COLUMNISTAS
OPINION

Triunfo pírrico

Cristina: imponer y ganar son situaciones diferentes.
Cristina: imponer y ganar son situaciones diferentes. | NA

¿Qué ganó Cristina Kirchner imponiendo su voluntad? ¿Gana el general que para abatir al adversario destruye parte de sus recursos? “Otra victoria como esta y volveré solo a casa”, dijo el rey griego Pirro en el siglo III antes de Cristo, cuando para ganarles a los romanos consumió parte de su ejército. Tenía razón, tras varios triunfos pírricos del estado heleno de Espiro, los romanos terminaron conquistando toda Grecia.

Se abrió un interregno hasta el 14 de noviembre, fecha en que el panperonismo resuelva el big bang de las PASO 

A lo largo de estos casi dos años del gobierno del Frente de Todos, las distintas perspectivas sobre cuán omnímodo es el poder de Cristina Kirchner en la coalición y cuán insignificante es el de Alberto Fernández y sus aliados reflejan los deseos de quienes opinan. Un presidente insignificantizado ha sido sistemáticamente la visión preferida de los opositores más duros porque es la que más perjudica electoralmente al oficialismo. Por eso resulta contradictorio que Cristina Fernández gane jibarizando a Alberto Fernández, más aún frente una probable mayor derrota electoral en noviembre que acrecentará su responsabilidad.

También resulta contradictorio que ella imponga su voluntad cuando el núcleo de su crítica al Gobierno fue a la política económica mientras que los cambios de gabinete no incluyeron a Martín Guzmán ni a Matías Kulfas, tampoco a la vicejefa económica de Gabinete. Cecilia Todesca, todos funcionarios identificados con Alberto Fernández.

Nadie puede creer que la marcha de la economía era responsabilidad de Santiago Cafiero ni que la llegada de Juan Manzur tenga que ver con lo económico. Menos aún las de Daniel Filmus en Ciencia y Tecnología, Jaime Perczyk en Educación, Julián Domínguez en Agricultura y Aníbal Fernández en Seguridad. Cambios que no modifican las áreas de Martín Guzmán ni la de Matías Kulfas.

Todo parece indicar que sus frustraciones en los cuatro años de Macri no le aportaron a la vicepresidenta enseñanzas que le permitieran reponerse del síndrome de hubris que adquirió o reforzó siendo presidenta. Y como a esos mitológicos ogros enfurecidos, sus socios en la coalición tengan que arrojarle chivos expiatorios que calmen su ira. Una forma de sedación antropofágica, una boca que se come a sí misma, porque el Frente de Todos fue gestado por ella. “No reintegrarás tu producto” es la ley ancestral a toda progenitora que ella transgrede.

En esta edición PERFIL celebra 16 años de su relanzamiento el 11 de septiembre de 2005, pospuesta el domingo pasado por las elecciones. Vinimos a aportarle al periodismo diario lo que faltaba y sigue sin abundar, que es una mirada más compleja de la realidad, que nos diferenciaba de la corriente hegemónica en el apogeo del kirchnerismo antes del conflicto con el campo, donde prevalecía el oficialismo y nos diferencia hoy de la lectura binaria en sentido contrario como también lo fue durante el gobierno de Macri. El pensamiento rápido es pariente del pensamiento simple, que omite las contradicciones de la complejidad que requieren mayor esfuerzo cognitivo.

En el registro de la disputa entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández, se repiten formas de lectura lineales en sintonía con lo que una parte de la audiencia demanda. En el fondo esa forma de leer los hechos confirmando el propio sesgo que tiene parte de la platea y de los críticos comparte puntos de contacto con el síndrome de hubris de la principal protagonista: que la realidad se adecue a los deseos.

Pero los cambios de gabinete producidos el viernes por la noche están lejos de cerrar el big bang del panperonismo que produjo la derrota electoral en las PASO. El domingo 14 de noviembre se producirá el siguiente acto, donde la vicepresidenta podría resultar más derrotada y este supuesto giro distribucionista del Gobierno se tuerza en lo opuesto con el imprescindible acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Hoy, el calendario político argentino tiene como horizonte el 14 de noviembre, pero el 15 de noviembre tendrá el de octubre de 2023, y allí el presupuesto 2022 ya estará encaminado y no habrá espacio para distribucionismo. Finalmente, ni Juan Manzur, Daniel Filmus, Jaime Perczyk, Julián Domínguez o Aníbal Fernández son de la La Cámpora ni representan ideas económicas neomarxistas. 

El viernes a la noche la Casa Rosada se esforzaba por transmitir a los periodistas su visión sobre que la conformación del nuevo gabinete reflejaba un “empate” entre el presidente y su vice. La permanencia de Wado de Pedro en su misma cartera tuvo un peso simbólico muy superior a que Santiago Cafiero permaneciera en el gabinete y en el ministerio más deseado por todos sus ocupantes. Los diarios reflejamos en las tapas lo opuesto al deseo del Gobierno. PERFIL: “Cristina se impuso”. La Nación: “Se impone Cristina”. Clarín: “Cristina gana posiciones”. Probablemente los diarios, sin proponérselo, satisficieron el principal deseo de Cristina y de todo aquel que padece el síndrome de hubris: creer que gana, confundiendo imponer con ganar. Más allá de la categoría psicológica del síndrome, en la mitología griega hubris era el castigo que los dioses imponían a los humanos que pretendían ser dioses haciéndoles creer que lo eran para que en su desmesura terminaran fracasando estrepitosamente. Ate era la diosa de las acciones irreflexivas y la fatalidad.

Si insignificantiza a Alberto Fernández y tiene que crear una crisis porque no le hace caso, ¿qué poder tiene?

Salvo que el resultado de las elecciones de noviembre próximo modifique la derrota de las PASO, Alberto Fernández habrá tenido razón en que lo mejor era esperar hasta esa fecha para producir los cambios de gabinete que refrescaran su gobierno para los difíciles dos años que le quedarán de mandato. Y se tengan que volver a producir otros cambios de gabinete que, al igual que los de esta vez, no podrán modificar las restricciones estructurales que tiene la economía, y el vencimiento por 19 mil millones de dólares de deuda con el Fondo Monetario Internacional no permitirá que la eventual hubris de ningún gobernante pueda implementar un plan que genere en la población nada mejor que lo previsto por el primer presupuesto 2022 de Martín Guzmán.