Para aquellos que en los años 70 luchaban de diversas maneras y en medio mundo por las libertades y la igualdad, el hoy de la Revolución Sandinista es otro sueño roto. El más doloroso para muchos, ya que era el que más se había acercado a hacerlos realidad.
Del siglo de las revoluciones rusa y china; del primer peronismo y otros populismos prometedores; de la Revolución Cubana; de Juan XXIII y la “teología de la liberación”; de John Kennedy y Salvador Allende; el hippismo, “Mayo del 69”, el antiapharteid, el redespertar feminista, la igualdad racial, las marchas estudiantiles y obreras, las guerrillas, quedan sueños en camino de cumplirse, otros lo han hecho a medias y otros han fracasado.
La mayoría de las dictaduras latinoamericanas y otras, como el régimen de apharteid sudafricano, han caído. Las luchas por la igualdad racial y de género siguen progresando. En cuanto a la salida del subdesarrollo y la igualdad, no puede negarse que las “dictaduras del proletariado”, hoy capitalistas, han hecho progresos. Rusia y China son dos de las tres grandes potencias mundiales, en camino de superar incluso a Estados Unidos en un marco de grandes avances sociales, si se los compara con el zarismo o el antiguo régimen chino, o con las “democracias” capitalistas del Tercer Mundo. Cuba, una pequeña isla, también ha avanzado en materia de desarrollo e igualdad. Hoy, en plena pandemia de covid, sigue exportando médicos y hasta ha fabricado una vacuna.
Y es aquí donde la Nicaragua actual aparece como el gran sueño roto. Porque desde su victoria en 1979, luego de una heroica lucha contra el somocismo, la Revolución Sandinista aportó a los progresos económicos y sociales de las mayorías aquellos que les falta a las “dictaduras del proletariado”: democracia republicana.
Imposible detallar aquí la revolución democrática y la posterior involución populista del sandinismo, pero en las redes hay excelentes análisis (https://bit.ly/retorno-sandinismo). Lo concreto es que después de una década de progresos en alfabetización, salud, mejores ingresos para los trabajadores, reforma agraria y otros, el régimen llamó a elecciones. Y esto, a pesar de que desde 1980, tuvo que soportar los sabotajes y las invasiones armadas de “la contra”, financiada por Estados Unidos y apoyada por la Iglesia Católica de Juan Pablo II y países como Argentina, entonces una dictadura militar (https://bit.ly/contras-nacimientos).
Por convicción y también porque ya se habían producido importantes disidencias internas (Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez, Dora Téllez, Gioconda Belli, entre otros), el sandinismo no optó por la resistencia a cualquier costo como el régimen cubano, sino que llamó a elecciones en 1990. Las perdió, entregó el gobierno y no volvió a ganarlas hasta 2006.
Y a quí estamos. Inútil detallar la situación actual, ya que es noticia. El sandinismo es hoy una cruel dictadura populista. Cualquier argentino sensato diría que si tuviese el apoyo de sus fuerzas armadas, como el sandinismo o el chavismo, el kirchnerismo haría lo mismo, apoyado por desencantados u oportunistas “de izquierda”. Basta ver la evolución del peronismo, desde la aprobación del voto femenino en 1949, hasta la “Triple A” de 1973.
En fin, que hay una pregunta y una verificación que hacer. La primera, qué hubiese sido de las revoluciones cubana y sandinista sin la agresión de las democracias capitalistas; bloqueos, invasiones militares, etc. Luego de que en el marco de la actual crisis capitalista, el republicanismo languidece. Crecimiento de la extrema derecha, hasta en Escandinavia; Trump votado por casi la mitad de los estadounidenses, asalto al Capitolio, y así. El modelo populista autoritario, o el de las dictaduras sociales como China y Rusia, se expanden.
Habrá que volver a soñar, con propuestas actualizadas y sintetizadas por la experiencia histórica.
*Periodista y escrito.