“Es agosto, hace mucho calor y usted sabe, pues, no hay quien quede en Madrid. Por eso es que aquí nadie le prestó ninguna atención al informe de esos dos funcionarios del Banco Central de España en el que ponían a la Argentina en la misma situación de Irak. Sin dudas, un disparate.
Por eso mismo fue sorpresivo que haya sido la Presidenta quien saliera a responder un informe que tiene poca entidad”, confesaba una voz que habita los despachos del poder en la capital de España.
Es el estilo K. La relación de los Kirchner con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero viene desandando el camino de la dificultad. “No va a haber ningún gesto público que refleje el malestar existente aquí con el Gobierno argentino. Pero que lo hay, lo hay”, completaba el relato desde Madrid.
En tanto, aquí, el mundillo económico estuvo atento a lo que pasó en la reunión del Council of the Americas en Buenos Aires. En realidad, no pasó casi nada.
El ministro de Economía, Carlos Fernández, dijo poco y convenció aún menos.
Martín Redrado, el presidente del Banco Central, se mostró casi como ministro de Economía en funciones, y el jefe de Gabinete, Sergio Massa, se encargó de desmentir cualquier posibilidad de negociación con el Club de París. Esto fue algo paradójico porque en el off, los funcionarios de Economía reconocen que, tras el bochornoso episodio de la compra de bonos por parte de Venezuela a intereses escandalosos, la Argentina necesita llegar a un arreglo con los países europeos para tener acceso al crédito internacional a tasas de interés sensiblemente más bajas que las que cobró Hugo Chávez.
La semana que pasó también dejó otras cosas.
La cara de Hugo Moyano en la conferencia de prensa en la Casa Rosada, el jueves pasado, lo decía todo. Estaba enojado. “Encima no le pusieron ni una mesa ni una silla para estar un poco más cómodo”, se quejaba alguien de su entorno. Venía de reunirse con la Presidenta, quien le comunicó la suba del 21% en el mínimo no imponible.
Moyano quería otras cosas: la eliminación de la tablita de Machinea y, también, un reconocimiento de la dificultad que está generando la inflación real; esa que el INDEK no reconoce.
Nota al pie:
La tristemente famosa tablita de Machinea fue creada durante el gobierno de la Alianza. Al hacerlo, la administración de Fernando de la Rúa siguió las indicaciones del Fondo Monetario Internacional buscando generar condiciones para lograr los apoyos crediticios que demandaba el ya desfalleciente Plan de Convertibilidad.
Es cierto que la eliminación de “la tablita” es algo complejo. La Presidenta se comprometió a hacerlo el año que viene. Lo que también es cierto es que la situación interna de Moyano es, asimismo, complicada. Sus representados saben perfectamente que los números de la inflación del INDEK son un dibujo que no refleja la realidad que padece quien vive de un salario. El tener que callar esto le da basa a la CGT de Barrionuevo, que aprovecha para criticar tanto al Gobierno como al líder de los camioneros. De ahí que Moyano haya tenido que salir a decirle al Gobierno lo insostenible del manejo del INDEK y sus índices. Lo hizo, además, practicando peronismo genuino al utilizar la famosa frase de Aristóteles “La única verdad es la realidad”, que el general Perón supo hacer suya.
En lo político la actividad de Néstor Kirchner sigue siendo intensa.
Su objetivo, ahora, son las elecciones internas del justicialismo en noviembre próximo.
Sus reuniones con los intendentes justicialistas de la provincia de Buenos Aires apuntan a eso. Su idea es trabajar con aquellos que han quedado más afectados por el conflicto entre el Gobierno y el campo. De ahí que comenzara con los de la quinta sección electoral y continuara con los de la sexta y la séptima. “El mensaje es de reconciliación”, indica una fuente cercana al ex presidente en funciones.
La verdad es que al matrimonio presidencial le preocupa la actividad de Eduardo Duhalde. “Por eso es que Néstor está tratando de alambrar la provincia para impedir la huida hacia el duhaldismo de muchos de esos intendentes”, completa esa misma fuente.
Del lado de Duhalde hay una decisión: no van a tomar parte de la interna. Primero porque no tienen estructura y segundo porque no confían en la limpieza de los comicios.
En la oposición las cosas también están complicadas.
Hay un operativo en gestación: es el de la reconstrucción de la UCR. Las puertas comienzan a entreabrirse para muchos de los que se fueron. Hay un límite: Cobos.
“Hay predisposición de la mayoría para aceptar la reincorporación de todos los que quieran volver. Pero en el caso de Cobos, no. Para ser reincorporado, Cobos debería dejar de ser parte del Gobierno, y eso significaría su renuncia al cargo. El impacto institucional que ello tendría sería muy malo. Nosotros no queremos eso. Cobos debe completar su mandato junto a la Presidenta” sentencian desde la cúpula de la UCR.
