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Opinión

Preocupante desorientación oficial

En otra semana de alta tensión fuera y dentro del Gobierno, Mauricio Macri y Marcos Peña se mantuvieron fieles a su manual de procedimiento.

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El presidente Mauricio Macri y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. | minutouno.com

Al menos hay que reconocerles la abnegación; sí, con “ab” adelante. En otra semana de alta tensión fuera y dentro del Gobierno, Mauricio Macri y Marcos Peña se mantuvieron fieles a su manual de procedimiento. Los problemas son solo culpa de Cristina (por lo que hizo y lo que hará) y en la gestión Cambiemos hacen lo que hay que hacer, siempre con la aparente calma del “nopasanadismo”.

Así, con el libreto memorizado, el Presidente hizo circular su mensaje de tranquilidad por varios medios provinciales. Lo mismo que el jefe de Gabinete, por la amigable pantalla de TN, y en bajadas de línea que algunos colegas repiten con una fe inquebrantable. Rezan que Macri irá por la reelección y que no habrá cambios de ministros, de conducción económica ni del propio Peña.

Pese a este esfuerzo, con efectos de baja credibilidad en una amplia mayoría de la sociedad, no logran evitar que se filtre la profunda preocupación que reina puertas adentro.

De otra manera resulta difícil explicar por qué Jaime Duran Barba se sumó al almuerzo del Gabinete del jueves 25, tratando de infundar el optimismo que las propias encuestas oficiales no expresan. O por qué trascendió que Macri y Peña discutieron más de la cuenta. O por qué volvió a acercarse a la escucha presidencial el amigo-consejero Nicolás “Nicky” Caputo.

Hay algo más inquietante aún, como reflejo de la desorientación en el corazón del poder. Voceros calificados empezaron a transmitir informalmente que el primer objetivo del Gobierno es terminar el mandato (lo que no logró ninguna gestión no peronista desde hace noventa años, nada menos) y recién el segundo es pelear por la reelección.

Convendría que no solamente los periodistas y militantes del círculo rojo asumamos la responsabilidad de no echar más leña al fuego, sino que también lo haga el Gobierno con estos mensajes que van del “no pasa nada” a “pasaron cosas”, en esta oportunidad tan delicadas en nuestra historia respecto a la finalización de los mandatos. Con eso no se jode, se dice en el barrio.

La semana terminó para el oficialismo con alivio parcial. El dólar volvió a subir a casi $ 47 y agregó inquietud. Al menos trajo sosiego a la Casa Rosada la estabilidad del riesgo país. Y se sumó la particular manera que encontró Cristina de romper su mutismo prefabricado en clave electoral. A través de su flamante libro, con récord de venta, le ex presidenta volvió a exponerse para gusto de sus fanáticos, pero también de sus detractores. Una CFK auténtica, que desnuda una vez más el falso relato de su asesor Alberto Fernández respecto a que ella había cambiado. No parece.