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Un tulipán o una casa

16-4-2023-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

Un amigo interesado en las monedas alternativas me hizo ver un documental inglés de 2012, titulado Sistema del dinero, en el que un especialista habla, entre otras cosas, de la primera burbuja financiera de la historia, conocida popularmente como la crisis de los tulipanes o tulipomanía. Aunque durante más de una hora y media se despliegan valiosos datos sobre la sistematización perversa de la deuda como factor inescindible del crecimiento económico, la anécdota de estas fálicas maravillas de la botánica captó más mi atención, evocando cosas que no tienen nada que ver con Wall Street o la City de Londres. Según la mayoría de las versiones, es una flor que entró a Europa alrededor de 1559 vía Turquía, donde había sido un accesorio favorito de los sultanes, pasando a ser furor en los Países Bajos. El éxito de los tulipanes allí (especialmente los negros, que se creían exóticos, pero en rigor estaban afectados por un virus que les daba esa coloración) llegó a extremos asombrosos. Mansiones, ahorros de décadas y servicios non sanctos se trocaban por un solo bulbo. La demanda fue tan masiva como para que la fiebre se prolongaradesde 1620 hasta 1637.

El especialista trajo el tema a colación para establecer un paralelo con una de las burbujas más acuciantes de nuestros tiempos, como es la de la vivienda. El sistema financiero imperante hizo que una casa valga hoy mucho más que antes, con el corolario conocido por buena parte de las clases medias de todo el mundo: a la hora de gastar dinero no alcanzará para el techo propio, y habrá que conformarse con gastos más módicos, tanto en términos monetarios como en lo relacionado a la duración, utilidad o capacidad concreta de mejorar el nivel de vida. A sabiendas de la imposibilidad de acceder a la compra de un lugar que las libre del horror de alquilar (como sí pudieron, en muchos casos, librarse las generaciones anteriores, pese a las guerras y hambrunas) las nuevas generaciones deben adjudicarle al celular de alta gama, al crucero por el Caribe, al plasma, la motito o al uso indiscriminado del Uber, una valoración hiperbólica.

En ese consumo insustancial pensaba con tristeza mientras el especialista auguraba condiciones aún peores a futuro en materia habitacional, llegando a fantasear con ser Pulgarcito, para poder vivir en una flor. Pero una idea me dio ánimo: reeditar la tulipomanía, aunque con algún otro objeto muy difícil de conseguir que simbolice lujo, a fin de crear una burbuja que nos ampare de la sombra de la pobreza. Al menos en nuestras mentes, podemos tener mucho dinero.

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