Ahora que tras doce años de cleptocracia empiezan a ir a la cárcel emblemas de esos tiempos y se derrumban emporios inflados con dineros públicos y de la corrupción, convendría desconfiar de ciertas reacciones resonantes que parecen genuinas pero ocultan las diferencias entre beneficiarios y víctimas.
El caso que brilla es el de Marcelo Tinelli, exponiendo y denunciando a su ex socio y empleador, Cristóbal López. El hombre más popular del país le vendió Ideas del Sur, la productora que fundó, hace ya cuatro años al empresario hoy caído en desgracia. Hasta donde se sabe, no sólo cobró un dinero muy importante y se aseguró un contrato mensual sin par en el negocio televisivo (que dice que no lo cumplen), sino que lo hizo voluntariamente, no como le pasó a Daniel Hadad con su grupo de medios. Raro que Tinelli no le preguntara a su ex socio Hadad en Canal 9 qué onda Cristóbal, en tanto y en cuanto no hubiera leído lo que algunos diarios contábamos desde hacía años sobre su socio-comprador.
A tal punto el animador tenía en claro con quién se asociaba que nunca quiso sacarse una foto formal junto a Cristóbal. El único registro que los junta en la misma imagen es en los palcos de San Lorenzo, club que también los une, ya publicada por PERFIL.
No sería éste el único descuido cuidadoso de Tinelli. Atrás quedaron los fondos públicos con que Néstor y Cristina Kirchner contribuyeron para un polideportivo en Bolívar, su cuna. O el acto que protagonizó en la reinauguración del cine de esa ciudad, que lleva el nombre de la mamá del conductor, gracias a los desembolsos ordenados por Julio De Vido y José López, presentes en la ceremonia, que fue transmitida en directo por C5N, el canal de Cristóbal.
Tinelli no está solo en esta muestra de memoria selectiva. Clarín fue socio de Cristóbal en Ideas, hasta que le vendió su parte en la productora. Y lejos de no querer saber nada, a la hora de los negocios mantiene sus contratos con el empresario K para que ShowMacht siga en el aire del canal abierto del grupo, El Trece.
Curiosamente, o no tanto, el emblema periodístico de Clarín la emprendió estos días contra Tinelli, Cristóbal y los medios K. Jorge Lanata, quién si no, cargó sobre la publicidad oficial que sostuvo emprendimientos privados poco sostenibles.
Pese a que la lógica es indiscutible (ningún medio sufrió como PERFIL y Noticias la discriminación de la pauta publicitaria K), obvió Lanata su arreglo con el republicanísimo ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, que le prometió respaldo para lanzar en 2008 su diario Crítica. Ese apoyo nunca llegó y el periódico naufragó en dos años.
Tampoco Lanata parece memorioso con otro de sus productos que fueron comprados con dinero paraestatal, como lo que critica de Tinelli y Cristóbal. El periodista más popular del país le vendió su revista Veintitrés a Sergio Szpolski, quien además luego le adquirió por muy buena plata los derechos para publicar capítulos de sus libros en la misma publicación. Distinto a lo que pasa con Cristóbal y Garfunkel (ex socio en el tan pomposo como hueco Grupo Veintitrés), Szpolski no sólo goza de la omisión conveniente de Lanata, sino también de fiscales y jueces que deberían investigarlo. Igual, no todos se olvidan.