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ECONOMISTA DE LA SEMANA

Sin margen de maniobra para compensar el shock

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Dudas. Hay recursos del Tesoro que no parecen estar correctamente asignados, señala el autor. | cedoc

Si bien China lentamente retorna a la normalidad, en Occidente la situación escala peligrosamente y transforma la vida política, social y económica como no se vio en más de cien años. Con el objetivo de compensar al menos parcialmente el shock de demanda negativo, los gobiernos lanzaron paquetes fiscales de distintas magnitudes. Proteger a los grupos sociales y sectores económicos particularmente perjudicados por la pandemia fue la principal motivación de la mayoría de las políticas comunicadas. Lamentablemente para nuestro país, los márgenes de maniobra con los que cuenta cada gobierno para desplegar estas políticas son una función del comportamiento fiscal de los años anteriores.

Tomemos un ejemplo. Nueva Zelanda decidió implementar una política fuertemente expansiva. Su paquete de estímulo fiscal alcanzará el 4% del PBI y estará centrado en subsidios salariales, recortes de impuestos, refuerzo de la red de protección social, inversión en salud y ayuda a sectores directamente afectados (turismo, aviación, gastronomía, entre otros). Una vez comunicado el paquete el ministro de Finanzas declaró: “Tendremos un extenso período de déficit y nuestra deuda aumentará significativamente”, al mismo tiempo que aclaró que el objetivo de mantener una deuda menor al 25% del PBI no se cumplirá. Ejecutar una política fiscal tan expansiva solo fue posible gracias a décadas de responsabilidad. Desde 1990 Nueva Zelanda mantiene superávit fiscales que solo interrumpió durante la crisis de 2008/2009. Ahora, al igual que en aquel momento, la acotada deuda y el buen comportamiento previo en materia fiscal le da la posibilidad de ser expansivo ante shocks negativos. 

La situación Argentina no podría ser más distinta. Luego de sostener un elevado rojo fiscal por años y después de sucesivos saltos cambiarios el peso de la deuda creció considerablemente. Actualmente el financiamiento en pesos y en dólares está completamente vetado y el país coquetea peligrosamente con un evitable default. El único financiamiento posible es monetario y es peligroso usarlo en exceso. En este marco, los márgenes de maniobra son escasos y cada peso gastado tiene que ser pensado cuidadosamente.

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El paquete que el equipo económico del Gobierno puso en acción busca brindar apoyo a los sectores sociales más vulnerables como así también a las firmas que necesiten asistencia. Si bien hay mucha incertidumbre respecto a cómo y en qué velocidad se implementarán las políticas, hay recursos que no parecen estar correctamente asignados. Los principales afectados por la actual situación serán cuentapropistas, trabajadores no registrados y empresas. Los primeros verán disminuidos sus ingresos por la menor circulación y parate económico. Por su parte, las firmas deberán hacer frente al pago de impuestos y salarios en un contexto de menores ventas e ingresos y en una situación financiera que ya era compleja antes de la llegada del virus. Las medidas comunicadas solo ayudan parcialmente a estos universos. Las empresas contarán con financiamiento barato (en la medida en que la política se implemente rápidamente, al día de hoy ningún crédito se ha otorgado) y ayuda solo para algunos sectores en el pago de cargas patronales, pero se les pedirá que el resto de los impuestos sean pagados en tiempo y forma, algo inviable para la gran mayoría de ellas. En una situación similar se encuentran los cuentapropistas formales, quienes deberán pagar el componente impositivo sin ayuda alguna. Es decir, faltan medidas que den cuenta de estas problemáticas, pero al mismo tiempo otras sobran. 

La situación actual afecta especialmente a los adultos mayores, pero no desde un punto de vista económico y por lo tanto gastar recursos en atenderlos no mejorará la situación. Por su parte, el relanzamiento del programa Procrear no dinamizará la actividad del sector en un marco de altísima incertidumbre como el actual. Si ayuda, lo hará cuando lo peor haya pasado. En suma, en un contexto en el que hay que cuidar cada peso y ayudar a los sectores más perjudicados el Gobierno se ve con poco margen para gastar, al mismo tiempo que el uso que les da a los escasos recursos con los que cuenta son discutibles.