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¿Renace el Mercosur?

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Bloque. El tratado con la UE entusiasma a la diplomacia. | NA

No importa cuándo nos hagamos esta pregunta, siempre será pertinente. En un contexto global de reflexión y cuestionamiento sobre los procesos de integración regional, el histórico acuerdo firmado entre el Mercosur y la Unión Europea brinda importantes señales sobre un relanzamiento del –hasta ahora– fallido bloque regional. ¿Significa esto un renacimiento?

Los procesos de integración regional se encuentran cuestionados en todo el mundo, y América Latina no es la excepción: las consecuencias de la crisis económico/financiera de 2008 pusieron en tela de juicio el optimismo integracionista post Guerra Fría, y tanto el Brexit como la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos continuaron la tendencia proteccionista.

Paulo Guedes, asesor económico de Jair Bolsonaro, había manifestado que el Mercosur no se encontraba entre sus prioridades en política exterior ya que, según su visión, había sido muy restrictivo para la relación comercial de Brasil con el resto del mundo. Pero como la mítica figura del ave fénix, el Mercosur renace constantemente de sus cenizas, esta vez a raíz de un acuerdo con la Unión Europea en el que se llevaba negociando un cuarto de siglo.

Esto no hubiera sido posible sin un esfuerzo explícito y constante de la diplomacia argentina no solo para que se produzca el acuerdo, sino también para que sea rápido. Por esto, no solamente se trata  de un hecho histórico para la integración regional sino también una importante victoria diplomática de Argentina.

Este acuerdo resulta una importante ventana de oportunidad para las economías del bloque en materia comercial e institucional, y puede ser un puntapié para facilitar nuevos acuerdos con otros bloques regionales. Para la Argentina en particular, el acuerdo podría redundar en un aumento de las exportaciones de las economías regionales así como también en la llegada de mayor cantidad de inversiones, favoreciendo la inserción del país en las cadenas globales de valor.

Es que, a largo plazo, la integración, si se realiza con políticas de acompañamiento adecuadas, puede generar potencialmente un efecto neto positivo que se canalizará en un aumento del crecimiento y el desarrollo en las economías que integran el bloque. Dicho esto, resulta importante destacar que una de las tradiciones políticas latinoamericanas tiene que ver con la dificultad de la elite dirigente para encarar procesos transformacionales cuyos beneficios sean palpables a largo plazo. Y si observamos el contexto político interno de Argentina y Brasil, quizás el desafío más importante que atraviesa Mercosur de cara al futuro es renovar el compromiso político para que la integración sea una cuestión de Estado y no de gobiernos.

Resulta imprescindible para aprovechar las potenciales ventajas de la integración que exista una sostenida voluntad política acompañada de la creación de estructuras institucionales robustas, surgidas, no bajo la imitación de otros procesos, sino más bien atendiendo al contexto y las necesidades regionales.

Si bien las ventajas de la integración son potencialmente mayores a sus costes, en los procesos de integración latinoamericanos –y específicamente en Mercosur– se suma una complejidad extra que reside en la tendencia a no optar por políticas sostenidas en el largo plazo que permitirían ver los mayores beneficios de la integración.

Hoy, una vez más, asistimos a un breve renacimiento del Mercosur que entusiasma a la diplomacia sudamericana. Pero, teniendo en cuenta los antecedentes, resulta difícil afirmar por cuánto tiempo.

* Politólogo internacionalista. Profesor e investigador de la Universidad Católica Argentina.