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UN PAIS EN SERIO

Todo el poder al Gordo Mortero

Mucho debate, mucho presupuesto, pero el líder nacional de las pedradas y disturbios no aparece. La unidad peronista, tampoco.

25102018CUARTEROLO-DISTURBIOS-30
. | Pablo Cuarterolo

—Cuando parecía que se le venía la noche, el Gobierno retomó la iniciativa en la calle –me dice Moira, mi secretaria, que vino a dejarme una invitación a mi escritorio y que de paso aprovecha para aportar a mi columna política.
—Debería enojarme por esa manía que tiene todo el mundo en esta oficina de meterse en mis asuntos, pero la verdad es que no se me ocurre nada y cualquier aporte me viene bien.
—¿Vos decís que lo que pasó con el presupuesto es un triunfo para el Gobierno? –pregunto.
—¿Me estás jodiendo? –se enoja Moira–. ¡Obvio! Lograron aprobar la ley, arrastraron a una buena parte del peronismo a los brazos del christinelagardismo, ¿qué más querían?
—¿No te parece que les están poniendo muchas piedras en el camino?
—Las piedras más bien estuvieron volando por los aires. Y por lo que se vio, estuvo todo armado desde el operativo de seguridad. ¿No viste las imágenes?
—Sí, pero sigo sin estar convencido –opino–. ¿Por qué el Gobierno iba a tener que recurrir a tirar piedras a los manifestantes?
—Por las grandes ausencias que tuvo en las calles –responde Moira–. Le faltaron algunos baluartes que habían ayudado al oficialismo en la movilización por la reforma previsional.
—¿Quiénes? –pregunto sorprendido–. No recuerdo a nadie que haya apoyado al Gobierno en la calle…
—El Gordo Mortero, por ejemplo. Sin él, la movilización del otro día no fue la misma.
—En ese momento entra Carla, mi asesora de imagen, con la vista clavada en su iPad, donde está mirando encuestas.
—Alerta, alerta, alerta que camina/ el gordomorterismo por América Latina –canta Carla.
—Me parece que estás exagerando… –la interrumpo.
—Para nada –dice Carla, siempre con la vista clavada en su iPad–. El Gordo Mortero es el Tambor de Tacuarí del trotskismo del siglo XXI.
—Y es también el prófugo más escurridizo del país –agrega Moira–. Es más difícil de atrapar que Osama Bin Laden. Es más difícil atrapar al Gordo Mortero que lograr la unidad del peronismo.
—Bueno, pero que atrapen o no al Gordo Mortero me parece un poco irrelevante –digo.
—Habría que ver las encuestas –afirma Carla–. Si el Gobierno sigue en problemas, es probable que lo mande a Bonadio a allanar la casa del Gordo Mortero. Hasta existe la posibilidad de que le incauten un armario lleno de morteros y su colección de pelucas con rastas.
—No se puede descartar nada –reconoce Moira–. Pero creo que hoy la principal preocupación pasa más por el peronismo que por el Gordo Mortero. Por ahora, ojo.
—¿Cristina va a ser candidata? –pregunto.
—Cristina no sé, pero Christine seguro que no –dice Moira.
—Obvio, no puede, es francesa –observo.
—No es eso, Christine no va a ser candidata porque sigue la lógica de Margarita Stolbizer.
—¿Aliarse con Sergio Massa? –pregunto.
—No, lo digo por el “yo ya gané” –responde Carla.
—¿Vos creés que es imposible que el peronismo logre encontrar un candidato de unidad? –pregunto.
—La palabra “imposible” no existe en política –contesta Carla–. Pero eso sí, debería ser un candidato que tenga un gran nivel de consenso, alguien que sea respetado por igual por kirchneristas y antikirchneristas, que tenga vínculos con el sindicalismo, que tenga buena imagen en el exterior, que sea de raíz indudablemente peronista pero que lo quiera la gente que no es peronista.
—¡Esa persona no existe! –exclamo.
—¿Cómo que no? –dice Carla–. Existe, sí. Ahora, que el papa Francisco acepte o no es otra cosa.
—¿Y Cristina? –pregunto.
—Cristina tiene mucha intención de voto y sigue siendo una opción importante –dice Carla.
—Pero Cristina no logra unir a la oposición…
—Por eso, es una opción importante… para el Gobierno. Te diría que es la segunda opción que maneja el Gobierno para liderar la oposición.
—¿Cristina es la segunda opción? –pregunto–. ¿Por qué la segunda?
—Porque el Gobierno va a apuntar a que Cristina sea la candidata de la oposición –concluye Carla–. Siempre y cuando el Gordo Mortero diga que no.