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opinion/Fernandez-Fernandez

Plan F

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| Cedoc

Si el plan A fallaba, habría un B, un C y hasta un F. La ansiedad por empezar a despejar incógnitas en la ecuación política se desayunó este sábado con una novedad: que el otrora jefe de Gabinete de Néstor y enemigo dialéctico de su sucesora irán juntos a las PASO. Una salida que, además de novedosa en su formulación, promete alimentar las especulaciones  del círculo rojo.

Pero la unción de Alberto Fernández abre un panorama hasta hace poco impensado en la ortodoxia K. Un trotamundos de la esfera del poder que empezó a sumar horas de vuelo en su expertise, la rosca y el armado, durante el menemismo en el Ministerio de Economía de Domingo Cavallo y a quien ayudó en su desembarco en la Ciudad de Buenos Aires, antes de sumarse a lo que se creía era su cúspide bajo el ala de Néstor Kirchner. Durante este largo periplo, aprendió de sus jefes que el poder económico, además de una dimensión que cotiza al instante en la pantalla de los agentes del mercado, también tiene sus contrapartes de carne y hueso con quienes dialogar, tensionar, conceder y obtener. La negociación adquiere otro carácter, no el mero aspecto protocolar. También allí se tejen alianzas que sirven para cimentar una base de poder necesaria, aunque no suficiente.

Porque además de las turbulentas aguas de la interna peronista, con sus diferentes siglas y espacios indescifrables para los outsiders, una cosa parecía materia probada: para ganar debía ampliar su base electoral. Y también corre para el único libreto que podía presentar hasta ahora el kirchnerismo: el grupo de Axel Kicillof. La elección de Fernández también facilita la pesca en otro núcleo de la diáspora del PJ: el massismo. Recordemos que desde 2013 acompañó las campañas electorales del ex intendente de Tigre, primero, y del ex ministro Randazzo, después, enfrentados como cabezas de lista en las últimas elecciones a senadores por Buenos Aires con CFK. Quizás el nuevo “contrato social” al que se refiriera la flamante precandidata a vicepresidente en la presentación de su libro también tiene su correlato más concreto en las viejas alianzas que como el alfil político de Néstor K supo establecer con grandes empresarios, el sindicalismo de siempre y los centros financieros internacionales.

En el video de su lanzamiento, Cristina hacía referencia a que deberían reconstruir un país devastado. Hay divergencias con las fechas, pero el consenso aun con sus opositores políticos es que el drama argentino se verifica en un sistema económico que en su nueva etapa democrática mantuvo casi el récord mundial de caída en el PBI por habitante. Revertirlo y lograr el modesto crecimiento de sus vecinos en la última década precisará de diagnósticos más precisos, y todo el oficio de los “armadores” para lograr acuerdos sobre los costos a pagar para poder crecer será la misión casi imposible para esta nueva apuesta. Casi tan difícil como salir indemne de la interna peronista.