Era la época de los videoclubs. Fui con un amigo que empezó a discutir sobre una película con la chica que te las alquilaba. Mi amigo es intenso. En un momento la chica –dando por terminada la discusión– hizo un gesto genial: metió su dedo anular en la boca, como si fuera un anzuelo, e hizo que se jalaba a sí misma para atrás.
Cuando vi la tapa de Tu entregador, de Lucas Martí, recordé a aquella chica. Lo primero que sobresale es la combinación de colores: de fondo un bordó borravino, y en las palabras “Tu entregador” y “Lucas Martí “ un azul cian con brillantina que parece escrito con una manga de las que sale crema en la pastelería. Hay una chica en la tapa que te mira a vos mientras una mano le agarra el labio superior, como si la estuviera retando o acariciando de manera muy personal. En vez de un tirón de orejas es un tirón de labios. También hay que tener en cuenta que la mano que jala del labio tiene una uña pintada, con lo cual puede ser de la misma chica o no, en todo caso remite a cierta condición bisexual que siempre abre el espectro de la mente.
Pensé que esta ilustración podía ser la decoración de una torta que alguien lleva hacia una mesa de cumpleaños a través de un corredor oscuro. El disco es un manifiesto pop. Martí muestra cómo sabe leer la realidad y las frases son asintácticas a veces, pero perfectas en su potencia poética. Como todo genio, tiene algo de superioridad a la hora de habitar un género: hasta parece que se burlara. Pero en este disco, la parodia y la emoción están equilibradas.
Es un disco donde un hombre le dice un montón de cosas a las chicas. Después vendrán los discos donde un montón de chicas le dirán cosas a los hombres, en la saga de “Varias artistas”. Era la época binaria. Siempre me quedó una duda, en “Metida de amor profundo” Martí dice : “Una corrida con vos”, pero después cuando vuelve el estribillo (el eterno retorno del pop) yo escucho “una cogida con vos”, lo cual lo hace coloquial y hermoso.
