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Larreta contra todos

Rodríguez Larreta 5-03
RETENCIONES- “Hay que bajarlas, empezando por las economías regionales, y unificar el tipo de cambio”, dice Rodríguez Larreta. | Cedoc Perfil

Es cierto que las tensiones internas en el Gobierno escalaron a situaciones estrambóticas como que se sincronicen actos del Presidente y la vice para ser emitidos a la misma hora, esta tensión es de algún modo sostenida por la situación en espejo que se observa en JxC.

Hasta las elecciones de 2019, cuando Larreta y Macri iban por sus sendas reelecciones, parecía que el Jefe de Gobierno sería el natural continuador del padre fundador de Cambiemos hacia la Presidencia. Sin embargo, Macri luego de su derrota frente a Alberto F da otra señal: nombra a Bullrich presidenta del PRO. Lo que pareció como una extravagancia, era un indicio de algo extraño. Bullrich, una jugadora política caracterizada por su perseverancia, se había sumado a Cambiemos desde la alianza con Carrió, incluso compitiendo contra el PRO en 2007. Es como si mañana CFK nombrara a Grabois presidente del PJ.

Desde ahí se constituyeron dos modalidades de hacer política, Bullrich desde el llano mostrándose férrea opositora al gobierno nacional y al kirchnerismo y Larreta desde el trono, con una postura zigzagueante y utilizando todos los recursos a disposición de CABA para hacer alianzas políticas y constituir equipos técnicos. Por ejemplo, en un momento se llevó a casi todo el staff de la ong Cippec a trabajar al Gobierno de la Ciudad.

El distanciamiento de Larreta y Macri se podía identificar a kilómetros de distancia. El expresidente no puede disimular sus opiniones y la frialdad es evidente. Larreta no apoyó a Macri en los momentos álgidos de diciembre de 2017, cuando una nutrida movilización K y de la izquierda expresaron en el Congreso su repudio al cambio de la movilidad jubilatoria con una densa cortina de piedras.

La narrativa de aquel evento desde Ciudad se centró en los daños en la Plaza de los Dos Congresos, lejos de la discusión política que se centraba en los problemas que tenía Macri: el modelo económico que permitió encontrar financiamiento en fondos de inversión globales crujía. Había que empezar una época de duro ajuste, el amargo proceso hacia el “déficit cero” y tratar que las cuentas cierren (la historia misma de la Argentina). De hecho, en 2018 se logra bajar el déficit al 2,4%, ya en el marco del préstamo y el acuerdo con el FMI.

¿Estado presente o Estado culpable?

También en 2019 se deben recordar las discusiones de Macri con Vidal por el adelantamiento de las elecciones en PBA. Nadie sabe qué hubiera ocurrido si se hubiesen adelantado, sí lo que ocurrió: los bailes y los globos de los triunfos de JxC cambiarían radicalmente. Vidal y Macri se fueron a la casa mientras Larreta reelegía con casi el 56% de los votos.

En marzo de 2020 llegó la pandemia y aquel Alberto F que tenía 70% de popularidad coqueteaba con Larreta, para furia del kirchnerismo purista. La misma bronca impregnó al macrismo duro: ¿se gestaba el albertohoracismo? Aunque esa presunta alianza estalló cuando Nación cortó la cuota de coparticipación, ya era tarde: las barricadas de los halcones se habían desplegado y Bullrich plantó bandera rumbo al 2023.

Al principio el horacismo naive evaluó que la estrategia de la exministra era un bluff para negociar después. Pero fueron encontrando una respuesta negativa a cada ofrecimiento.

Luego la estrategia sería tomar todas las colinas circundantes. Ya en 2021, Larreta nombraba a Jorge Macri en el Gobierno de la Ciudad, siendo el intendente de Vicente López. Lejos de congraciar a Mauricio en ese movimiento, logró generar un candidato a Jefe de Gobierno. Más recientemente el alcalde hizo una movida triple nombrando a Redrado, Wolff y Hotton en el GCBA, y ungió a Quirós como candidato a sucederlo.

¿Y ahora? En estos días en los cuarteles de invierno de Larreta surge la leninista pregunta: ¿qué hacer? Es que se encuentran con una realidad inocultable: Bullrich encabeza las encuestas de las primarias en la fuerza, incluso en la Capital. Para mayores males, su candidato bonaerense Santilli aparece perdedor frente a Kicillof, lo que garantizaría la supervivencia del kirchnerismo y una oposición furiosa si JxC alcanzara la Presidencia.

La respuesta del larretismo al derrotero que muestran las encuestas es particular: en las presenciales Horacio se muestra ganador en las PASO, mientras que en las online efectivamente se reconoce que gana Patricia. La explicación que dan es que en las online participarían minorías activas, contra la espontaneidad del encuestado presencial. Es cierto que los distintos métodos de encuesta (presencial, telefónico, online) tienden a mostrar diferencias, pero nunca tan decisivas como para cambiar el orden de los candidatos.  

Aparece un dato que debería preocupar a la dirigencia de JxC. Algunos estudios empiezan a mostrar que en caso de perder las primarias Bullrich, un número importante de sus votantes (uno de cada tres) cambiarían su voto para dirigirlo a Milei. Esto marca dos cosas:

1) Dentro de JxC se generó una subgrieta de proporciones, en concreto casi dos electorados con visiones diferentes.

2) Un desplome del voto de esta alianza en las generales llevaría casi irremediablemente a una segunda vuelta, elevando la cuota de incertidumbre al máximo.   

*Sociólogo (@cfdeangelis).