Desde hace décadas, cualquier problema grave que afecte al Estado, la política y la sociedad argentina deviene un callejón sin salida. Lo llamamos “la grieta”, pero en realidad es un apretujón irracional y al cabo violento, porque opone intereses concretos que para el orden republicano son ilegales.
Algo así como si las hinchadas y respectivas barras bravas del fútbol local compartiesen la misma tribuna. O sea, el mismo mercado de entradas, apuestas, drogas; en fin. En ese alboroto masivo, la única opción para una minoría de puros amantes del fútbol sería tratar de regresar a casa sana y salva. Ni hablar de quejarse a las autoridades del deporte, porque a casi todas les caben las generales de la ley. O a las “fuerzas del orden”, porque ídem. O a la Justicia, porque ídem y/o tiene otras cosas más importantes que posponer indefinidamente o dejar de atender.
Hace un par de semanas tuvimos los casos Vicentin y de espionaje ilegal durante el gobierno de Cambiemos. Ahora, el asesinato de Fabián Gutiérrez, el multimillonario ex secretario de la vicepresidenta Cristina Fernández. Todos estos partidos, por no hablar de tantos otros, apenas van por el primer tiempo, mientras los apretujones en la tribuna devienen cada vez más irracionales y violentos. Los argentinos funcionamos, “somos”, así (https://bit.ly/gabetta-somos-como-somos).
Sobre el caso Gutiérrez y cómo están reaccionando las hinchadas, valga una reflexión. Si bien es cierto que el primer reflejo es vincular el asunto al carácter de arrepentido de Gutiérrez en el caso de los cuadernos, en un país normal casi nadie se apresuraría a vincular a Cristina con el asesinato. En primer lugar, porque los involucrados son muchos, entre ellos varios empresarios privados de primer rango. Luego, porque aunque la vicepresidenta se considera una diosa intocable, no se la puede calificar de estúpida, aunque los egocéntricos suelen resultarlo bastante. Cualquiera de ellos podría estar detrás del asunto.
En cualquier caso, lo racional-republicano es esperar los resultados de la investigación y el fallo de la Justicia. Claro que de una Justicia ética y moral, que obligaría a renunciar a la fiscal del caso, Natalia Mercado, ya que es sobrina de Cristina e hija de la gobernadora de Santa Cruz. O que el juez a cargo se lo requiriese. O que el reclamo viniese no solo desde la oposición, sino del propio Frente de Todos y hasta del Gobierno. Hasta hoy, miércoles 8, nada de eso.
Del otro lado, tampoco. Obviando el procedimiento democrático partidario, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, se precipitó contra el Gobierno alegando que lo de Gutiérrez es un “crimen de una extrema gravedad institucional”. Esto, con las buenas razones conocidas, pero con evidente desprecio institucional, porque hasta ahora poco se sabe del caso y hay varios detenidos. La misma conducta observó el peronismo ante el caso Maldonado durante el gobierno de Macri.
El presidente Fernández, también con buenas razones, calificó de “canallescos” esos ataques, sin mencionar las buenas razones que les daban sustento. O sea que unos y otros obviaron aquello de Descartes de tener “ideas claras y distintas”, que un siglo después inspirarían El espíritu de las leyes del barón de Montesquieu. Y así seguirá este partido; como el de Lázaro Báez, como el Macri/Correogate, o el caso Nisman. Aquí, nadie sabe en ningún caso por dónde andan la Biblia y el calefón…
En Uruguay, en cambio, por no ir más lejos, el 9/9/17 renunció el vicepresidente Raúl Sendic porque, además de la oposición, el Tribunal de Conducta Política de su propio partido, el Frente Amplio, sentenció que “había incurrido en falta ética y un proceder inaceptable en la utilización de dineros públicos”, Ni qué decir que aquel “proceder inaceptable” de Sendic era menos que pecata minuta comparado con los de estos pagos.
¡Vamos, Argentina!
*Periodista y escritor.