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Realidad editada y aumentada

Parece mentira que el hecho de la semana haya sido que se supiera que el 32% de los habitantes de este país es pobre.

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Parece mentira que el hecho de la semana haya sido que se supiera que el 32% de los habitantes de este país es pobre. Bienvenido el regreso de estadísticas oficiales confiables. ¿Pero hacía falta el número para tomar conciencia de nuestra grave situación social? Espantarse por el nivel de exclusión y marginalidad sólo cuando lo dice el Indec es como horrorizarse por el drama de los refugiados apenas cuando se difunde la foto de un chiquito sirio muerto en una playa europea.
Está visto que estas obscenidades de sorprenderse con la realidad no son exclusivo patrimonio nacional ni popular. Igual, no nos consolemos con el mal de muchos y vayamos a lo nuestro, que tiene condimentos tan originales como patéticos.

En esta sociedad volátil que nos cobija, pareciera ahora que cualquier cosa que sea distinta al kirchnerismo es siempre mejor. O peor, según de qué lado se esté de la grieta. Intentemos poner más alta la vara.
Claro que resulta chocante y vergonzoso que el mundo K le achaque a Macri el nivel de pobreza que hay, el endeudamiento externo abultado y los niveles de inflación (por citar apenas un puñado de ejemplos) como si ellos no hubieran gobernado doce años y todo se hubiera destruido en estos 300 días de gestión.
Más allá de eso, el Gobierno debería tomar nota de que mostrarse solamente como distinto al anterior proceso político no bastará para satisfacer las demandas de los propios y de los independientes.
A veces da la sensación de que no asume esta idea y sigue jugando con el juego de las diferencias. Macri proclama “la verdad” al dar a conocer el índice de pobreza del Indec. Pero intenta lavarse las manos de su responsabilidad en el aumento de esas cifras en lo que va de su administración.

A fin de cuentas, eso no es taaaaan distinto a lo que hacía el kirchnerismo, que hizo un máster en eso de adaptar la realidad a su conveniencia. Tampoco es muy diferente la decisión ¿anecdótica? de que sólo Presidencia produzca y distribuya imágenes de funcionarios públicos, como sucedió el viernes en la cumbre del Presidente con casi 2 mil intendentes en Tecnópolis.
Ciertos movimientos más subterráneos también pueden ser contradictorios con lo que se dice ser.
El Gobierno estaría por anular una licitación por la que se le otorgó a la firma Unicos Air el alquiler de aviones y helicópteros para la Presidencia. Esa firma ya tuvo mucho trabajo durante la campaña electoral de Cambiemos y tiene una estrecha relación con la familia Macri. Algún opositor se hizo eco del vínculo y de ahí la supuesta intención de volver todo a fojas cero.

Otro caso de posible inquietud circula en la City. Indica que uno de los fondos globales de inversiones que estaría muy interesado en abrir representación en Buenos Aires, el Lone Star Fund, tendría nexos muy afilados con Enrique Bollini Shaw, funcionario de la Anses. Bollini Shaw es el segundo de Luis María Blaquier en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), que próximamente pondrá en venta la participación estatal en numerosas e importantes empresas privadas del país, herencia de la estatización de las AFJP durante el kirchnerismo.
Podrá decirse que éstos son temas menores al lado de la cultura cleptocrática que impera en la Argentina en las últimas décadas, avalada muchas veces por una sociedad que prefiere mirar para otro lado. Pero para cambiar, sería necesario cambiar de verdad, amén del discurso.