No tengo un peso. Trabajo y trabajo, pero no me alcanza. ¿Fueron últimamente al supermercado? ¡Las cerezas salen más de 20 pesos el kilo! Tengo que hacer algo… pero, a esta altura de mi vida, comprobé que lo único que sé hacer es escribir. Debería escribir un best seller, uno de qualité. Tengo amigos que lo hicieron. Pero ellos pasaron por experiencias extremas que luego narraron: se divorciaron y otras cosas por el estilo. A mí no me pasó nada de eso. Pues, se me tiene que ocurrir una historia que me dé plata… ¿Por dónde empezar? Por el último libro que leí (siempre la ley del menor esfuerzo, así no voy a llegar a ninguna parte), La juventud de Franz Kakfa, de Klaus Wagenbach. Allí se menciona a Alfred Löwy, el “tío madrileño” de Franz. Löwy, uno de los hermanos de Julie, madre de Franz Kafka, llegó a ocupar importantes cargos en la Compañía de Ferrocarriles de Madrid. Personaje mundano, era sin embargo admirado por su sobrino. ¿Por qué no ambientar la novela en torno de Löwy? Podría comenzar con un capítulo sobre las tres hermanas de Franz muertas en campos de concentración. Y luego dar un salto hacia atrás, al momento en que el tío Alfred recibe, de un remitente anónimo, un paquete con pertenencias de Franz. Lo abre y encuentra un texto inédito de su sobrino llamado El manuscrito humanista (¡que por supuesto da título a mi novela!). Es sobre la historia de ese manuscrito que debe girar mi best seller. El manuscrito humanista de Kafka es un texto filosófico en el que Franz repite una y otra vez la frase: “Son tiempos oscuros. Podemos perderlo todo, pero no la humanidad”. Entre tanto, Alfred recorre Madrid, se cruza con un joven Francisco Franco y asiste emocionado a un concierto de Gardel. Esa noche, incluso, cena con él y mantiene profundas conversaciones sobre la vida y la muerte. Gardel le menciona su miedo a los aviones, temor compartido por Alfred, quien aduce la superioridad del tren por sobre el avión. En esa misma cena, Alfred se enamora perdidamente de un bailarín (en la vida real Löwy murió soltero, así que no hay que descartar que fuera gay). Pasan la noche juntos, y al despertar, su amante ya no está. Y no está tampoco el manuscrito. Ha sido robado. No, mejor no: asociar gay con ladrón no conviene. Mejor volver atrás: se despiden a la mañana y Alfred, como prueba de amor, le regala el manuscrito. Pero al llegar a la estación, el amante es robado y El manuscrito humanista desaparece. Fin de la primera parte de la novela.
El relato retoma, siempre en España, pero ahora en abril de 1977. Un guerrillero argentino viaja a Madrid huyendo de los horrores de la dictadura. Largas descripciones sobre la influencia del nazismo en los militares. Consideraciones sobre la identidad, sobre la tortura y sobre la derrota. Hierro (así se llama el personaje) consigue trabajo como corrector en una editorial y alquila una pequeña guardilla. En un baúl sucio, que nadie abrió durante décadas, encuentra el texto de Kafka. Nieva en Madrid. Se lo da a leer a un compañero de militancia que sabe alemán. Lloran juntos. Finalmente, Hierro vuelve a Buenos Aires, triste y vencido por la vida, aunque expectante por el retorno de la democracia. Lleva en su valija pocas cosas. Las fotos de dos amigos muertos, unos pocos discos y El manuscrito humanista. Años después, el manuscrito vuelve a extraviarse. Son los atentados a las Torres Gemelas y la crisis de 2001. Reflexión final sobre el viento de la historia y la libertad como utopía.
Estoy seguro de que va a ser un éxito. Ahora sólo me queda escribir la novela. Y después, mandársela a algún poderoso agente con sede en Barcelona para que arregle que me den uno de esos premios millonarios que dan las editoriales. ¡En un año paso al frente!