Muchachos, la cuestión no es con Tinelli sino con ustedes. Son ustedes los que impulsan desde el parlamento de la Ciudad y para todo el país a Tinelli como modelo público de Cultura. Son ustedes los que critican “la foto” –cuando los que se la sacan y los que aparecen son los otros– como argumento político, y son los que la terminan legitimando con la excusa de una decisión “cultural”. Se les ve la baba, cholulos. El misterio de la buena fotografía consiste precisamente en que revela lo que se quiere ocultar.
Si se revisan todos los reconocimientos a “personalidades” destacadas en diversos órdenes, propuestos por legisladores de todos los partidos y concedidos por la Legislatura de la Ciudad, se observa que en la mayoría de los casos se trata siempre de personas “conocidas”, con cierta fama. Bien ganada, por cierto. Pero es indudable que la convocatoria mediática que puede tener el acto y la foto posterior con ellos ayudan a que la resolución y la entrega del diploma se aprueben sin mayor discusión.
El problema, muchachos, está en que ustedes son representantes de los vecinos, de todos los vecinos, y así como se supone que administran los fondos públicos en beneficio siempre de los que menos tienen, deberían también repartir los diplomas al mérito para que se enciendan las luces sobre gente que viene laburando y haciendo una contribución extraordinaria a la cultura desde hace años. Hay cientos de ejemplos posibles. Maestros de oficios diversos, poetas, escritores, artesanos, cocineros comunitarios, ONGs, artistas itinerantes y muchos de los “locos de Buenos Aires” a los que cantaba Alejandro del Prado en los 80.
Cuando se termine esa lista, ahí sí van por los Tinelli de moda. Pero en el mientras tanto, dejen que a Tinelli lo reconozcan mecenas, auspiciantes, organizaciones profesionales y promotores de la cultura privada. Que voten sus pares, los críticos de Aptra, que lo agobien de premios Martín Fierro, de bronces, de plaquetas, de metálico y de honores. Si ayuda a Bolívar, que lo premien en Bolívar. Si el tipo gana y hace ganar a las empresas, que le paguen la fiestita las empresas.
Otro tema, diría Santo Biasatti. Si la discusión pasa por si Tinelli es o no “representante” de una parte de la cultura actual, creo que sí. Tinelli contribuye cada noche al necesario olvido del día. Es el mezcladito, el ananá fizz, el carnaval carioca, la botella del final, la serpentina, la zunga, la tanga, la panza, la grasa, la cadenita de oro, el tattoo, el arito, el piercing, el corte al ras, la gorrita, la babucha, la pulsera en el tobillo, la uña pintada, el polarizado, las gafas negras, el barra, el culata, el Audi, la marca, la manteca, el pito, la matraca, el cachengue, la birra, el faso, el vómito, la resaca.
Tinelli hizo la pizza y se tomó el champagne del menemismo en los 90. Es el original de la copia. Es Moyano, De Narváez, Cavallo, Néstor, Massa, Scioli, Macri, el barra, el cuervo, Francisco, la cruz, la espada, el borracho del tablón, es Bebote, Loquillo, el gordo Richard, es “Huevo”, es “Sandokán”, Di Zeo, Viviani, el “Caballo” Suárez, Cavalieri, Guillermo Moreno, Clarín, Telefe, Randazzo, Fútbol para Todos, joda para todos. La joda de Tinelli convalida la cultura tan presente de la muerte, de las reglas, de los límites, de la palabra, de la promesa, de creer que somos mejor que la vida que estamos llevando
Dicen que viene, que está llegando, llegó, rodealo, sacalo, traelo, avisá, conectá, va en directo, cadena, ¿me escuchás?, es Tinelli, pelotudo, acercalo al cajón, avísenle a Ella, ¿cuántas cámaras tenemos? La muerte se abre a su paso. Se abraza a Cristina. Néstor amaga levantarse pero ya es tarde para él, el cajón está cerrado.
Somos lo que se ve. Cada noche, Tinelli contribuye al olvido del día y se agradece. Pero ustedes, muchachos, si quieren recordarse con cierto orgullo, deberían elegir a los que trabajan por la memoria.
*Periodista.