Las condiciones que hicieron posible el crecimiento de la Argentina en el período 2002-2007 están hoy en cuestión. La coyuntura internacional plantea desafíos que aún no están claros. Mayores dificultades y costos de financiamiento de un país cuyos compromisos por deuda crecen, indican un primer problema.
En segundo lugar, la reducción de la tasa de desempleo y la recomposición de los ingresos de los trabajadores redujo las ganancias extraordinarias que las principales empresas tuvieron luego de la devaluación. La capacidad ociosa de las empresas y la infraestructura disponible exhiben cuellos de botella, estrecheces y limitaciones que estaban ausentes en el año 2002.
Estos elementos implican cambios de condiciones y presiones alcistas en materia de costos, frente a los cuales los dueños de los mercados reaccionan remarcando precios para defender sus extraordinarias rentabilidades.
La inflación es el emergente del cambio de etapa en materia económica. El discurso oficial dirigido a decir que no piensa resolver el problema con recetas ortodoxas de ajuste del gasto (enfriamiento) puede compartirse pero se torna inaceptable cuando la solución es negar la realidad, manipular el índice de precios y promover intervencionismos o subsidios que benefician a los sectores más concentrados.
Durante 2007 y 2008 el crecimiento de la economía convive con el deterioro del salario real y el aumento de la indigencia por la suba del precio de los alimentos. Resolver con equidad implica un diagnóstico profundo del significado de la inflación.
En el marco de esta Argentina concentrada y desigual la inflación es el resultado de que los ricos consumen mucho (más del 50% del consumo procede de ingresos no salariales) y sus grandes empresas invierten mal y poco.
El resultado es una demanda que crece por encima de la oferta, lo que induce un aumento de las importaciones y de los precios. Resolver esto supone replantear la intervención del Estado para que, en base a sus regulaciones y a una fuerte reforma impositiva se grave el consumo superior, se capturen las ganancias extraordinarias de los mercados de granos, hidrocarburos y minería, y con estos recursos se construya un área de economía pública capaz de intervenir y orientar el proceso de inversión.
*Diputado nacional.