la definición más hilarante y aplaudida de la enredada filosofía gubernamental.
Debo confesar mi divertido asombro, sin embargo, cuando leí la misma idea como cabeza del segundo párrafo de “Unidad para construir un proyecto nacional”, la última proclama política del entrañable cineasta Fernando “Pino” Solanas.
Pino colgó ese encendido texto en su website oficial días antes de lanzar desde el tradicional restaurante porteño El Globo su nuevo intento de unificar al centroizquierda, esta vez de la mano del periodista y ya casi ex kirchnerista Miguel Bonasso, del sindicalista Víctor De Gennaro, del ex carrioísta Eduardo Macaluse y del posperonista Mario Cafiero.
“¿Capusotto les reclamará el copyright?”, me pregunté en voz alta, mientras mi mujer extendía un mate y volvía a mirarme con esa cara de que digo taradeces. Ni siquiera intenté decirle que “esta película ya la vi”: boludo vaya y pase, pero amargo... jamás.
Será que Pino cumple y Capusotto dignifica, entonces, porque hace 15 años sucedió algo bastante comparable, aunque con otros actores y el mismo Solanas como director de imágenes. Fue cuando, en 1993, decidió aliarse a Carlos “Chacho” Alvarez en el prometedor Frente Grande para enfrentar en elecciones parlamentarias a “la inseguridad jurídica, el autoritarismo y la corrupción” menemistas. Las urnas los consagraron terceros en discordia, detrás del PJ y la UCR. Fueron la revelación del año, la gran esperanza progre. Algunos los acusaron de fragmentar a la oposición. “Ahora empieza la etapa más difícil, la de extender el Frente Grande a todo el país”, se entusiasmó Pino.
Vaya si era difícil. Dos años después, Chacho se quedó con la marca para enfrentar sin éxito la reelección de Carlos Menem en una nueva sociedad con el mendocino José Octavio Bordón, que también duró lo que un estornudo. “La crisis del Frente Grande tuvo su raíz en el giro a la derecha de Chacho Alvarez”, puede leerse hoy mismo en www.pinosolanas.com.
Y dale con la derecha y con la izquierda. En la reciente reunión de El Globo, los contertulios de Solanas dibujaron su lugar en el mundo señalando que “a la izquierda de Kirchner no hay una pared”, con lo cual, por el momento, lograron distinguirse más de los ladrillos que de la trampa pseudoideológica tendida por el oficialismo, donde algunos militaron con énfasis hasta anteayer nomás y ya los consideran “vandoristas de izquierda”. ¡Uy, uy, uy!
Dijo Bonasso, haciendo malabares para dejar a salvo su pasado más inmediato: “Las cosas como son. Este es un gobierno de centroderecha conservador que tiene algunas cosas de izquierda”. ¿Cómo era que eran las cosas? ¡Ay, ay, ay!
No parece casual que Pino Solanas vuelva a ser el salvavidas de este espacio político. Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con sus planteos vehementes, podrá caer mejor o peor su look patriarcal, pero nadie podrá acusarlo de veleta. Ni siquiera a la hora de asumir los riesgos del amontonamiento, epidemia que, por otra parte, afecta al conjunto de la oposición.
¡Feliz año electoral para todos!