¿Quién es un periodista?
—Alguien que no tiene nada que decir y lo esconde escribiendo oscuro.
No, no. Es un chiste recogido en un chat entre colegas. Pensar una respuesta no es fácil. Los
nuevos medios, algunos de sus contenidos y quienes los elaboran les van dando al periodismo nuevas
dimensiones que la legislación no contempla. Pronto eso será un obstáculo para la construcción de
un periodismo más rico y eficaz.
Para la mayoría de periodistas y estudiantes de periodismo, los llamados profesionales son los únicos periodistas. Mientras tanto, personas que no tienen nada que los habilite formalmente (título, experiencia) empiezan a participar en la producción de información que tiene relevancia social. Producen videos, textos y fotos de acontecimientos a la par de los medios tradicionales y sobre temas que los profesionales no quieren o no pueden cubrir: tsunamis, atentados, etc. Cromañón, un ejemplo hipotético: si el uso de celulares con cámaras hubiera estado tan difundido como hoy, quizás conoceríamos la cara de quien tiró la bengala.
¿Eso es periodismo? No necesariamente es periodista quien produce imágenes, audio o texto,
claro. Pero la acción en sí es periodística si trasciende lo individual y se convierte en
información para una comunidad, opino.
La aparición de estos nuevos productores –antes relegados a recibir pasivamente lo
difundido por los medios masivos– es definitiva y para mí es bueno que así sea. Hay y habrá
periodismo hecho sólo por amateurs; también periodismo de amateurs en colaboración con
profesionales, y también periodismo producido sólo por profesionales. Ninguno podrá prescindir del
usuario activo. Su participación es hoy imprescindible para enriquecer nuestro oficio: para avanzar
en el conocimiento de nuestros semejantes y de nuestra sociedad, para defendernos del poder y
ejercer nuevas formas de poder. Y también para que la sociedad se defienda mejor de los errores,
mentiras y arbitrariedades los periodistas y de los medios.
Es cierto que la calidad de las nuevas producciones periodísticas es mala muchas veces: versiones que impregnan Internet y al poco tiempo resultan ser falsedades. ¿Cuántas veces el periodismo profesional ha cometido errores graves? El País, de Madrid, adjudicó el atentado de Atocha a ETA en vez de a Al Qaeda, y seis años después sigue intentando justificar su error. Además de errores, el periodismo amateur también ha producido actos que revelan oscuridades: por ejemplo, las fotos de soldados de EE.UU. torturando a musulmanes en Irak.
Yo creo que no tiene sentido demorarse en una discusión sobre el grado de periodismo que
contiene una acción como esa. Es un material distribuido por los medios para denunciar hechos
graves, realizado por personas que disponían de la tecnología necesaria y de la voluntad de
informar a su comunidad. Esta descripción se parece al periodismo, no importa si participan sólo
amateurs.
No estoy hablando de un periodismo ideal –tampoco estoy denigrando al periodismo
profesional: hoy es crucial para la democracia–. Sólo me interesa señalar la aparición de una
herramienta social que está en construcción.
Ahora la gente tiene la tecnología y más poder. Muchos colegas dicen: ¿entonces todos somos periodistas? No. Sólo los que produzcan y distribuyan información de relevancia social. Los usuarios activos son –en algunos blogs, en Twitter, etc.– una parte pequeña pero valiosa. No serán los profesionales solos los que construyan el nuevo periodismo. Pero así como ellos necesitan de los amateurs, estos necesitarán personas que se dediquen al oficio a tiempo completo. ¿Se llamarán profesionales? No sé y creo que no es importante.
Esos usuarios activos son una revolución para el periodismo. Pero no tienen protección legal.
Los llamados profesionales estamos mejor: aunque no hay una ley que establezca a nivel nacional
nuestro derecho al secreto profesional, algunos jueces lo han reconocido en sus fallos. Pero sólo
han considerado periodistas a aquellos cuya actividad principal es el periodismo. ¿Y si no la es?
El Estatuto del Periodista Profesional no va más lejos: sólo define como tales a quienes realicen
“tareas que les son propias” y reciban una “retribución pecuniaria“. ¿Y si
no la reciben? ¿Reelaborar noticias de otros es periodismo? Muchos jueces están lejos de la
discusión sobre los derechos de autor que abrió Internet.
Por todo esto digo que los no profesionales están a la intemperie, mucho más expuestos que
los tradicionales a ser forzados a revelar sus fuentes o a padecer otros castigos.
La legislación vigente favorece el statu quo, claro. Por eso, espero contribuir con estas líneas a una discusión en la que participen todos los que sienten que el tema los involucra: legisladores, periodistas profesionales y no profesionales, educadores, juristas, expertos en comunicación, etc., etc., etc. El periodismo lo necesita porque está en transición.
*Periodista.
http://robertoguareschi.com.