Te dicen que en la vida hay que elegir. Pero a la vez te advierten que “ellos” ya eligieron. Quieren seguir, quedarse, a pesar de todo lo que sufren y lo que les cuesta. Es decir: “les cuesta” en no se sabe qué, porque en plata es mucha la que se llevaron y llevan.
La publicidad es para vender, no para decir la verdad. No van a hacer un aviso en el que te pidan elegir entre Báez y Boudou, o entre Pablo y Sergio Schocklender, o entre Jaime y Schiavi, sospechados todos de alta corrupción, o entre De Vido y Timerman, probadamente fracasados, o entre Moreno y Aníbal Fernández, dos vulgares inútiles, o entre gobernadores de feudos como Insfrán y Alperovich.
“Ellos” son el poder. Y el Poder es, en definitiva, el que maneja “las cajas” recaudadoras de impuestos, de sobreprecios, de coimas, el que reparte subsidios entre socios, adherentes y clientes, el que mantiene a miserables que se regalan, como el relator de fútbol Marcelo Araujo, el que pedía votar a Menem y ahora hace lo mismo para el candidato del patrón de turno.
El poder compra al que se vende. El fútbol, las barras, los derechos humanos, utiliza al Papa, encubre a servicios de inteligencia de la dictadura, como el secretario general de la Uocra, Gerardo Martínez, a responsables políticos de la muerte de pibes en los 70, como Horacio Verbitsky, y contrata mercenarios que escriben y propagan el “relato”, la versión de los hechos que leen y se creen y quieren hacen leer y creer a los demás.
Es así, desde Apold a López Rega, a Videla, a Menem, a De la Rúa, a Duhalde, a Néstor y a Cristina. Cuando mucho después de lo que hicieron se revela lo que entonces se ocultaba, “ellos”, los que eran el poder, ya se habrán muerto después de unos pocos años en la cárcel, como Videla, o estarán viejos, como Alberto Kohan, o seniles, como Menem. Los juzga y condena la historia, sí. ¿Y? ¿Qué consuelo es ése para los familiares de las miles, millones de víctimas de la corrupción y la incapacidad?
De memoria, cualquier ciudadano que lea los diarios podría hacer cálculos sencillos. El país recauda fortunas por las exportaciones de sus materias primas y tiene todavía, después de trienta años de democracia, al 40% de su población en condición de pobreza o de indigencia, trabajando en negro, bajo regímenes esclavos, sin servicios básicos, agua, energía, educación, salud.
Conclusión elemental 1: políticos, sindicalistas, milicos, empresarios “amigos” del poder, burocracias, mafias, aparatos, han robado a mansalva y debieron –deberían todavía–, ser juzgados por fraude, pero también por la responsabilidad que les cabe en la muerte directa o en la existencia vital arruinada de cientos de miles de personas que no han tenido nunca la oportunidad de nada.
Conclusión elemental 2: en treinta años de democracia no hay más de cinco funcionarios de alto nivel que hayan ido en cana un tiempo largo, incluyendo entre ellos a María Julia Alsogaray y Menem. Los delitos han sido muy graves, pero no hay responsables condenados por ellos. Todos los que todavía están en procesos, caso Báez, Jaime, Boudou, Schiavi, Milani y demás, poco a poco van zafando de sus causas.
Así es que, “si me das elegir”, como dice la letra de una canción popular, “me quedo contigo”. Puedo verte, en la calle, en el bondi, en el Sarmiento, en las marchas, entre los que no salen en la tele, o salen sí, cuando tienen la oportunidad de reclamar y gritar y pedir por sus hijos, como el padre de Paulina en Tucumán, o la mamá de Itatí en Misiones, y todas las madres del dolor. Puesto a optar por representantes, elegiré a los que todavía les creo y de los que tengo, al menos, la impresión de que han sido, hasta ahora, dignos, honestos.
Votar, elegir, es compartir un día la esperanza de que todos podemos ser mejores que la vida que estamos llevando. Pero ya aprendimos también que el futuro sigue dependiendo de lo que hacemos cada uno, cada día.
*Periodista, coordinador de los medios públicos de la Ciudad.