Estimado Tomás: no te voy a mentir, estoy caliente, me es imposible sacarme la bronca que me generó tu nota de ayer. Será porque espero más de un intelectual. O por ahí porque no me quiero acostumbrar a la devaluación de la palabra, a que todo valga lo mismo, a que destruir el trabajo de otros sea la regla de nuestra sociedad argentina empobrecida y estéril en el debate de las ideas. Cuento hasta diez. Pienso lo fácil que sería entrar en el juego de las chicanas, las frases hechas y los lugares comunes que usás para descalificar el trabajo de gente que, mejor o peor, se la juega todos los días para tratar de cambiar las cosas en esta ciudad. Uno queda súper intelectual, más si metés un par de citas de filósofos o pensadores como para adornar un escrito perezoso y superficial. Pegarle a PRO parece ser un atajo para conseguir aplausos fáciles y elogios de amigos de tertulias. Devolver los golpes descalificando al que los da también es fácil. Pero pienso que es mejor otro camino. Te quiero invitar, nuevamente, a que vengas a escuchar lo que tenemos para contarte. Lo que escucharon más de 300 dirigentes sociales, desde la CTA y las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora hasta las cámaras empresariales. Vinieron todos los que fueron invitados, se interesaron y aportaron mucho. En realidad, casi todos. Algunos intelectuales, como vos, se excusaron o directamente no contestaron.
Por ahí si venís entendés que “Buenos Aires 2020. Un compromiso de todos” tiene que ver con la idea de recuperar canales de diálogo y de participación. Es una invitación del Gobierno porteño, apoyado por Naciones Unidas (PNUD), a los distintos sectores de la sociedad civil a apostar por una forma distinta de pensar nuestros problemas, tanto los de hoy como los de largo plazo. A dejar de lado nuestras agendas sectoriales del día a día y reconstruir un piso común de objetivos. Se plantean dos ejes: la Constitución de la Ciudad, como punto de partida y meta, y el Presupuesto, cómo nos financiamos y cómo gastamos.
Al comparar los objetivos y los recursos se hace evidente un problema estructural: la Ciudad tiene una gran deuda de infraestructura, que hemos calculado en un mínimo de 60 mil millones de pesos, y a la vez, una baja capacidad de inversión, que estimamos en 300 millones de pesos por año. Eso es lo que escuchaste en la radio. Existe esta deuda porque hace décadas que no se invierte. Y ésa es la deuda de la que estamos hablando. Endeudarse a largo plazo (cosa que hicieron De la Rúa e Ibarra) está bien, porque las grandes obras se amortizan en varias generaciones; el tema es hacerlo sustentablemente.
Pese a ello, en estos casi dos años de gestión, hemos invertido más de lo se había hecho en años anteriores combinados. Y vamos a seguir haciéndolo, generando recursos mediante una mejor utilización del presupuesto, ahorrando donde se despilfarraba, siendo trasparentes donde se afanaba. Porque ésa es nuestra tarea, para eso nos votaron.
Pero el planteo es más de fondo. Tenemos que tomar conciencia de las cosas. Ser serios. Entender los números, entender la historia, como para construir un camino común. La fragmentación social y política de esta ciudad es dramática. Donde mirás encontrás los mismos problemas de representación y dificultad para trabajar en conjunto. Tenemos que sentarnos, escucharnos, reconocernos, desterrar la maldita cultura del diálogo condicionado, tan de moda en esta década. Diálogo trucho y sordo que implica que hablo con quien piensa como yo. Costumbre tan K, como opositora.
Tomás, te invito a que vengas. A que escuches. A que te saques esos auriculares con los que caminás por la Ciudad. A que nos digas lo que pensás, por más que no nos guste. A que te animes a pensar que por ahí se puede vivir superando los prejuicios. Lo que no te puedo tolerar es que nos descalifiques de antemano. Porque te respeto y porque todavía me rebelo a la idea de no poder tener un país distinto. Un país en el que dejemos de matarnos con la palabra fácil y nos pongamos a laburar en serio entre todos para salir del pozo en el que estamos. Ojalá que vengas, de verdad.
*Secretario general del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.