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¿Se puede salir del cepo ya?

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En los últimos días se volvió viral la polémica por el cepo cambiario. Cuándo podemos liberarnos de ese lastre y qué riesgos se corren en caso de hacerlo, sin construir antes las fortalezas necesarias, fueron parte de los interrogantes que emergieron en la conversación social en redes y medios.

Mucha gente cree que liberar el cepo es permitir que los particulares puedan hacer transacciones cambiarias con libertad, cuando deciden dedicar parte de sus ingresos al ahorro en esa moneda, o entregarlos a otros si optan por comprar una propiedad. Llamemos a ese cerrojo como C1. No sería difícil liberarlo pronto, incluso podríamos estar en condiciones de hacerlo ya.

Pero ese C1 junto a los gastos en moneda extranjera de quienes viajan al exterior es una parte relativamente chica de la torta cambiaria, aunque tradicionalmente el turismo neto en divisas siempre ha sido deficitario en Argentina.

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Inmediatamente después del C1 aparecen en la fila los importadores y exportadores; los primeros con una demanda neta (ahora reducida por la recesión) de unos seis mil millones de dólares mensuales y los segundos con una oferta muy estacional por la cosecha del agro, que artificialmente mensualizada orilla los 7 mil millones. A este otro cerrojo lo llamaremos C2 y podríamos convenir que si no fuera porque el BCRA necesita imperiosamente reconstruir el magro nivel de reservas netas que aún siguen siendo (aunque mucho menos) negativas, este otro también sería fácil de transitar.

En relación al comercio exterior hay otro problema que arrastramos de la anterior administración. Se trata de una deuda inusualmente impaga del orden de los 15-20 B, que ya estaría bastante bien encaminada a través del Bopreal cuyo grado de aceptación ha sido muy alto y muy rápido; decimos inusualmente, porque existe siempre un nivel del stock normal de deuda por importaciones, pero en este caso no lo era. Si bien este otro cerrojo era muy complicado si hubiéramos querido levantar el cepo antes, no es menos cierto que el ministro de Economía ha sido muy eficaz en buscarle una solución creativa al tema.

Fuera de esa deuda vieja de bienes importados también existe un monto significativo de regalías y dividendos, que muchas empresas multinacionales no han podido girar al exterior en los últimos años. A eso se le suma un nivel importante de deuda privada de empresas, que también acuden al Banco Central cada vez que deben cancelarlas. Llamaremos a esta otra demanda de dólares encerrados C4.

Finalmente llegamos al cerrojo más difícil y más grande en términos de importancia cuantitativa. La famosa bola de Leliqs que distorsionaba el balance del BCRA y que amenazaba con buscar refugio en el dólar ante cada proceso de incertidumbre económica sobre cambios en la política monetaria o cambiaria. Dichas Leliqs fueron transferidas al Tesoro con el nombre de Pases con vencimiento diario. Lo bueno fue que las tasas que reciben hace casi dos meses son muy negativas y se están licuando, casi tanto como las jubilaciones. Lo malo es que para que los bancos (y los ahorristas que están detrás de esos Pases) acepten ese cambio y esa tasa negativa exigieron una cobertura PUT, a través de la cual tienen un seguro soberano de poder cancelarlas todos los días, recibir los pesos equivalentes, ¿y adivinen dónde irían a refugiarse?

Correcto, al dólar.

Por lo cual este gate C5 debe quedar bien cerrado hasta que terminen de licuarse del todo, o los ahorristas representados por los bancos, acepten voluntariamente una reestructuración del vencimiento a mucho más largo plazo que le quite presión al mercado cambiario y nos dé previsibilidad a todos.

¿Cuál es la conclusión entonces?

Podríamos salir del cepo pasando por distintas etapas o gates de liberación. Primero podemos probar con C1, C2 y C3. Pero para incluir C4 y C5, quedan algunos deberes por hacer que probablemente, nos lleven hacia finales del tercer trimestre. Es bueno resaltar, sin embargo, que una salida parcial de los primeros tres cepos descriptos, aún lejos de ser óptimo, daría un mensaje muy bueno al mercado mostrando la dirección de hacia dónde vamos y cómo avanzamos a paso firme en ese sentido.

Fundamentalmente sería además, una eliminación de los diversos tipos de cambio que existen y complican la operatoria hoy y que podría ser presentada como una Unificación Cambiaria, que ya nos daría un título intermedio de un país más normal. Con eso ganaríamos dos objetivos igualmente positivos:

1. Le daríamos un estímulo al campo para liquidar esta cosecha con un dólar de mercado. Lejos aún de ser ideal, porque aún sigue afectado por las injustas y distorsivas retenciones, sería una señal muy bien recibida y un estímulo apropiado.

2. No es menos importante recordar que un cepo sirve para congelar artificialmente la cotización del dólar, pero no deja de ser una arma de doble filo que si bien no te deja salir, tampoco te deja entrar. En ese sentido, esta unificación cambiaria agilizaría la llegada de inversiones, probablemente financieras primero y más productivas después.

En definitiva, para que la economía real comience a recuperarse que es lo que necesitamos y queremos todos, el orden de la macro es una condición primogénita, aunque no alcanza. La confianza es el otro ingrediente indispensable. Y esto último es donde el discurso sobreactuado y a veces altisonante del presidente Milei es completamente funcional a esa generación de confianza. El mercado le cree que la motosierra sigue más activa que nunca y que el equilibrio fiscal, efectivamente, no se negocia.

* Economista. Profesor FCE UBA. -ExCEO. MNC. Consultor de empresas.