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Teorías conspirativas

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Barrientos. El colectivero asesinado en La Matanza. “No sé si me tiraron un muerto”, dijo Sergio Berni. | cedoc

Las conspiraciones políticas se han vuelto las explicaciones corrientes que buena parte de la dirigencia política presenta frente a cualquier situación que no termina de comprender, y por lo tanto, no pueden controlar.

El placard como experiencia política. “No sé si nos tiraron un muerto, nada me cierra” fue la explicación de Sergio Berni cuando intentó explicar la situación en que un grupo de colectiveros enardecidos por la muerte de su compañero golpearon impiadosamente al ministro de Seguridad bonaerense, acto totalmente repudiable. Pero situación más simple no se podía dar, la pobreza y miseria estructural gangrenosa empuja a muchos a actividades delictivas, incluso destinadas al fracaso como robar colectivos llenos de gente.

Entender las profundidades de esto y otro tipo de situaciones que tienen en vilo a la sociedad argentina requieren respuestas complejas y multidimensionales que pocos están dispuestos a escuchar y que la mayoría de la dirigencia política desconoce o prefiere callar. Por eso el llamamiento a la teoría conspirativa completa rápidamente el vacío y explica la falta de soluciones: los organizadores reales (enemigos) serían un grupo misterioso y de una inteligencia superior a la media con capacidad de realizar acciones en cualquier situación.

Bandera de largada

El arte del complot. Existe toda una tradición para expresar que diversas situaciones se deben a conspiraciones o complots: la orden de los Templarios o los protocolos de los sabios del Sion han generado innumerable obras de ficción y otras que se pretenden históricas y que intentar dar veracidad a los hechos. Muchas novelas como Código Da Vinci de Dan Brown han vendido millones de ejemplares en todo el mundo, ya que las teorías conspirativas (especialmente aplicadas al mundo religioso) suelen ser devoradas por los lectores.

La relevancia de las narrativas conspirativas llevó al más grande sociólogo actual Luc Boltanski a escribir el libro “Enigmas y complots. Una investigación sobre las investigaciones”, allí revisa las tramas que unen en un fino hilo conductor ficciones y realidades y llega a dos inquietantes conclusiones sobre cómo los humanos creamos la realidad:

1 - “Las conspiraciones tienen por objeto la construcción de la realidad. Formatean la realidad, incluso en sus dimensiones aparentemente más contingentes… y por otro lado modifican sus contornos, presente, pasado o futuro”.

2 “La defensa del Estado como garante de la realidad, entendida en su dimensión nacional, supone considerar a todos los ciudadanos e incluso a todos los seres humanos, presentes en el territorio nacional o actuando a distancia, como sospechosos reales o potenciales”.

Es muy común en la dirigencia y militancia políticas referirse a poderes que conspiran contra la patria

Marvelización política. Es muy común en la dirigencia política (y en buena parte de la militancia que repite estas ideas) haga referencia a los poderes que conspiran contra el bien de la patria: “el poder-empresario-mediático-judicial” es uno de los más nombrados, “grupos orquestados que buscan la desestabilización del sistema democrático” es otro lugar común mil veces expresado por gobiernos de distinto signo. Malos contra buenos. No pocos siguen creyendo inocentemente que cuatro tapas de Clarín voltean a un gobierno. Esto no quiere decir que no puedan existir acciones concertadas de determinados grupos, se sabe por ejemplo, que la obra pública está cartelizada por un puñado de empresas, pero lejos de la conspiración de hombres con capucha reunidos en lugares apartados, esto es ampliamente conocido.

Las teorías conspirativas se tornan especialmente preocupantes cuando se aplican al ámbito económico. Es cierto que un puñado de empresas tienen el monopolio o el duopolio de esas actividades, pero así ocurre en todo el planeta. Pero de ahí a pensar que hay “cuatro vivos” que controlan todo y se aprovechan, es negar que la economía en el capitalismo es un sistema que no puede controlarse con una botonera. Pensar que el Estado puede intervenir controlando determinados precios para limitar a los vivos, puede tener la mejor intención del mundo, pero es claro que no funciona, los capitales fluyen de una actividad a otra, también pueden dejar de invertir, expatriar capitales o simplemente volcar sus recursos al sistema financiero donde el Estado ofrece ganancias con rentas por encima de cualquier actividad legal. La economía es un sistema fluido y altamente interconectado que tiende a una tasa media de ganancia, donde se espera (sin remedio) que el Estado genere las regulaciones generales en el marco donde los agentes operan. Por el contrario, decisiones como el Cepo

Cambiario, que tenía como objetivo cuidar las reservas generó tantas distorsiones, que al final del día hizo a los ricos más ricos y a lo pobres más pobres.

Larreta contra todos

Elegir creer. Las teorías conspirativas pueden ser expresadas con mayor éxito en sociedades adeptas al pensamiento mágico como la Argentina, que optó por creer que Macri podía bajar la pobreza a cero en poco tiempo, que Alberto Fernández podía encender la industria subiendo una tecla o podía repartir los intereses de las Lebacs entre los jubilados. El antropólogo polaco Bronislaw Malinowski dio en 1935 una brillante opinión sobre esta forma de vincular creencias y realidad: “El pensamiento mágico se basa en la creencia de que ciertas acciones o palabras pueden influir en los acontecimientos de forma sobrenatural, sin que haya una relación causal entre ellos”. No es casual que en la política sea tan común recurrir a tarotistas y adivinos.

Claro que, si un político o política diría hoy, en plena campaña presidencial que resolver la pobreza, la inseguridad o la inflación va a llevar décadas de disciplina, esfuerzo compartido, altos impuestos para el 5% más rico, leyes severas para la delincuencia y políticos que no cumplan con sus funciones, rigurosidad penal (penas efectivas para todo tipo de delito), etc., quedaría más cerca del ridículo que de una propuesta realista.

Por eso cuando todo fracasa, siempre se puede recurrir a una teoría conspirativa.

*Sociólogo (@cfdeangelis)