El día miércoles 25 de junio pasado el Ministerio de Economía, a través de la Secretaría de Finanzas, debía renovar un total de deuda en pesos cercana a los 11 billones solamente logrando la renovación de apenas $ 6 billones, o sea casi un 60% de esta. Eso quiere decir que el mismo mercado local le dio la espalda al pedido del ministro y en un futuro que no será más allá del viernes 27 (por ayer) o del lunes 30 de junio esos $ 5 billones deben ser depositados en las cuentas corrientes y/o cajas de ahorro de las empresas y personas físicas intervinientes. La consecuencia de esos depósitos termina siendo siempre que esos pesos terminarán, en su mayor parte, a la compra de dólares estadounidenses en todas sus versiones del mercado de cambio o del mercado bursátil o en el mercado cripto siendo en un cálculo rápido cerca de un poco más de US$ 4 millones de dólares.
El mismo jueves comenzamos a sentir la suba de todas las variantes del dólar, pero además con reconocimiento desde el BCRA y desde el viceministro de Economía argentino de nacionalidad chilena, José Luis Daza, que el Gobierno desde el 14 de abril hasta el 31 de mayo pasado utilizó en total de casi US$ 2 mil millones de las reservas brutas –que no son propias porque llegaron a partir de los distintos créditos internacionales– para intervenir en el mercado de dólares futuros llevándolos al jueves pasado a $ 1.490 el tipo de cambio a mayo de 2026 (incluso habiendo tocado en ese mismo día los $ 1.500).
Al mismo momento que todo esto se desarrollaba llegó la misión del FMI a los efectos de la primera revisión del nuevo crédito stand by otorgado en el mes de abril, que correspondía realizarla el 13 de junio, pero el Gobierno había negociado que se realice el 31 de julio, pero el organismo terminó estableciendo que se haga a partir del 25 de junio. Sabiendo por todos los medios que Argentina no logra acumular reservas brutas genuinas, sino a través de diversos esquemas de endeudamiento hasta el 24 de junio y hasta el 26 de junio logró reunir cerca de US$ 500 millones, por liquidaciones de exportación del campo como consecuencia de tener que remitir las declaraciones juradas de impuesto a las ganancias y bienes personales del 2024 y al día siguiente (27 de junio) tener que pagarlas; o sea, tal como comunicaron oportunamente las entidades y productores del campo solo van a liquidar exportaciones cuando sean necesarias y esta es una de esas ocasiones especiales, puesto que también aclararon que desde el 1º de julio próximo, de acuerdo con lo rubricado con el FMI, vuelven las retenciones, pero no al nivel anterior a la baja transitoria, sino al máximo posible (por ejemplo: las de soja antes de la baja transitoria eran del 31% pero al volver van a volver al 33%, que es lo que permite el presupuesto 2023 en ejecución y dos veces prorrogado).
Deberíamos prestarle mucha atención a la revisión del FMI, porque no es ilógico pensar que el mismísimo organismo internacional tenga que otorgar un triple waiver/perdón consecuencia de no haber cumplido tres de las cinco metas acordadas. Solamente las cumplidas serían el superávit fiscal –de dudoso cumplimento, porque vienen pateando para delante pagos que no son tales y eso no es superávit, sino incumplimiento de pagos esperando que vengan a reclamarlos para realizarlos– y la baja de la inflación mensual realizada en base al retraso de las jubilaciones/pensiones y salarios estatales contra. Por lo tanto, no se cumplieron la acumulación de reservas, la no intervención en el tipo de cambio en todas sus versiones y dejar de crear bonos pagaderos en dólares contra deuda en pesos, específicamente Bopreales. Por todo ello, no es de muy iluso establecer que el ministro, viendo que no le entregan más dólares, trate de negociar un nuevo acuerdo, tal como hizo en agosto 2018 luego de haber incumplido el firmado en mayo de ese mismo año.
* Analista económico y tributarista.