Mucho antes de la disputa Huergo-Madero por la localización y forma del puerto de Buenos Aires, la zona costera y el Riachuelo específicamente cumplieron un rol central en la relación de la actual Buenos Aires con el mundo. Esta ciudad lleva el puerto en su genética, y hasta podría decirse que la conformación del país es resultado de su función articuladora en lo comercial, porque determina el desarrollo urbano y de los medios de transporte a lo largo del tiempo.
Antes de fundarse la ciudad, se creó el puerto de Santa María de los Buenos Aires. Las primeras imágenes que se conocen de la ciudad la ponen en relación con el río. Su crecimiento como capital virreinal y nacional tiene que ver con el comercio (incluido el ilegal). Las pujas políticas entre unitarios y federales tienen a las rentas de aduana y a la navegación de los ríos como elementos centrales. Resistencias de España primero, falta de recursos y guerras civiles después fueron demorando las obras necesarias.
En la colonia no hubo grandes avances. El único proyecto que creció parcialmente fue el de Pedro Antonio Cerviño: un muelle de 200 metros construido en el Bajo de la Merced. Pero sólo se construyeron 70 metros, que fueron destruidos por un temporal en 1805.
Buenos Aires tuvo en la primera mitad del siglo XIX un puerto informal, que en realidad era un fondeadero o embarcadero de poca profundidad frente a la ciudad. Los barcos paraban a varias millas de la costa, para que embarcaciones de poco calado ingresaran al río a retirar la carga y los pasajeros de los barcos. La ausencia de instalaciones modernas finalizó con la puja Huergo-Madero, que a su vez marcó para siempre el diseño urbano de la ciudad capital.
Lo cierto es que Buenos Aires y el puerto son dos entidades inseparables. La idea de la Argentina empieza a nacer justamente por la imposibilidad de comerciar, que es parte crucial de los reclamos que terminan en la Revolución de Mayo de 1810. Y el Riachuelo, hoy sólo famoso por su contaminación, tiene un enorme significado histórico en este proceso. Sede del primer puerto, y hasta algunos piensan de la original Buenos Aires (la de Pedro de Mendoza), este afluente del Río de la Plata emerge como referencia obligada para pensar el devenir histórico del país y del comercio.
La geografía determinó que el Riachuelo fuera el puerto natural de Buenos Aires. Hace más de dos siglos no desembocaba donde lo hace ahora, sino más cerca de la Plaza de Mayo. Es que se trata de barros, tierras móviles (lo que en inglés se llama wetland), donde la geografía cambia, y es complicado que algo sea permanente.
Resulta hoy llamativo recordar que se llegó a imaginar al Riachuelo, no sólo como sede del puerto de la ciudad, sino también como un bello paseo al estilo de los ríos de las ciudades europeas. La historiadora urbana Graciela Silvestre descubrió varios proyectos que proponían una especie de canal, de paseo, que uniera la zona que hoy es de Puerto Madero, con el Riachuelo y se cerrara por el Maldonado. ¿Imaginan una Buenos Aires transitada por ríos amigables?
Se pensó en el Riachuelo como paseo turístico, es cierto, pero también en eje de actividades industriales, porque los saladeros ya estaban del lado de la actual provincia de Buenos Aires. Aquel Riachuelo no dividía como divide ahora, que es casi como una frontera infranqueable entre Provincia y Capital. Ir de un lado al otro era algo cotidiano y hasta natural: se vivía de un lado, se trabajaba del otro.
La orilla provincial fue el lugar preferido para poner industrias, desde mediados del siglo XIX (las industrias cárnicas, por ejemplo). Los controles eran muy vagos, y el Riachuelo terminó siendo un depósito de desechos industriales. Ahí se observa el inicio de un devenir que llevó a un presente sombrío pero que, gracias al interés de la Corte Suprema y al compromiso de los gobiernos de la Cuenca, puede estar en vías de reversión.
*Periodista e historiador.