COLUMNISTAS
El otro yo

¿Qué hacemos con álter?

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Disparador. Una obra de teatro que permite reflexionar sobre nuestra actualidad. | cedoc perfil

El título remite al de una obra de teatro, –¿Qué hacemos con Walter?– escrita por Juan Campanella y Emmanuel Diez que se da en el Multiteatro. Es uno de los éxitos de la temporada en Buenos Aires. La publicidad difundida por radio me llevó a hacer una relación con lo que nos pasa como sociedad y a pensar en “Walter” como “álter”. En el audio de promoción se escuchan  las voces de los actores-propietarios de departamentos de un edificio tipo. Quejas, chismes, acusaciones entre ellos y al administrador del consorcio. Casi que se los podía ver ahí, reunidos para decidir en una asamblea extraordinaria qué hacer con el tal Walter, portero/encargado, el responsable de todos los males. De los que le corresponden por su función, la limpieza y el mantenimiento del lugar, pero también del resentimiento, la desdicha y la “basura” personal de los residentes.
Ese edificio, a escala, simula un país, el nuestro, una extensa y diversa propiedad común de territorio. Bien mirados, como desde la altura de un avión en mitad de la noche, ahí convivimos. En esa sucesión interminable de casas, departamentos, casillas, calles, campos, baldíos, plazas, parques, countries, villas miseria y barrios de toda clase. Somos todos esos/esas/los que duermen al lado, pared de por medio, allá, acá, lejos, cerca, abajo. Esas luces/sombras, el resultado de esa/esas historias. La suma de esos sueños que respiran/ de esas ansias/fatigas/esperas/deseos/ilusiones/agites.
Cada tanto se nos convoca a una formidable reunión de consorcio para la elección del portero/presidente/gobernador/intendente/encargado, el Walter al que le iremos reclamando que resuelva todos nuestros problemas y que se deshaga de la diaria bolsa de residuos donde tiramos los restos de lo que pudo ser y no fue. Al cabo de dos o cuatro años nos volveremos a reunir en asamblea general extraordinaria para juzgarlo y decidir qué hacemos con ese tipo. Si cada uno tira del hilo de la trama, de la que le ha tocado ver y vivir, ya sabe cómo/cuáles fueron los finales cada vez que se representó hasta ahora el/la recurrente farsa/sainete/grotesco/ comedia/tragedia argentina.
Leído sin la “W”, Walter pasa a ser/es solo el álter ego de todos nosotros. El presidente/gobernador/portero/encargado/elegido de nuestra vida vertical, en propiedad horizontal. El “otro yo” al que le pedimos reparar las grietas, mediar en los conflictos que tenemos con nosotros mismos y arreglar también los particulares problemas personales con los demás. Ese “otro de nosotros” que debe mantener limpio el Estado de corruptos, cambiar las bombitas, iluminar el pasillo al futuro, cerrar con doble llave la puerta de ingreso y salida a los ladrones, no cobrar peajes ni pedir coimas a los proveedores , denunciar y exigir justicia cuando lo quieran sobornar y quedarse en la puerta vigilando todo el día para evitar que entren “buscas”, narcos, empresarios y vendedores de quincalla, Aníbales Fernández, De Vido, Barattas y Moyanos. Un portero cama adentro que ahorre agua, luz y gas, que pinte cada tanto el frente de rosado y, de paso, pague todas las deudas sociales acumuladas con los jubilados, los maestros y la que pedimos prestada porque no alcanza la que ganamos.
El álter recibe las quejas más las extras de insulto y desprecio que vienen con el cargo para el que se ofreció y fue nombrado. Es, al fin, uno que nació/vivió/, se formateó y se cocinó acá, en este mismo caldo. Nos tiene/lo tenemos/nos tenemos bien junados. Sabe/sabemos de qué habla/hablamos y de qué quiere/ queremos zafar. De la parte del todo que a cada uno le toca.
Si nos sentamos a solas en el teatro donde pasan los días y abrimos bien el telón que nos encubre la conciencia, podremos vernos desde la platea como protagonistas sobre el escenario de nuestra realidad. Frente a ese espejo, insultamos/reclamamos/negamos. Somos el Walter/álter de los demás. Los actores del sainete/grotesco/drama/tragedia/comedia argentina de la que nos reímos y con la que hacemos reír y doler y llorar. Todo a la vez.

*Periodista.