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Revancha

Seguir los debates del Congreso es uno de los programas más entretenidos que ofrece la televisión. El trabajo parlamentario se parece a algunos deportes olímpicos que desconocemos pero que, al tomar contacto con ellos, revelan facetas apasionantes.

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Seguir los debates del Congreso es uno de los programas más entretenidos que ofrece la televisión. El trabajo parlamentario se parece a algunos deportes olímpicos que desconocemos pero que, al tomar contacto con ellos, revelan facetas apasionantes. La discusión sobre el rescate de Aerolíneas Argentinas en Diputados no tuvo la tensión dramática ni el suspenso que acompañaron a la Resolución 125, pero fue otro excelente ejemplo de espectáculo vibrante y de final abierto.
Otra vez el Ejecutivo envió un proyecto inviable, plagado de errores y de intenciones sospechosas. Otra vez la bancada oficialista comenzó perdiendo y tuvo que recurrir a una serie de modificaciones para que la iniciativa no fuera rechazada de plano. Sin embargo, la lección de la última derrota sirvió para corregir la estrategia. En lugar de una defensa demasiado cerrada que impedía el acuerdo con los contrarios y espantaba a los propios, se hicieron las concesiones necesarias como para que todo el mundo se fuera contento y hasta se sumó el aporte de algunos opositores. El proyecto original de Ricardo Jaime quedó pulverizado y se lo reemplazó por uno prácticamente nuevo que revierte, para beneplácito general y euforia sindical, el espíritu privatizador de la década pasada.
En cambio, la alianza opositora conformada por la Coalición Cívica, la UCR y el PRO equivocó la táctica de medio a medio y eligió plantarse en un argumento demagógico e indefendible: que el pueblo no debía hacerse cargo de una deuda privada como si, al comprar una empresa, se pudiera hacer un pagadiós con la cuenta. El resultado fue una derrota catastrófica y merecida: el oficialismo le ganó por el doble de votos. En eso reside la magia del Congreso. La política se hace allí más racional y transparente y no es tan fácil vender gato por liebre aunque se agiten consignas patrióticas.
Claro que el proyecto aprobado requiere de una segunda vuelta y no garantiza que finalmente la compañía se compre ni que el Ejecutivo no intente alguna de sus trampas. Tampoco se sabe cuánto va a costar todo esto ni si Aerolíneas va a funcionar decentemente en el futuro. Pero ése es otro tema. La Cámara cumplió de nuevo con su parte.

*Escritor.