COLUMNISTAS
ciencia

Se prevén ateos saliendo del clóset

default
default | Cedoc

Dios no creó el universo y el Big Bang fue la consecuencia inevitable de las leyes de la física. Eso dice Stephen Hawking en un nuevo libro, The Grand Design, que escribió junto al físico estadounidense Leonard Mlodinow. Según los extractos del libro publicados el jueves pasado por el periódico británico The Times, Hawking –un hereje old school, es decir, un científico con inspiración de literato– dice que una nueva serie de teorías vuelve totalmente superfluo pensar en la existencia de un creador del universo.

“Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo pudo y se creó de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada, es la razón por la que existe el universo, de que existamos”, escribe Hawking. Y añade: “No es necesario invocar a Dios como el que encendió la mecha y creó el universo”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Según sus comentarios todo parece indicar que Hawking tomó distancia de sus anteriores puntos de vista sobre religión, algunos de los cuales expuso en el libro que lo lanzó al estrellato, Historia del tiempo y en tres libros sucesivos, Agujeros negros y pequeños universos y otros ensayos, El universo en una cáscara de nuez y Breve historia del tiempo. Entonces, más cauto, se limitaba a decir que las leyes de la física simplemente demostraban que no era necesario creer que Dios había intervenido en el Big Bang.

En Breve historia del tiempo escribió: “Si descubriéramos una teoría completa, sería el triunfo final de la razón humana, porque así conoceríamos la mente de Dios”.

Ahora, en The Grand Design, señala que el descubrimiento en 1992 de un planeta que orbitaba otra estrella distinta al Sol ayuda a replantearse el punto de vista del padre de la física, Isaac Newton, respecto a que el universo no podría haber surgido del caos sino que fue creado por Dios.

“Eso convierte a las coincidencias de nuestras condiciones planetarias –un Sol único, la afortunada combinación de la distancia Tierra-Sol y la masa solar–, en una evidencia bastante menos destacable y bastante menos convincente de que la Tierra fue diseñada cuidadosamente sólo para agradarnos a los seres humanos”, escribe.

Buenas noticias entonces. Los que predicamos el ateísmo nos sentimos conformes. A diferencia de los devotos de cualquier especie, los ateos no odiamos a nadie, no perseguimos a nadie y no sentimos celos por nadie; y dado que no tenemos una buena opinión de nosotros mismos ni de la especie humana en general, y sabemos que la vida no vale gran cosa, despreciamos la muerte, y la eternidad no constituye para nosotros motivo de preocupación. De modo que a partir de estas afirmación de Hawking esperamos engrosar notablemente nuestra filas.

Un ateo, para ser ateo, necesita de una fuerza que es muy difícil de encontrar en la especie humana, y es la razón por la que en comparación hay tan pocos ateos. Lo que Hawking viene a decirnos es en definitiva lo que todos los ateos sospechábamos desde un principio, esto es, que estamos solos en el universo, en el país, en la ciudad, en el barrio y en la calle.

No deja de ser un motivo de felicidad.