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Ser o no ser

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Dos a sostenerse. Mauricio Macri y Cristina Kirchner son interdependientes: la continua presencia de cada uno es el cemento que amalgama la coalición del otro. | pablo cuarterolo

La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca, escrita por Shakespeare en 1600 podría adaptarse como título a las meditaciones tanto de Cristina Kirchner como de Mauricio Macri sobre ser o no ser candidato a presidente este año. 

Los crecientes crujidos en la interna del Frente de Todos son también resultado de que no se deciden a llevar adelante una estrategia defensiva u ofensiva en cuyo caso la vicepresidenta sería la mejor candidata. En Juntos por el Cambio los crecientes crujidos en su interna son también resultado de dudar sobre la mejor estrategia para enfrentar/cooptar al fenómeno de Javier Milei, si con moderación o imitación, en cuyo caso el expresidente sería el mejor candidato.

No se deciden por una estrategia defensiva u ofensiva: frente al otro en FdT, frente a Milei en JxC

Las elecciones, con la incorporación de las PASO y el ballottage, pasaron a tener tres instancias, y quien pueda ser el mejor candidato para las PASO (cada uno de ellos en su propio espacio) o la primera vuelta puede no serlo para el ballottage, donde el nivel de rechazo cuenta más que el de aprobación, problema que afecta tanto a Cristina Kirchner como a Mauricio Macri. Y como la mejor forma de ambos de ser competitivos sería compitiendo contra el otro que nivela el porcentaje de rechazo, hay quienes llegan al paroxismo de la especulación imaginando un acuerdo de ambos para presentarse con el compromiso de que el otro haga lo mismo, partiendo de la hipótesis de que cualquier candidato moderado de las dos coaliciones dominantes le ganaría a la otra coalición cuyo candidato fuera Cristina o Macri.

Son un espejo invertido en tantos planos que puede tener lógica que su perpetuación como su ocaso sean simultáneos. Muchos llaman a Juntos por el Cambio en su acrónimo JxC: Juntos por Cristina, y que si ella perdiese peso específico en la política argentina habría menos motivos para mantener juntos a los heterogéneos componentes de la coalición hoy opositora. Siguiendo la fuente de lo opuesto, lo que unió al Frente de Todos fue la posibilidad de sacar a Mauricio Macri del poder, así como lo que mantuvo unido a Juntos por el Cambio fue el regreso de kirchnerismo al poder y la necesidad de volver a sacarlo.

La sospecha de que podrían terminar decidiendo ser candidatos lleva a todo tipo de interpretaciones: que el discurso de Cristina Kirchner el miércoles pasado en el Foro Mundial de los Derechos Humanos fue una señal del lanzamiento de su candidatura y, en sentido contrario, que en el discurso de hace dos semanas en Avellaneda Cristina terminó reconociendo la necesidad del consenso, lo que equivale a aceptar cierta derrota cultural del kirchnerismo, espacio que ya no puede ejercer ninguna supremacía política en el país y selló el fin de su hegemonía. 

Dado que la edad potencia o suaviza rasgos de la personalidad de cada individuo, los años transcurridos cumplirán un papel importante en la decisión final de cada uno de ellos por ser candidato. En el caso de Macri, no estaría ya más dispuesto a hacer una campaña disimulando sus ideas, adecuándose a la partitura de Duran Barba o Marcos Peña, que lo llevaron al centro para ser más competitivo electoralmente, y solo lo motivaría poder exponer sin filtro sus ideas como parte de una “batalla cultural”. Ver la resistencia que la sociedad francesa, en su insumisión tan parecida a la argentina, les presenta a las tímidas medidas de reforma jubilatoria que decretó su amigo Macron, debe estar haciendo reflexionar a Macri. En igual sentido, ver las constricciones económicas que enfrenta el Estado argentino en términos de deuda, financiamiento y reservas debe estar haciendo reflexionar a Cristina Kirchner.

Es que ninguno de los dos es dueño de su destino ni su único actor porque las condiciones de posibilidad las generan los múltiples factores que dominan el humor de la sociedad y las posibilidades materiales de las factibles acciones. No sería la misma decisión de ambos dentro de dos meses si fracasara estrepitosamente en su batalla contra la inflación y la devaluación el tándem Massa-Rubinstein (ver la defensa de este último del DNU 164, que pesificó los bonos de la Anses, entre otros, que publica PERFIL en exclusiva bajo el título “Una herramienta para el ordenamiento macroeconómico”), como tampoco sería la misma decisión si llegaran al convencimiento de que la economía mundial saldrá en 2024 de su fase recesiva pandemia-guerra-inflación, de la cual la reciente crisis bancaria es otro llamado de atención.

Son tanto un espejo invertido que su perpetuación como su ocaso pueden ser simultáneos 

Pero más impredecible aún es cómo la psicología personal de cada uno, singular, si no no hubieran podido ser presidentes, producirá una química cerebral que los predisponga para la manía o la depresión, para el ataque o la huida, que es la respuesta fisiológica frente a la amenaza de supervivencia, común también a los animales: el llamado síndrome de adaptación general cuando un organismo reacciona con una descarga general del sistema nervioso simpático, preparándolo para luchar o escapar.

Ser o no ser, esta es la cuestión, como en el soliloquio del príncipe Hamlet: “¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta u oponer los brazos a este torrente de calamidades y darles fin con atrevida resistencia?”. También a Hamlet algo le olía a podrido en el Estado de su Dinamarca.