“Como siempre, todo se hizo a las apuradas”. Así reconocía un funcionario la forma en cómo se implementó el Plan de Ayuda Universal a los hijos de aquellos que están desocupados o que trabajan en negro. Es una característica de esta administración sobre la que no parece que haya la más mínima posibilidad de vuelta atrás. Es decir, se adoptan medidas que son necesarias pero se implementan mal.
La Presidenta mostró buenos reflejos al decidir avanzar con esta iniciativa. “Se salió con esto para contrarrestar los reclamos de sectores de la centroizquierda a los que el Gobierno necesitará para después del 10 de diciembre”. El problema es que al hacerlo en forma tan intempestiva generó dudas en muchos de esos sectores de donde están viniendo las críticas más duras. Y esto es una verdadera pena porque, a los efectos de buscar una victoria política, podría haberse beneficiado mucho más a través de la búsqueda de consensos, visto que desde Elisa Carrió hasta Caritas reconocieron el mérito de la iniciativa.
La decisión de los Kirchner de recurrir a este plan está marcando algo que desde su administración trataron de tapar con las dibujadas cifras del INDEK: el aumento de la pobreza y la marginalidad.
Alguna voz sensata dentro del Gobierno –que la hay– debería ser escuchada por el matrimonio presidencial para darse cuenta de la inutilidad de continuar con ese tipo de manipulaciones que, como siempre, sirven sólo para traer perjuicios que paga la sociedad.
Otro de los aspectos absolutamente controvertidos del plan es el origen de los fondos. La recurrencia al dinero de la ANSES no ha hecho más que indignar a aquellos jubilados que siguen recibiendo haberes miserables y a los que se les retacean los ajustes que la Justicia les ha reconocido. Esto, más que la redistribución de la riqueza, es la redistribución de la pobreza.
En efecto, he aquí uno de los puntos más débiles de esta iniciativa y que motivó, entre otras cosas, que dirigentes que desde hace años vienen bregando por estas medidas, como es el caso de Hugo Yasky, titular de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) hayan decidido no asistir al acto de lanzamiento presidido por la Dra. Cristina Fernández de Kirchner. El plan se va a financiar con dineros del Fondo de Garantía de Sustentabilidad Previsional.
Este es un fondo que está compuesto por la suma de los excedentes del ANSES, más la plata traspasada desde las AFJP. Su objetivo es el de cubrir cualquier agujero del sistema a fin de garantizar los pagos de los haberes a quienes se jubilen en el futuro. Para lograr esto, el decreto por el que se lanzó el plan debió introducir una modificación tanto en la Ley de Nacionalización de las AFJP como en la Ley Previsional, en las que se estatuía que estos fondos sólo serían asignados al pago de los jubilados
El otro tema es el del control. ¿Cómo asegurar que esto llegue a quien deba llegar? ¿Cómo hará un trabajador en negro para demostrar sus ingresos? Uno de los problemas más graves que ha originado la indigencia es la gran cantidad de menores indocumentados. La Presidenta anunció un nuevo DNI. Mientras eso llegue, ¿cómo se los proveerá a esos chicos de su identificación? Históricamente el tema de la provisión de documentos ha sido una de las herramientas más perversamente utilizadas por los punteros políticos. Lo mismo corre para los inmigrantes ilegales que no han regularizado aún su situación.
Por lo tanto, ¿cómo asegurar que esto no sea usado para generar nuevos fenómenos de clientelismo político?
Una muestra de esas sospechas se vivió en la agobiante tarde del viernes último con los recurrentes y siempre ilegales cortes de los accesos a la Capital Federal, que protagonizaron las agrupaciones de piqueteros que no cuentan con el favor del Gobierno.
Allí no se cuestiona la medida sino su implementación, el origen de los fondos y el hecho de haberse quedado afuera del plan de cooperativas anunciado por la Presidenta en agosto.
Como denunció Federico Orchani, de la Cooperativa Diego Santillán: “Vemos pasar a las camionetas del ministerio por los barrios. Siguen anotando a gente de los punteros, mientras que a las cooperativas ya armadas nos dicen que está todo frenado por errores administrativos”.
