COLUMNISTAS
Premios

Quintín, Laszlo K.

Una de las razones que justifica la existencia de este prestigioso periódico es que entre la colmena de firmas incluye la del perspicaz Eduardo Antín, que aparece bajo el alias de Quintín. Año tras año, y como pa’ que nos vayamos enterando, Quintín suelta en radiante anticipación los nombres de los escritores que terminan siendo candidatos o directamente ganadores del Nobel, y, como si la primicia fuera poca, además se las arregla para analizar sus obras. Así lo hizo este último año, o el anterior (la memoria no es lo mío) con el australiano Gerald Murnane, a quien señaló como el mejor escritor del mundo, mal que nos pese a los colegas, argentinos de bien o de mal que ni lo conocemos. Murnane llegó esta vez a pelear cabeza a cabeza el Premio con László Krasznahorkai, de parejo anonimato hasta ahora en estos suburbios latinoamericanos, y con quien en su momento nuestro crítico estrella se mostró deferente, pero no entusiasta. Peor le fue en 2023 a John Fosse, ese escritor con nombre de zapatilla para jóvenes, a quien definió como “el noruego infumable”. Lo que no recuerdo es que haya expelido opinión acerca de la surcoreana Han Kang, la anémica ganadora del premio versión 2024 que no celebró el galardón con fiestita porque –declaró por intermedio de su padre/vocero– no lo haría mientras hubiese guerras en el mundo. Quizá Donald Trump arrime al bochín de su deseo pacifista con su resolución resort del conflicto Israel-Hamas. No obstante, para el cumplimiento de esa expectativa nuestro presidente en ejercicio deberá aplicar su varita mágica en muchas otras regiones con menor relevancia para la carpeta noticiosa de los medios.

Bien. Esta pequeña introducción me permite acercarme de modo lateral, no a la cuestión de si este año el Premio fue justa o injustamente concedido, un asunto que parece desvelar a buena parte de la población letrada y despertar los efluvios de un espíritu nacionalista literario que en los últimos años asuela nuestras costas, como si la obra particular de un escritor fuese de algún modo una cucarda que comparten los compatriotas. Y no, muchachos y muchachas. Pero el asunto que quiero abordar es que... lo dejo para la próxima.