Luego de que la Generación del 80 lograra esa particular alquimia de liberalismo económico y democracia tutelada, Argentina logró convertirse en 1910 en una de las nueve potencias del mundo. Con un PBI de 26 mil millones de dólares, Argentina era el país más próspero de América latina. Sólo era superada por Estados Unidos (460 mil millones de dólares), Alemania (210 mil millones), Gran Bretaña (207 mil millones), Francia (122 mil millones), Italia (85 mil millones), España (37 mil millones), Bélgica (30 mil millones) y Canadá (29 mil millones).
En PBI per cápita, el resultado era aún mejor para Argentina. En 1910, los argentinos estaban dentro de los ocho ciudadanos más ricos del mundo: con 3.822 dólares por habitante, su poder adquisitivo sólo era superado en Nueva Zelanda (5.316), Australia (5.210), Estados Unidos (4.964), Gran Bretaña (4.600), Canadá (4.066), Bélgica (4.064) y Suiza (4.300).
Las cifras suministradas por la exhaustiva base de datos que confeccionó el profesor británico Angus Maddison –un pionero en la construcción de estadísticas mundiales– no dejan dudas sobre el pasado de esplendor argentino. Los millones de europeos que dudaban entre Buenos Aires y Nueva York para lanzarse a la conquista de América a principios del siglo pasado también daban cuenta del lugar que tenía Argentina.
“La República está en paz. Las rentas crecen sin mermas, el comercio exterior marca cifras nunca alcanzadas, las industrias valorizan los productos del suelo, los cultivos se multiplican y el oro fluye como jamás lo hizo, por virtud de nuestra potencialidad”, decía el presidente Roque Sáenz Peña en los festejos del Centenario.
Pero el sueño se terminó. Siguiendo la misma base de datos de Maddison, se observa que el peso de la economía argentina empieza a descender hacia mediados del siglo pasado. Para 1960, el PBI argentino era de 114 mil millones de dólares y ya empezaba a ser superado en América latina por Brasil (167 mil millones) y por México (121 mil millones). También presentaba un mejor PBI Estados Unidos (2,046 billones de dólares), Alemania (558 mil millones), China (457 mil millones), Gran Bretaña (452 mil millones), Japón (331 mil millones), Francia (344 mil millones), India (305 mil millones), Italia (296 mil millones) y Canadá (159 mil millones).
“Luego de la Segunda Guerra Mundial, países que habían conocido la pobreza, como Japón, Corea del Sur e Italia, reinsertan sus economías en el mundo con un modelo basado en las exportaciones como base de la riqueza. Mientras que Argentina, que había experimentado una bonanza económica, se cierra en el proteccionismo y aleja su economía del mundo”, explicó Edward Glaeser, historiador estadounidense en un ensayo para Harvard titulado, precisamente, ¿Qué le pasó a la Argentina?
“En 1909, el ingreso per cápita de Argentina era 180 veces más grande que el de Japón. Para 2000, el ingreso per cápita de Argentina fue la mitad que el de Japón. Durante el siglo veinte, el descenso de la economía argentina ha sido el más grande del mundo”, advirtió Glaeser. “¿Qué fue aquello que Argentina hizo tan mal? Décadas de inestabilidad política han hecho poco atractiva a la inversión. Pero esas malas políticas no fueron sólo mala suerte”, completó el investigador.
Glaeser, como muchos cientistas sociales, suele hablar de la “singularidad argentina”, esa que hizo de un país que tenía todo para tener todo, uno que hizo todo para tener nada.