La lucha contra la pobreza, la indigencia y la marginalidad debe ser una prioridad absoluta de la clase política la que, a tales fines, tendría que demostrar la capacidad de deponer mezquindades y generar consensos sin los que ninguna tarea sustentable habrá de ser posible.
El proyecto de ley de reforma política es otro ejemplo de cómo el Gobierno transforma iniciativas buenas en algo dudoso y controvertido. La ley, que es necesaria, tiene puntos buenos y otros discutibles. Le falta el tema de la boleta única que sería un paso imprescindible para alejar cualquier fantasma de fraude y tiene grises en cuanto al manejo de la publicidad oficial.
Teniendo en cuenta que la ley se aplicará recién para 2011, nadie entiende bien cuál es el apuro oficial por querer sacarla antes del 10 de diciembre.
Esto es lo que genera las principales sospechas al margen de la inquietud en los partidos más pequeños. Habrá necesidad allí de diferenciar a aquellos que, efectivamente, son sellos de goma que sirven para urdir maniobras electorales turbias de los que tienen historia de perseverancia en la acción política.
La noticia política impactante de la semana la dio Eduardo Duhalde desde Mar del Plata cuando, después de haber compartido un panel con Rodolfo Terragno en el coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial Argentino (IDEA), anunció el lanzamiento de su candidatura para la interna del Partido Justicialista. Así pues, lo que había sido una entrelínea se transformó en una afirmación contundente que sacudió tanto al Gobierno como al interior de Unión PRO. En aras de este objetivo, Duhalde se viene moviendo con creciente intensidad. Ha restablecido el diálogo con Felipe Solá, el cual, desde el 2005, era casi nulo.
La estrategia de Duhalde muestra un cambio en relación a otros años. “Ahora está ocupado en tomar contacto con las bases y no tantos con los dirigentes. Le interesa más el pensamiento de la gente de a pie más que el de los que manejan el aparato. Por lo demás, “conversa con muchos intendentes del Conurbano bonaerense en forma habitual”, asegura alguien que está trabajando al lado del ex presidente.
Quien ha quedado descolocado con todo esto es Francisco de Narváez. Por eso debió hacer escuchar su voz de desacuerdo: “Duhalde es el pasado”, dijo. El futuro de Unión PRO es, al día de hoy, una gran incógnita. Sus tres cabezas –De Narváez, Solá y Macri– están pensando en proyectos personales futuros que auguran una creciente desunión.
Sobre Duhalde, el Gobierno viene diciendo lo mismo que De Narváez. En este caso lo curioso es que quien habla del pasado es el jefe de Gabinete de ministros, Aníbal Fernández, que es tan del pasado como Duhalde, ya que durante su gobierno fue primero secretario general de la Presidencia y luego ministro de la Producción.
En ese recorrido que se propone Duhalde, bien le vendría desistir del juicio por calumnias e injurias que le inició a Elisa Carrió y que tiene fecha de realización el 10 de noviembre próximo.
Al margen de lo anacrónico del hecho –con un proyecto de ley enviado por la Presidenta que abolirá estas figuras restrictivas de la libertad de expresión a punto de ser sancionado por el Congreso– se ahorraría un verdadero dolor de cabeza. Aún ganando ese juicio, perderá. Esa supo ser una metodología destinada a acallar críticas, usada tanto por el menemismo como por el kirchnerismo, que fracasó.
Con el campo las cosas siguen complicadas. Los gestos de acercamiento del ministro de Agricultura son bien recibidos, pero no alcanzan. “Si no es para anunciar medidas concretas, que no nos llamen” le han respondido desde la dirigencia ruralista. En relación a ello, hay que seguir con atención las denuncias que vienen involucrando a funcionarios de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA), en un hecho de corrupción de alcances aún no del todo dimensionados.
Para terminar, una anécdota: ocurrió esta semana en uno de los programas políticos de la televisión. En uno de los cortes comerciales, conversaban un ex conspicuo miembro del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner –de reconocido buen diálogo con todos los sectores– y dos diputados opositores. El ex funcionario fue al grano y dijo: “Muchachos, anden con cuidado y por las dudas, salgan sólo con sus esposas; están vigilando todo”.
Producción periodística: Guido Baistrocchi