El Ministro Felipe Solá expresó en las jornadas del CARI y después lo reiteró en el Coloquio de IDEA que las prioridades de la política exterior son el Mercosur y la integración regional. Con acierto expresó que Venezuela a pesar de su gravedad no puede constituir el único tema de convocatoria y que la región debe retomar su propia agenda de integración productiva. Las palabras del Canciller Solá constituyen una importante definición en un contexto donde se destacan más las discrepancias entre los miembros del Mercosur sobre la globalización y las críticas a la Alianza del Pacífico como modelo alternativo.
La confusión entre integración y coincidencias ideológicas constituyó una valla para el progreso en torno a intereses comunes. La ausencia de motivación política impulsó a los países latinoamericanos a buscar opciones individuales mediante la firma de Acuerdos de Libre Comercio con socios extra-regionales para aumentar las exportaciones que requirieron en compensación la apertura de sus mercados menoscabando las preferencias para las importaciones desde la región. Primero con los Estados Unidos, luego la Unión Europea y ahora es China que en los últimos años se ha convertido en el principal proveedor de manufacturas mano de obra y capital intensivas.
El mercado regional brinda oportunidades para la diversificación de las exportaciones y una mayor participación de las pequeñas y medianas empresas a diferencia del comercio con países extra-zona. El análisis de la potencialidad de los merados (Datar Tarifar N°21) muestra que la Argentina exporta a Chile a través de 723 subpartidas, a Brasil 672 y Perú 313 mientras que las exportaciones a China, Vietnam e India tienen una concentración superior al 90% en cinco productos. El crecimiento de Asia representa una importante oportunidad para las exportaciones de commodities, minerales y petróleo pero continúa siendo un mercado de difícil acceso para productos de mayor valor agregado por la competencia de China y de los países de ASEAN sumado a problemas de logística. Las exportaciones argentinas a la ALADI eran 40% del total en 2001 y cayeron al 23% en 2019.
El comercio con los países asiáticos consolidó el modelo de dependencia Norte-Sur que fuera tan criticado en décadas anteriores como causa del atraso en el desarrollo de la región. China pareciera interesada en adquirir e invertir solo en recursos naturales pero al mismo tiempo compite en el mercado latinoamericano con las empresas locales. Las importaciones de América Latina desde China pasaron de 5223 en 2001 a 126.555 millones el año pasado; un aumento de 24 veces en 19 años y una participación que saltó del 3% en 2001 al 19% del total. Al principio, se asumió que las exportaciones chinas desplazaban a las exportaciones de Estados Unidos y Europa del mercado latinoamericano pero en realidad también afectaron las posibilidades del desarrollo del comercio intrarregional de bienes manufacturados.
La gravedad de la recesión provocada por la propagación del Covid-19 debería constituir un aliciente para profundizar la integración en América Latina y concentrarse en los temas de consenso. La actual situación internacional indica que se producirá un reagrupamiento regional o fragmentación de la globalización incluyendo una posible relocalización de las cadenas de valor que abriría nuevas posibilidades para las empresas regionales. El desafío consistirá en habilitar un nuevo escenario para facilitar el intercambio, la complementación y la asociación de empresas mediante la eliminación de la complejidad burocrática que solo logra entorpecer el proceso de una mayor integración.
El Canciller Solá planteó una nueva perspectiva a la relación con el Mercosur y con el resto de América Latina. El énfasis puesto en reconocer la importancia de la vinculación con Brasil y con los países latinoamericanos requerirá coordinación para convertir esta aspiración en un componente clave de la estrategia de inserción internacional.
*Diplomático.
