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Quereme transa

bandera orgullo trans 12052022
La bandera del orgullo Trans. | Cedoc

“Todas son migrantes, la mayoría peruanas. Tienen entre 29 y 46 años; con estudios secundarios completos, terciarios y hasta universitarios. Casi todas tienen VIH, entre otras enfermedades, y son consumidoras de cocaína. Algunas han sufrido infecciones severas como consecuencia de haberse inyectado de manera casera aceite de avión para aumentar el volumen de los glúteos (...) sin posibilidades de acceso a trabajos formales, por ser personas trans, se vieron empujadas a la prostitución”, dice un artículo publicado en Página/12. La decisión de absolver a estas dieciocho mujeres trans acusadas de vender drogas que tomó la jueza Sabrina Namer es celebrada allí como un como “fallo histórico” que se “destaca por la perspectiva de género”. Me viene a la cabeza Si me querés, quereme transa, el libro de Cristian Alarcón que, años atrás, recorría con extraordinaria soltura estos mundos. Quiero releerlo, pero no lo encuentro en la biblioteca y vuelvo al artículo en el que aparece varias veces la palabra “vulnerabilidad”. Me lo mandó por WhatsApp mi amiga Guadalupe, alguien que sabe de vulnerables porque da talleres de apoyo a nenes de la Villa 3 de Soldati.

Creo que algunos de ellos no llegarán a tener ni siquiera estudios primarios completos y que algunos de ellos corren el riesgo de terminar, también, vendiendo drogas o prostituyéndose, por extrema necesidad. Evoco los años en los que Alarcón publicó su libro y comparo: en la Argentina de hoy, la vulnerabilidad se agigantó, es como una mancha que se derrama sobre cada vez más personas, sin dejar afuera géneros ni edades. Un récord, también “histórico”, pero sin espacio para la celebración.