Esta semana se inició en Naciones Unidas, en Nueva York, el Foro Político de Alto Nivel, en el que se considerara cómo superar el impacto negativo de la pandemia del covid-19 frente al gran objetivo de lograr las ambiciosas metas de la Agenda 2030. En 2015, después de largos años de discusiones y trabajo de representantes de gobiernos, agencias del sistema de Naciones Unidas y de la sociedad civil ampliamente representada se aprobó la Agenda 2030. Esta propuso un programa de acción a 15 años que en sus 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable abarca un amplio programa para mejorar en todos los campos la vida de las personas y el contexto físico, biológico y social. En los primeros años se lograron algunos avances debido a intervenciones y acciones dirigidas a grupos especiales de gran vulnerabilidad. Es así como el objetivo 1: fin de la pobreza y el objetivo 2: hambre cero tuvieron algunos resultados que, sin ser grandes avances, marcaban una tendencia a la disminución. El covid-19 acabó con esas ilusiones y mostró la verdad desnuda: se retrotrajeron esos índices en la mayoría de los países a los valores originales e incluso se deterioraron aún más y, además, se mostraron las inequidades tan claramente que es imposible negarlas. Pero esto no alcanzó para permitir que se consideren los cambios del modelo de desarrollo que son urgentes y que todo siga igual. En ese marco es prácticamente imposible que en los ocho años que restan para llegar a 2030 se logren las metas planteadas. En el caso del ODS 2, hambre cero, al impacto del covid se suma la guerra entre Rusia y Ucrania, que afecta la provisión de alimentos para amplios sectores del mundo. La seguridad alimentaria pasó a estar en serio peligro en el mundo y la desigualdad se profundizó ampliamente. En esta desigualdad, las mujeres y niñas son las más afectadas y las que ven más disminuida su capacidad de decisión.
Este año se revisan en el Foro Político de Alto Nivel cinco ODS, uno de ellos el ODS 5 de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres. Parece irónica esta coincidencia; sin embargo, nos permite ver cómo quienes deciden en los países ponen en evidencia que no solo no piensan cambiar, sino que cuestionan temas que parecían ya superados. Escuchar que se cuestiona si es central en la Agenda 2030 la igualdad de género es, además de negar la realidad, renunciar a alcanzar las metas del ODS 5. Pero a esto se suma que se cuestiona si se debe priorizar el tema de la igualdad de género ya que este es el centro de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer –CSW por sus siglas en inglés–, que se realiza todos los años en marzo. Esta es una forma de acabar y cercenar el ODS 5. Otra de las discusiones es acerca de la inclusión de las niñas junto con las mujeres en las metas y consideraciones, negando así que sean las de menos de 19 años, como se considera a las niñas, sujetos de derecho. Esto retrotrae a varios decenios, cuando se consideraba la niñez carente de derechos. Es así que llegamos a este Foro Político de Alto Nivel con gran decepción y debiendo enfrentar estas fuertes presiones de retroceso. Pero con la convicción de que esta lucha puede ser un síntoma de un fin de ciclo, como planteó el domingo pasado Agustín Salvia en el artículo en la sección Política Económica. Salvia se refiere a nuestro país, pero se aplica al mundo. En América Latina hay países en los cuales las movilizaciones generan cambios con una nueva visión. El más claro es Chile, donde se elaboró la nueva Constitución que propone un cambio, resultado de una lucha muy dolorosa pero que tendrá sentido si se logra avanzar con esta Constitución y se empieza a generar un nuevo modelo que mejore la vida de las personas y su entorno.