COLUMNISTAS
LA RELACION CRISTINA-MOYANO Y LA INFLACION

Te amo, te odio, dame más

Obligada a mantener de aliado al líder de la CGT, la Presidenta enfrenta una paradoja. Macri y Reutemann, por ahora, los enemigos a vencer.

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El hecho es incontrastable: en el mismo momento en que la Dra. Cristina Fernández de Kirchner decidió mandar a Guillermo Moreno a apretar a las consultoras privadas que elaboran sus propios índices de precios, demostró dos cosas: la primera, que el tema de la inflación preocupa –y mucho– al Gobierno; y la segunda, una mala comprensión de las causas del problema con la consecuente escasa posibilidad de solucionarlo. Hasta aquí, la única herramienta que el kirchnerismo ha tenido para enfrentar la inflación ha sido Moreno, un funcionario de exitosos fracasos, que lo único que hizo fue aplicar la metodología del apriete. No hace falta ninguna ciencia para predecir que el resultado de su gestión será la crónica anunciada de un fiasco (otro más); por ende, la inflación no se detendrá.

Uno de los datos de la realidad es la asimetría del boom del consumo que se verifica en nuestro país, en el que picos notables, representados por la industria automotriz y la venta de electrodomésticos, alternan con otros, como por ejemplo el consumo de alimentos, en el que no sólo casi no ha habido crecimiento sino que, por el contrario, en un rubro tan sensible como el de la carne ha habido una disminución en porcentajes que giran alrededor del 25% al 28%. Basta con cotejar las mediciones oficiales que hacen los institutos de estadísticas provinciales para corroborar la dimensión del alto índice de inflación que se verifica en todo el país. Valga como ejemplo un dato anecdótico que ilustra las derivaciones insólitas de esta situación aberrante, generadas por los distorsionados guarismos del Indek: para fijar las cuotas alimentarias que, tras el divorcio, los padres deben proveer a sus hijos, los jueces piden el índice de inflación elaborado por tres consultoras privadas diferentes. La cachetada final a esta mentira la dan los gremios con los reclamos salariales –totalmente justificados–, con índices que giran alrededor del 30% de aumento. Esto genera una particular situación en la relación entre la CGT y el Gobierno. Allí están pasando varias cosas, sobre todo entre Hugo Moyano y la Presidenta. Hay ahí dos planos: uno, político; el otro, sindical. En el político la relación entre la Dra. Fernández de Kirchner y Moyano es muy aceitada. “Moyano está trabajando con la Presidenta para ayudarla con el armado político en la provincia de Buenos Aires, sobre todo en el Conurbano”, comenta un hombre de consulta con muy buena llegada tanto a una como a otro. Es una relación que no se va a romper de ninguna manera. La Presidenta no tiene a nadie más con tanto poder para dominar al PJ bonaerense, y esto incluye a Daniel Scioli. Esto preocupa muchísimo a los intendentes del Gran Buenos Aires, quienes han producido en estas horas un hecho de notable significación política: blanquear la situación de desasosiego a cara descubierta. La información que aporta el diario La Nación, en un artículo firmado ayer por Juan Pablo Morales, en el cual cinco jefes comunales de indiscutible peso político –Jorge Ferraresi, de Avellaneda; Hugo Curto, de Tres de Febrero; Fernando Gray, de Esteban Echeverría; Daniel Sabatino, de San Vicente, y Luis Acuña, de Hurlingham– expresaron su disconformidad con el sistema de listas colectoras, constituye una luz amarilla potente para el Gobierno. El foco de preocupación que genera esta situación tiene nombre y apellido: Martín Sabbatella. Su candidatura a gobernador es estimulada desde el círculo íntimo de la Presidenta. La idea es captar el voto progresista que en la provincia de Buenos Aires no tiene ninguna identificación ni con Scioli ni con los barones del PJ. Sabbattella le suma puntos a nivel nacional a la Presidenta y le quita puntos al PJ provincial. “Tenemos allí un problema que no sabemos cómo resolver”, comenta una voz que tiene despacho en la Casa Rosada. Las colectoras representan un gran dolor de cabeza para los intendentes acostumbrados a comportarse como dueños de sus distritos porque les quita el dominio de los Concejos Deliberantes, hecho que los complica en su concepción feudal de ejercicio del poder.

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La Presidenta le ha dado a Moyano la misión de disciplinar al PJ bonaerense. No le va a ser tarea fácil. Allí hay varios enojados con él. El intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, es uno de ellos, a causa, además, de los problemas que tiene con Covelia, la empresa recolectora de la basura sospechada de estar vinculada al secretario general de la CGT. No es el único. Son varios los intendentes que están atrapados por esta red de suculentos contratos por la recolección –en los que mucho tuvo que ver Néstor Kirchner– que complican sus arcas y su panorama político interno. “A Moyano, Néstor lo contenía; en cambio, la Presidenta lo necesita; es una diferencial abismal”, comenta un conocedor de ese universo.

Si en lo político la relación entre Cristina y Moyano marcha sobre ruedas, en lo salarial es otra historia. “Aun así, los que sueñen con rupturas se equivocarán”, sostiene una fuente que habla con Moyano. Por eso fue que las expresiones más levantiscas las hizo el líder de los conductores de taxis, Jorge Viviani, mano derecha del camionero, cuando dijo que las demandas salariales no tendrán ni piso ni techo. Eso, el Gobierno no lo comparte. “Pensar en aumentos del 40% es una locura que atenta contra el modelo que ellos mismos dicen defender. Por eso la Presidenta habló de límites”, señala una voz que habita en la Casa Rosada. Ese límite hoy es el 30%.En el marco de la confrontación que un año electoral inexorablemente presenta, la Presidenta sorprendió –y bien– con dos cosas que dijo en un acto oficial. Lo primero fue cuando llamó a no utilizar más el corte de calles como metodología de protesta; lo segundo, cuando instó a superar diferencias y promover el trabajo conjunto de las fuerzas de seguridad de la Nación y de la Ciudad. ¿Un claro en la borrasca o el signo augural de un tiempo algo diferente? Si la respuesta debiera deducirse de las actitudes del canciller Héctor Timerman, vano sería esperar algo diferente. Su denuncia sobre el envío de efectivos de la Policía Metropolitana a cursos de la International Law Enforcement Academy (ILEA), en los que supuestamente se los entrenaría en el uso de métodos de tortura, terminó, a la manera de un bumerán, incomodando tanto al Gobierno del que forma parte como al de Scioli –ambos mandaron efectivos de las fuerzas de seguridad a esos mismos cursos– y le hizo un enorme favor a Macri.

En estos momentos, los dos candidatos más temidos por el Gobierno son Reutemann y Macri. En el caso del jefe de Gobierno, el ofrecimiento de la candidatura a la vicepresidencia a Reutemann ha sido una movida astuta que, al día de hoy, pinta con chances de concreción casi nulas.

En relación con el senador santafesino, algunos de los dirigentes de sus cercanías han comenzado a mirar otras orillas a donde desembarcar. Los cables de WikiLeaks que se conocieron el viernes último han mostrado al ex piloto de Fórmula 1 con una visión desesperanzadora del devenir del país, lo que es poco compatible con una candidatura. Tal vez, desde un punto de vista político, lo más intrigante de Reutemann sea el porqué del notable potencial electoral que guarda su figura, siendo que su casi único aporte a la discusión de las soluciones de los problemas que aquejan al país ha sido hasta aquí el silencio.


Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Santiago Serra.