Volvamos ahora a la mencionada reunión de Council of the Americas en Buenos Aires. Durante una de las pausas, el embajador de los Estados Unidos, Earl Anthony Wayne, dialogaba con un grupo de periodistas que cubría el encuentro.
Allí, en ese momento, el núcleo de la conversación dejó de ser el de las inversiones.
Otro asunto ocupó el centro de la atención y de las preocupaciones: el narcotráfico. El disparador fue la masacre de General Rodríguez, que mostró, así, su enorme impacto.
“Desde que ocurrió esto, al embajador lo están llamando casi todos los días de la DEA (Drug Enforcement Administration) para saber novedades sobre este hecho”, reconoció una fuente de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires.
El caso va cobrando relevancia política a medida que pasan los días y la investigación avanza. Hay dos aspectos que deben ser considerados.
El primero tiene que ver con el submundo del narcotráfico. Las investigaciones, hasta aquí, van descorriendo el velo del universo de los precursores químicos.
Los precursores químicos son substancias empleadas para la elaboración de lo que se denomina “drogas de diseño”. Una de esas drogas es el éxtasis, que viene consumiéndose en forma creciente por parte de sectores socioeconómicos de buen nivel adquisitivo.
Los carteles de la droga han puesto sus pies en la Argentina ante las ventajas que aquí se presentan. Aquí la efedrina, uno de esos precursores químicos, se consigue a precios mucho más barato que, por ejemplo, en México.
La debilidad de los controles y la corrupción han generado condiciones de vulnerabilidad que han transformado a nuestro país en un lugar que ofrece muchas facilidades para el accionar de estas organizaciones delictivas.
Al respecto, hay que consignar un informe que acaba de emitir el International Narcotics Control Board (INCB) de las Naciones Unidas. Este informe (INCB-PRE-270/08 151/1 ARG), que hasta ahora no había tomado estado público, trata del control de la efedrina y la pseudoefedrina y señala que hay un aumento notable de las cantidades importadas de estas sustancias, ya sea como materia prima o formando parte de productos semielaborados o terminados. El informe agrega que la industria farmacéutica argentina estaría utilizando una cantidad menor de estas dos sustancias para la elaboración de productos medicinales que las contienen.
Por todo esto es que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) ha emitido al Resolución 4712/2008, en la que establece los requisitos de autorización para la importación de efedrina y pseudo efedrina.
Nota al pie:
Tanto la efedrina como la pseudoefedrina son componentes de medicamentos utilizados, entre otras cosas, para el tratamiento del broncoespasmo, rinitis alérgicas y estados de congestión nasal.
Entre las drogas ilegales que tienen a la efedrina como constituyente esencial, están la metanfetamina, la sinefrina y la metcationa (hay otras). La última es muy consumida en los Estados Unidos, en donde se la conoce con el nombre de “gato”.
Son drogas que producen un efecto de intensa euforia y que, a su vez, son dañinas para el sistema nervioso central.
Junto con el costado estrictamente vinculado al narcotráfico de este hecho resonante, está el costado político. Es que hay cosas que rozan al Gobierno y que todavía no están claras.
El hecho de que la empresa de Sebastián Forza, Seacamp, haya sido una de las principales aportantes a la campaña de Cristina Fernández de Kirchner es un dato de un impacto aún no debidamente dimensionado. Hay que recordar que el aporte de Forza, que tenía librados 413 cheques sin fondos por un valor de 4.300.000 pesos, fue de 200 mil pesos, y que lo concretó a través de cuatro cheques que, a diferencia de los otros, tenían fondos y, por lo tanto, fueron cobrados.
Es aquí que aparece una variante que todavía forma parte de algunas de las hipótesis de la investigación. Forza tendría relación con algunas obras sociales sindicales.
En la ANMAT hay denuncias de afiliados que recibieron medicamentos adulterados para el tratamiento tanto de enfermedades hemofílicas como oncológicas. La empresa de Forza estaba denunciada, a su vez, por robo de medicamentos, contrabando y adulteraciones.
En este contexto hay quien no descarta que, en realidad, Forza podría haber actuado como testaferro y que el verdadero origen de esos 200 mil pesos que “aportó” a la campaña hubiera sido otro (¿un sindicato?).
Es por todo esto que son cada vez más los que miran con sospechas a la Superintendencia de Servicios de Salud de la Nación. Su titular, Héctor Capaccioli, salió a dar explicaciones sobre los aportes de Forza que no convencieron a nadie.
Hay algo sobre lo que los conocedores de las campañas electorales no dudan: “Cuando alguien con el perfil de Forza hace un aporte de esa suma a una campaña electoral, lo hace a cambio de una contraprestación”.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.